XI

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Un mezcal nomás ¿para?

Cuando se sintió un poco más tranquilo, él y Saúl regresaron al interior del bar. Saúl iba a ir en busca de alguna chica para bailar, pero Emilio le pidió ir con él y claro que él aceptó. El rizado era su mejor amigo y deseaba apoyarlo en todo lo que él necesitara.
Para cuando llegaron a la mesa, únicamente estaban Nicandro y Eddie, Joaquín no estaba ni aquella chica, Ela. Eddie solo dijo que ellos habían ido al baño antes de irse a la pista de mano del rubio. Bien, tendría unos minutos más para reponerse.

-Perdón por esto, sé que tú vienes a divertirte.

-No, no. Soy tu mejor amigo y si ahora me necesitas aquí voy a estar- le sonrió.

Un mesero se acercó para preguntar si deseaban alguna bebida, ambos pidieron cerveza para iniciar. Unos cuantos minutos después, Ela y Joaquín estuvieron de vuelta.

-¿Y los chicos?

-Fueron a bailar, creo- respondió bajito el rizado. 

El silencio se hizo presente apenas todos estuvieron sentados, se dedicaban a mirarse y sonreír entre los cuatro. Únicamente volvieron a hablar para agradecerle al mesero las cervezas que acababa de dejar en su mesa.

-Oye- habló Saúl- ¿quieres bailar?

-¿Yo?

-Claro que tú, no quiero que Emilio me golpeé por invitar a su chico- rió.

A su chico, genial, ahora Emilio tenía las mejillas pintadas de un rojo intenso, aunque por suerte la iluminación impediría que alguien lo notara. Ela aceptó la invitación y susurró algo al castaño antes de tomar la mano que Saúl le ofrecía. Cuando ellos se fueron, por fin se atrevió a mirar a Joaquín, él también lo miraba y no pudo evitar sentir un cosquilleo bajar desde sus mejillas hasta sus manos. Inconscientemente le sonrió. El castaño relamió sus labios nervioso antes de cambiar de asiento para estar a lado de Emilio.

-Estoy nervioso- dijo apenas estuvo a lado del rizado- No sé como actuar ahora.

-Yo tampoco sé, esto es muy extraño.

-¿Extraño bueno o extraño malo?- ladeó la cabeza con confusión y eso se le hizo muy tierno a Emilio. 

-Depende... no acostumbro darle muchas vueltas a las cosas, así que seré directo ¿está bien?- el castaño asintió- ¿te interesa conocerme o solo soy un chico con quien pasar un rato?

Vaya, sí que había sido directo. Ni él sabía de donde había sacado el valor para preguntar aquello, pero fuera cual fuera la respuesta, prefería conocerla ahora, así quizá podría cortar el sentimiento que dentro de él comenzaba a nacer.

-Emilio, yo...- eso no había comenzado bien- ay- y eso fue todo.

-No te preocupes ¿ok?- sonrió sin muchas ganas- no pasa nada, no es como si fuésemos cercanos o algo- el castaño continuó sin hablar y él ya no se sintió capaz de seguir ahí- voy por algo de tomar.

Se levantó y comenzó a caminar hacia la barra. El camino se le hizo más largo de lo que era, tenía una opresión en el pecho, la respiración irregular y un par de lágrimas que se rehusaban a rodar por sus mejillas. ¿Enserio le estaba afectando tanto? Es decir, el chico desde el principio le había parecido especial, aunque no lo conocía... pero deseaba hacerlo.

-Un mezcal- un voz a lado suyo se escuchó, al parecer había llegado a la barra. 

Miró a Daniel servir la bebida solicitada mientras él tomaba asiento y recordaba el viernes pasado, cuando él recién iba llegando al bar y el castaño estaba sentado justo en la mesa frente a él al otro lado de la pista.

-Yo no soy tan valiente como tú- la misma voz que había pedido el mezcal se dirigió a él sacándolo de sus recuerdos- así que aquí voy- era Joaquín. 

El castaño se llevó la jicarita hacia la boca para beber de ella su bebida. Hizo una mueca una vez que el líquido resbaló por su garganta.

-Ok- tosió un poco- no eres un chico con el que quiero pasar un rato, de hecho quiero pasar muchos ratos contigo- rió- lo que quiero decir, es que me gustas y quiero conocer todo de ti.

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora