DÍA 27: HIJOS.

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Es sábado por la mañana en la casa Doblas-Álvarez, y la pareja de casados se encuentra durmiendo plácidamente en su cama, cada uno en su lado cubiertos con sus sabanas disfrutando de poder dormir un poco más que entre semana que es cuando ambos deben ir a trabajar. Hoy no hay misa o asuntos de la iglesia, y Auron está libre de los miles de trabajos que ha tomado desde que llego al pueblo.

Este día es para estar en casa solo ellos dos y su pequeño bebé, Pablito de tan solo un año, el único hijo por el momento del matrimonio empezaba a balbucear palabras y sus dientes terminaban de crecer.

Cuando el sueño en Auron se fue, lo primero que noto en su cama fue un pequeño bulto entre él y su marido, levanto la sabana que los cubría para encontrarse con Pablo dormido plácidamente en su cama abrazando a su pequeño peluche de un Elmo en versión bebé, él mayor bufo divertido mientras estiraba su brazo hasta Rubius para empezar a moverlo para que despertara para observar a su hijo dormido.

. - ¿Qué pasa? – Pregunto el noruego aun con los ojos cerrados mientras bostezaba tratando de retirar el sueño de su cuerpo.

. – Lo hizo de nuevo. – Informo Auron mientras picaba la mejilla del infante en la cama, que ni siquiera se inmuto por los toqueteos de aquel que era su madre.

Rubius parpadeo un par de veces para al fin bajar la vista para encontrarse con la escena de su pequeño hijo. – Deberíamos deshacernos de la cuna, ni siquiera la ocupa. – Opino el albino mientras se apoyaba en sus manos y codos para tomar algo de altura aun en la cama buscando un pequeño banquillo que tenían para a vece subir los pies, al pie de la cama, evidenciando por donde es que el menor se había subido por la noche. – Es sorprendente como es que no lo sentimos subir. –

. – Es un bebé muy sigiloso. – Halago Auron sin quitarle la mirada al pequeño cuerpecito a su lado.

. – No cuando esta despierto. – Contra ataco Rubius ante las palabras de su marido mientras se dedicaba un momento más a recostarse en su lugar acariciando los pocos cabellos que su bebé tenía en su cabeza.

El catalán por primera vez en la mañana se atrevió a mirar a su marido, con una pequeña coleta que amarraba todo su cabello del frente, sin camisa y solo con el pantalón de su pijama. – Lo dices porque solo te llama osito, en vez de papi. –

. – Quiero que me llame papá. – Se quejo el noruego levemente. – Que, si quiero que alguien me llame papi, solo tengo que pedírtelo a ti. – Y aquellas palabras fueron acompañadas de un guiño y una sonrisa un tanto coqueta.

. -Anda gilipollas, ven aquí para que te de los buenos días. – Le alentó el pelinegro mientras le hacía señas con su dedo para que se acercara a él.

Rubius no perdió el tiempo y con cuidado se inclinó para acercarse a su pareja, compartieron un pequeño beso de buenos días, seguido de uno esquimal mientras juntaban sus frente y mantenían unidas sus narices admirando él uno al otro al amor de su vida, y el pequeño producto que había nacido de este aun durmiendo plácidamente en medio de ambos.

. - ¿Cuándo crees que falte para que despierte? – Pregunta Rubius mientras se separan poco a poco, ninguno quiere dejar la cama aun en especial con su hijo en esta.

. – No creo que falte mucho, que le debe de dar hambre tarde o temprano. – Opino el mayor mientras sin poder evitarlo seguía picando la mejilla del bebé, que poco a poco empezó a reaccionar. – Mierda. –

. – Que si Pablito llora, tú serás quien le tranquilice. – Dejo en claro Rubén mientras alzaba ambos brazos en al aire para que aquella responsabilidad no cayera en él, Auron había estado molestado al bebé así que si lloraba era su turno para tranquilizarlo.

MÅNED RUBIUSPLAYWhere stories live. Discover now