IX

1.8K 259 150
                                    

Se ve de lejos que te mueres por bailar.

Canción, tras canción. Habían estado en la pista moviéndose más al ritmo del otro que de la música, sin importarles quien estaba a su alrededor. Se dedicaban a moverse con coquetería, tratando de arrastrar al otro a la locura, pero ambos resistiéndose a ser el perdedor de aquella batalla donde solo existían los dos. ¿Alguno se rendiría pronto? ¿Ambos lo harían al mismo tiempo? ¿O ninguno se atrevería?

La música dejó de escucharse, el Dj había comenzado con su descanso obligando a Emilio y a Joaquín a abandonar también el campo de batalla. Sonrieron antes de comenzar a alejarse de la pista, los amigos de Joaquín lo esperaban en la mesa que ocupaban momentos antes de que él fuera al encuentro del rizado. Era una mesa bastante alejada de la pista, casi escondida entre las demás.

-¿Vienes?- habló el castaño, él había visto al rizado llegar solo y no es que hubiese estado observando el lugar desde que llegó, pero estaba bastante seguro de que el amigo de Emilio no había hecho aparición esa noche.

-No estoy seguro, tus amigos...

-Oh vamos, ¿no me digas que les tienes miedo?

-Claro que no, pero no los conozco.

-Bueno, tampoco me conoces a mí y aquí estamos.

Punto para el castaño. No le quedó de otra más que caminar a su lado hasta llegar a la mesa donde los amigos de Joaquín se encontraban.

-Primero nos abandonas para irte con él y luego lo traes aquí- aquel rubio habló.

-Ay no seas celoso Nicandrito hermoso- el otro chico le apretó las mejillas al mencionado- no le hagas caso- se dirigió a Emilio- soy Eddie- se presentó.

-Yo soy Ela y me alegro mucho de verte otra vez- su voz era un poco más chillona de lo que el rizado podía recordar, pero le gustaba, al igual que su emoción al hablar.

-Hola, soy Emilio y es un gusto conocer a los amigos de Joaco.

El rubio casi escupió su bebida.

-Oye no, es la segunda vez que lo ves, no tienes permiso de decirle Joaco.

-¿Y si mejor eso lo decido yo?- el castaño que hasta ese momento se había mantenido en silencio habló mientras reía bajito, le causaba mucha gracia que Nicandro se pusiese así- siéntate aquí- le indicó una silla al rizado- ahora vengo.

-¿A dónde vas?- preguntó alarmado, no iba a dejarlo solo con el rubio loco ¿verdad?

-Tengo que ir al baño, ya vuelvo- le guiñó antes de alejarse.

Sí, se había ido. Joaco lo había dejado ahí, desamparado.

-¿Y bien?

-¿Bien qué?- cuestionó aún malhumorado- ¿qué pretendes con Joaco?

-¿Pretendo de qué?

-Sí- respondió como si fuese obvio- ¿cuáles son tus intensiones con él?

-¿Perdón? Eres su madre o algo parecido- rió al hablar.

-Como ya dijo Eddie, no le hagas caso a Nic, se cree la mamá de los pollitos solo porque todos terminamos viviendo en su departamento de pareja.

-¿Viven todos juntos? Mis respetos por soportar al rubiecito a diario.

Esta vez tres de los cuatro presentes rieron, no hace falta decir quien es el que puso cara de perro rabioso.

-¡Ya estamos de vuelta!- la voz del Dj se hizo escuchar por todo el lugar- tenemos una petición especial esta noche y debo decir que estoy muy emocionado por ver lo que sigue.

¿El descanso había terminado? ¿cuánto tiempo había pasado ya? y ¿por qué Joaquín no había regresado del baño? El rizado se preocupó en demasía y dado que solo lo peor venía a su mente, no lo pensó mucho, se levantó de su asiento ante la vista de los amigos de Joaco.

-¿Qué pasa?

No respondió, algo hizo que las palabras se quedaran en su boca. La música había vuelto y él conocía bastante bien aquella melodía. Era "Florecita", el danzón favorito de su madre.

-No.puede.ser- Nicandro hizo pausas entre sus palabras.

-¿Es Joaquín?

¿Joaquín? Emilio no tardó en dirigir su mirada a donde los demás miraban. Era el castaño en el medio de la pista. De nuevo movimientos certeros y elegantes. Movimientos que lo invitaban a unirse a él para ejecutar aquel baile y así lo hizo. Caminó hasta la pista y cuando menos lo pensó, ya tenía al chico entre sus brazos mientras ambos danzaban.
Emilio podía recordar cuando su madre lo hacía bailar aquella pieza, a ella le gustaba porque era marcada y elegante, pero también alegre y entonces pensó, que esa pieza era Joaquín.

Y con ese pensamiento en mente, fue el primero en rendirse. La última nota se había escuchado al momento que besó a Joaquín. ¿Había perdido la batalla o ganado la guerra?

Danzón|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora