XXXIV

1.4K 199 81
                                    

Las hamburguesas llegaron tan solo veinte minutos después, comieron entre risas y maullidos de Brillito que reclamaba por atención de ambos.
Cuando la comida se terminó, Joaquín fue quien recogió todo y fue a la cocina para depositar los desechables en la basura, también lavó los vasos en los que habían bebido un poco de jugo de naranja. Estaba terminando de lavar los vasos cuando los brazos de Emilio lo rodearon por la cintura, pegando así su espalda al pecho del rizado mientras este escondía su rostro en el cuello de Joaquín.

-Emilio me asustaste.

-Uy sí, como si no supieras que era yo.

El castaño rió- no por eso, pero me tomaste por sorpresa y casi tiro uno de tus vasos al suelo.

-No hubiese importado mucho. 

Ambos rieron haciendo que la piel de Joaquín se erizada por el aliento de Emilio en su cuello.

-¿Y Brillito?- preguntó intentando ahuyentar la sensación que le provocaba estar en los bazos de su novio.

-En su cama, dormido- dijo dejando un suave beso en su cuello.

-Hablando de dormir- se separó de él para guardar los vasos en la gaveta correspondiente- tendrás que prestarme algo que ponerme, porque Saúl me trajo directo de "Noche Amarga" y obviamente no ando cargando pijamas a todos lados.

-Sin problema, vamos a ver qué hay en el clóset- tomó su mano y lo llevó hasta su habitación.

No era la primera vez que Joaquín estaba en el departamento de Emilio, pero sí era la primera vez que entraba hasta su habitación. Se sorprendió por lo espaciosa y ordenada que estaba, y no es que pensara que su novio era desordenado, pero dado que vivía solo, esperaba un poco de desastre.
Emilio soltó su mano para ir hacia el clóset, lo vio abrir algunos cajones y él pasó su vista por la habitación. Sonrió cuando vio a Brillito dormido en una camita cerca de la de Emilio, al parecer el rizado era todo un padre soltero.

-¿Esto te parece bien?- miró al rizado y tomó de sus manos el pijama de dos piezas en color azul cielo que le extendía.

-Perfecto.

Cuando Joaquín se adentró al baño, Emilio se dispuso a cambiar también su ropa. Luego acomodó un poco la cama y finalmente se sentó en la orilla a esperar a que su novio saliera. Emilio no mentía si decía que estaba nervioso. Y es que había compartido cama con muchas personas antes, pero era la primera vez que dormiría con Joaquín. Después de todo no es lo mismo compartir la cama un par de horas por un encuentro sexual, que compartirla toda la noche con la persona que amas.
Minutos más tarde, el castaño estuvo frente a él de nuevo. Sonrió en cuanto lo vio, a los ojos de Emilio, se veía realmente hermoso con uno de sus pijamas puestos. El color azul le sentaba bien, lo hacía lucir aún más tierno de lo que era, sobretodo porque el rizado era más alto y por lo tanto, la camisa terminó quedándole a Joaquín un poco más larga de lo que en realidad era, justo a la mitad de los muslos; en cuanto al short, este le había quedado hasta las rodillas.

-Creo que no podré usar ese pijama nunca más.

-¿Por?- inquirió tímido.

-Cada vez que la vea, te veré a ti. 

El menor sonrió con sus dientes superiores aprisionando su labio inferior. 

-Dios, no hagas eso.

Joaquín entendió perfecto el mensaje, así que soltó su labio y su vista recorrió de nuevo la habitación, pero observando con mayor detenimiento esta vez. La cama estaba centrada, la cabecera era de madera pintada en color blanco y había una mesita de noche a cada lado. En una de las paredes había una repisa con libros, también había un escritorio con carpetas apiladas, la cama de Brillito, un botecito con agua y un mueble justo frente a la cama sobre el cual estaba la televisión.

Danzón|Emiliaco|Where stories live. Discover now