Capítulo 5.

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Luhan salió del gimnasio furioso, persiguiendo a sus amigos que no paraban de burlarse de algo que había dicho, y que ellos seguían gritando como si fuese un simple silbido.

Kyungsoo los vio salir, de pie junto a un árbol. En el suelo junto a él, Joonmyeon seguía concentrado en su juego y Jongdae con la mirada perdida en el cielo, mientras que Tao yacía recostado sobre una de las ramas del gran tronco alargado. 

—Ven a visitarme esta noche. 

Escuchó una voz tras él, tras el tronco del árbol, invitándolo a que acepte la propuesta que le había dado. El sabía quién era sin necesidad de asegurarse de que esa voz misteriosa, provenía de alguien a quien tal vez, todavía no conozca muy bien.
Levantó la cabeza y miró al pelinegro con ojos perdidos, pero un pequeño brillo se asomaba en ellos, como si fuese un niño pequeño. Tao se percató de los ojos sobre él y le devolvió el gesto. Después de unos segundos asintió y Kyungsoo volvió a fijar su mirada en los cuatro chicos que ahora parecían sombras en el horizonte… y esbozó una pequeña sonrisa, mientras veía como el más alto de ellos se perdía de su vista.

«Volviste.»

*

Kyungsoo salió de su casa y observó la hora en su móvil: 8.PM. Se lo quedó observando ensimismado, con todos los sentidos por el suelo desparramados. 
Cerca de su casa los niños corrían por todas partes usando disfraces llamativos y sosteniendo entres sus manos canastas, que llenaban de dulces que pedían en las casas.

— ¿Truco o Trato? —Preguntó un pequeño, extendiéndole su canasta en forma de cangrejo.

Kyungsoo respingó y lo miró perplejo, antes de darse cuenta de que solo era un niño pequeño. Cuando se percató de lo que había hecho, su expresión se volvió tierna y serena, mientras le pedía que espere de pié en la acera. De su casa sacó una fundita llena de dulces de todo tipo y las dejó con cuidado, dentro de la canasta del niño disfrazado de renacuajo.

— ¡Gracias! —Le gritó el niño emocionado, mientras se iba corriendo hacia una niña con disfraz de pato.

La melancolía invadió su cuerpo, mientras continuaba su camino por otro sendero muy ajeno a todo lo que pasaba en esos momentos. Al principio dudó muchas veces en sí debía hacer caso omiso o no a la invitación que le dieron esa tarde, pero después de repasarlo mucho tiempo, aceptó, porque muy en el fondo estaba ese sentimiento que le despertaba ilusión. 

La ilusión de sentirse extraño, como la última vez hace un año.

Media hora después de recorrer las calles, llegó hasta la puerta del apartamento de Sehun rogando que no sea demasiado tarde. Estuvo parado viéndola varios minutos con la mirada perdida, y después de tres golpes, esperó que alguien le dé la bienvenida. Al ver que ignoraban su llamado, decidió seguir golpeando hasta el cansancio.

Toc, toc, toc, toc…

Los golpes continuaban, y Kai estaba de pié frente a la puerta con una sensación extraña. Posó una mano sobre ella y la deslizó hasta el pomo, girándolo con suavidad, hasta que dos grandes ojos perdidos lo miraban sin cesar. Sintió una opresión en el pecho, la misma que lo comía por dentro desde hace vario tiempo. 
Kyungsoo abrazó a Kai sin decir nada, con un abrazo que le decía que no lo soltaría por nada, mientras este último lo levantaba y llevaba a la siguiente puerta desapareciendo antes de tocarla, y apareciendo sobre uno de los muebles de la sala. Aquellos ojos perdidos continuaban viéndolo con tristeza, hasta que varias lágrimas cayeron de ellos, y Kai los limpió suavemente con sus dedos.

— ¿Por qué… —Kyungsoo sintió un nudo en la garganta, apenas un hilo de voz pronunciaba esas palabras—. ¿Por qué te fuiste?

Kai sintió una punzada por dentro, perforándole de manera salvaje el pecho. Atrajo a Kyungsoo a su cuerpo y lo abrazó, sintiendo como sus ojos se humedecían del dolor.

—Yo… No podía.

Kyungsoo rompió el abrazo y se lo quedó observando un buen rato, luego se acercó a él despacio y atrapó sus labios con cuidado. Una lágrima cayó entre ambos y Kai la limpió con su lengua, besando a Kyungsoo de manera tierna. 
Un beso corto y dulce por un rato, porque después de unos segundos se volvió apasionado. 
Kai le quitó el abrigo a Kyungsoo y le levantó la camiseta quitándosela antes de atacar sus labios, llevándolos cada vez más abajo, hasta detenerse en ese hermoso cuello cálido. Kyungsoo dejó caer su cabeza hacia atrás, soltando pequeños suspiros al sentir la lengua caliente de Kai. Aferró sus manos al cabello del otro y lo acarició mientras éste le empezaba a lamer los hombros.

—Truco o Trato. —Le preguntó contra sus hombros, demasiado ansioso.

—Trato —gimió Kyungsoo—. Respóndeme dos preguntas.

Kai dejó su cuerpo y lo miró con deseo.

— ¿Por qué no me mataste esa vez? ¿Por qué estoy aquí contigo?

Kai dejó que sus actos respondieran las preguntas que le había formulado el chico. 

Volvió a besar a Kyungsoo con pasión como si fuese a desaparecer, justo como él lo había hecho la última vez. Pegó más sus cuerpos, y se movió un poco dejando caer a Kyungsoo en el cómodo cojín de cuero. Al menos para ellos eso era cómodo, ni siquiera se fijaban en eso, ahora podían sentir sus cuerpos ardiendo. Kai continuó besándolo, mientras le quitaba los pantalones muy despacio. Kyungsoo rompió el beso y dejó escapar un gemido, cuando sintió la mano de Kai acariciando su miembro y después lamiéndolo en medio de sonidos y suspiros. Kai succionaba el miembro de Kyungsoo impaciente, por los gemidos y suspiros que se amontonaban dentro de su mente. Lo dejó. Kyungsoo se apoyó sobre sus codos y vio a Kai, quién lo miraba con intención de hablar.

—Yo… toqué a Luhan. —Le dijo con remordimiento, aquel que no sabía que tenía, hasta ese momento. 

Kyungsoo negó con la cabeza y lo besó de manera tierna y lenta. Kai dejó escapar una risita, y levantó las piernas del chico para enroscarlas en su cintura divina. Se miraron un segundo y Kai comenzó a empujar dentro de Kyungsoo rápido, sintiendo como el sudor resbalaba por sus pieles provocándole espasmos. Ambos gemían contra el cuello del otro, sintiendo que caían dentro un agujero erótico. Kyungsoo arañaba la espalda del moreno jadeando, sintiendo su cuerpo quebrarse y armarse en mil pedazos. Empezó a sentir espasmos más violentos en su cuerpo y supo que terminaría en cualquier momento. Kai aumentó la velocidad de manera sobrehumana, hasta que ambos eyacularon en la sala de estar de aquella morada prestada.

En medio del silencio de aquella habitación vacía, solo dos respiraciones se mezclaban como una perfecta melodía.

—Tengo hambre ~ —se quejó Kai rompiendo el silencio. Kyungsoo asintió con una pequeña sonrisa y apartó al chico para encaminarse hasta la cocina, tambaleándose de manera divertida.

Dentro buscó varias cosas y las colocó sobre la mesa, aunque tardó un poco debido a que se encontraba en una cocina ajena. Kai se sentó junto a él sin apartar la vista de encima. En su rostro se dibujaba una inocencia y felicidad, algo que no se lo hubiera creído jamás.
Miraba atento como Kyungsoo estiraba y aplastaba muñecos de metal en una masa, antes de colocarlos en un charol que hacia el horno llevaba.

Había deseado volver a verlo de esa manera, y cuando se dio cuenta, estaba perdido en uno de los tantos recuerdos que atesoraba con cautela.

— Mi nombres es Kai, el demonio de la diversión, y tú Kim Jongdae, serás mío quieras o no. 

Kyungsoo se regresó a verlo asustado, dejando caer la masa que sostenía en sus manos.

—Él no está —dijo intentando mantener la calma—. Me pidió que cuide su casa un momento.

Kai frunció el ceño y miró al chico frente a él: pequeño, ojos grandes y rastros de harina en el rostro.

— ¿Qué haces? —Preguntó fingiendo interés, mientras esperaba a que llegue Jongdae.

—Dulces —respondió volviendo a sus cosas. Estaba incómodo, pero quiso alejar ese sentimiento, para evitar que afecte el sabor final de los dulces que estaba haciendo—. A los niños les gusta.

Kai lo miró extrañado, sin saber que de un momento a otro estaba interesado, y asombrado.

—Tú… ¿Les das dulces a los que toquen la puerta? —Caminó hacia una de las sillas de la mesa y lo miró en espera por su respuesta.

Kyungsoo asintió con una sonrisa dibujada en el rostro. Kai pensó que se veía precioso.

— ¿Y tú qué haces?

—También le doy dulces a las personas —respondió Kai, sintiéndose fuera de lo normal.

— ¿Vienes a darle dulces a Jongdae?

Kai dejó escapar una carcajada cuando escuchó la pregunta depravada y se fijó en la cara torpe que lo miraba. Negó con la cabeza recuperando la postura.

—Jongdae sólo me ayudará —respondió esbozando una sonrisa torcida que Kyungsoo no supo interpretar.

— ¿Cómo?

—Eso no importa —Kai pensó que no necesitaba contarle sus cosas— ¿Por qué haces esto?

Kyungsoo soltó una risita.

—Me gusta ver a la gente feliz.

Kai sintió un calor extraño en su pecho y se rió de sí mismo por sentir eso.

—Nos parecemos —miró esos grandes ojos—, ambos damos sacrificios a cambio de la felicidad de los demás.

— ¿Sacrificios? —Kyungsoo no entendía lo que decía ese chico.

Kai soltó una risita y negó con la cabeza, deseando poder decirle con franqueza: «Sé que te gusta ver a la gente feliz porque tú no puedes serlo, y les entregas tu poca felicidad esperando que la aprovechen mejor que tú», pero no lo hizo, no quería confundir más a ese chico. En lugar de eso, se acercó despacio, y le dio un casto beso en esos labios gruesos, sintiendo como ese calor extraño aumentaba en su pecho.

Sin darse cuenta, Kai había descubierto algo que creía que no tenía: alma. La idea de quedarse ahí viéndolo, rondaba por su cabeza como una molestosa abeja pequeña. Aún era demasiado temprano, faltaba mucho para el anochecer, pero aquella vez ya no le importó lo que vendría después.

Kyungsoo le extendió un charol lleno de galletas en forma de flor, el único molde que encontró. Kai tomó una divertido, y le dio un mordisco.

— ¿No te quemas? —Kyungsoo estaba sorprendido. Tomó una y la soltó con un chillido adolorido. Kai soltó una carcajada con la cara torpe e inocente que lo miraba. Se acercó al chico y le besó con suavidad los dedos rojizos.

—Eres humano, ¿sabías? —Le dijo divertido, riendo, cuando vio que Kyungsoo fruncía el ceño.

—Nunca me dijiste que eras.

Kai lo pensó un instante.

—Soy un ángel con cuerpo y magia de demonio —respondió con una seriedad, demasiado letal.

Kyungsoo puso cara perdida y Kai no aguantó la risa.

— ¡Por eso me gustas! —Le gritó señalándolo de manera infantil—. Tu cara es graciosa.

Continuó riéndose con descaro, hasta que sintió un golpe en el brazo. Entonces se quedó callado.

—Quédate —le dijo Kyungsoo.

—No puedo —dijo algo triste—. No tengo ese poder.

Kyungsoo desvió la mirada triste.

—Ven conmigo.

Kyungsoo lo miró con ojos gigantes.

— ¿Qué…? 

—A ese lugar solo pueden entrar los que ya no son puros de cuerpo y alma, y al enamorarte de mí perdiste cualquier rastro de pureza. Además ya tomé tu cuerpo varias veces, eso es más que suficiente.

Kyungsoo tragó saliva y tosió cuando sintió que se atragantaba, y después lo miró con rostro de no poder creer lo que escuchaba.
Kai volvió a burlarse de su cara inocente y torpe, y le metió una galleta en la boca para que otra vez se atore.

Trick or Treat. -EXO (Yaoi/Lemon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora