Al día siguiente.

316 20 5
                                    


—¡Maldición! —dijo con frustración, observando con detenimiento las construcciones que se levantaban a su alrededor.

Todas eran similares, cerradas, herméticas. Él no saber cual de ellas guardaba ese precioso secreto, lo desquiciaba. ¿Por qué le negaban lo que era suyo por derecho?

Hacia tiempo que no se sentía tan enojado, tan abrumado por la impotencia. Claramente no era un hombre acostumbrado a esperar, pero desde que había llegado a esa "copia" extraña de París, era todo lo que podía hacer.

Por eso, cuando diviso a los portadores de los miraculous, esa misma tarde, creyó que su suerte había dado un giro.

Entonces corrió...

Corrió por las calles de la ciudad con todas sus energías, siguiendo a esas figuras y su rastro de magia. Pero poco podía hacer como un hombre corriente, sin ninguna habilidad especial. Y al cabo de unos minutos los había perdido.

Intento seguir recorriendo la ciudad en la dirección que habían tomado ambos héroes, con la esperanza de encontrar algo, algún indicio de los miraculous, o incluso del guardián, pero fue inútil.

Entonces la rabia y la impotencia se expandieron por su pecho como el fuego, nublando su juicio.

¿Quienes eran esos portadores? Se veían tan familiares... pero eso era imposible. El mismo había terminado con la vida de su hijo y de su compañera hacía años...

Si, al principio había sido muy duro, enterarse que había matado a su propia sangre. Pero con el tiempo había comprendido que ese acto era parte de su destino. Ahora era más libre. Los lazos afectivos solo debilitaban su poder.

El rostro de Gabriel Agreste nunca se había visto más frío y sin vida. Apenas alumbrado por las luces de Paris, se parecía más a una estatua que a una persona. El rencor lo invadía por completo, endureciendo su cuerpo.

Una hora después de caminar sin éxito alguno, se dirigió hacia su mansión. Seguramente ahí encontraría alguna respuesta...

......

—¡Rrrrriiiiinnnnggg! ¡Rrriiiinnnngggg!

Marinette se removió en su cama tratando de evitar el molesto ruido del despertador.

—¡Rrrrrrrrriiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnggggg!

—¡Por favor que alguien apague ese aparato!" -Pensó

Entonces cómo por arte de magia el despertador dejó de soñar. Sin el llamado de Tikki... sin golpearlo contra la pared... sin siquiera tocarlo...

Entonces sintió unas suaves caricias en su pelo, que la hicieron sonreír de forma casi refleja. ¡Ese mimo se sentía muy bien!
Aún sin abrir los ojos comenzó a moverse en dirección a las caricias, acurrucándose contra... ¿su almohada?

Pero a decir verdad, se sentía demasiado firme y tibia como para ser una almohada.

Inmediatamente imágenes de la noche anterior comenzaron a volver a su mente, acelerando sus latidos y despertándola abruptamente. Aún con los ojos cerrados recordó cómo descubrió la identidad secreta de chat... cómo Adrien había correspondido sus besos... y... bueno... todo lo demás.

—Hola princesa... —la saludó una voz demasiado conocida.

Sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo, mientras abría los ojos con miedo.  Miedo a que todos esos maravillosos recuerdos fueran solo una fantasía.

Un nuevo comienzo ( Adrianette/ con contenido adulto/ en proceso)Where stories live. Discover now