Capítulo 2.

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No hacía frío ni calor. No era de día ni de noche, simplemente estaba claro. 

Pequeños animales y niños de formas indefinidas jugaban en un campo lleno de flores; y no eran flores normales con muchos colores. Cada vez que uno se golpeaba con algo o con uno de ellos mismos, se hacía polvo y el resto lloraba su pérdida, con una terrible tristeza. Cada cierto tiempo las flores se marchitaban y volvían a nacer, como si una fuerza invisible les inyectara una cura dentro de su ser. Las nubes se extendían en el cielo muchos más transparentes de lo normal, y daba la impresión de que se veía una laguna sobre sus cabezas flotar. Sin embargo, a medida que transcurrían las horas, el cielo se pintaba de negro y pequeñas estrellas explotaban con estruendo.

Parecía un simple campo aburridamente extraño, pero lo cierto es que se trataba de una utopía regida por tres espíritus simpáticos.

Donde las flores dejaban de crecer para dar paso a un hermoso camino de piedras transparentes, había una gran mansión, cuyo exterior se asemejaba a un gran templo antiguo construido con mucha devoción. En su interior, en el salón principal, había una gran mesa con asientos para varias personas. La decoración era pulcra y elegante, un lugar digno de magníficas deidades.

— ¿Y dónde iremos esta vez? —Preguntó Chanyeol sentado en la silla de la punta. Parecía aburrido, y lo estaba, puesto que su expresión lo corroboraba.

—Dejemos que Kris lo decida —dijo Kai, jugando con un dardo, sentado en una de las sillas de los lados. Justo en la que dividía la mesa por la mitad. Miró al rubio en la punta contraria a Chanyeol y le lanzó el objeto feroz.

—Quiero volver a Seúl —Kris tomó el dardo entre sus dedos, y lo clavó en el mapa que se extendía en medio de ellos.

— ¡No! ¡No! ¡No! —Gritó Chanyeol y se levantó haciendo que su silla caiga— Ese lugar es aburrido.

— ¿Por qué? —Rió sarcástico Kai— Yo me divertí la última vez.

—Tú puedes estar en un hoyo y siempre buscarás la manera de divertirte con tus manos. —Intervino Kris en tono provocativo, y después miró a Chanyeol divertido—. Para ser sincero en ese lugar hay personas interesantes.


Chanyeol hizo un puchero y sacudió la cabeza en oposición. Nadie escuchaba su opinión.

— ¿Qué hay de mí? —Replicó fingiendo tristeza—En ese lugar todos son aburridos y nadie quiere jugar conmigo.

—Amigo, para ti todos son aburridos —dijo Kai acercándose a él para darle palmaditas en la espalda, mostrándole su compasión.

—Descuida —Kris se levantó y se unió al otro—, desde que tenemos memoria Kai y yo hemos «orado» para que encuentres el compañero de juegos ideal, aquel que siga tus retorcidos juegos hasta el final.

Kris y Kai estallaron en risas, alejándose un poco de Chanyeol por si se le ocurría intentar algo contra ellos. Sin embargo, Chanyeol solo frunció el ceño y dijo:

—Acepto con resignación. Pero la próxima vez visitaremos París, la ciudad del encanto y el amor.

Kris dejó de reír de golpe, fulminando con la mirada a los otros chicos que no paraban de burlarse en su cara.

Afuera ya casi estaba oscuro, solo una pequeña mancha de luz podía distinguirse en algún lugar de ese mundo. Algunos espíritus que quedaban atrapados en el limbo, se reunían en los campos para jugar y despedir a los tres demonios, a espera de su regreso justo cuando el último trozo de luz cayó bajo las sombras de la oscuridad, dando paso a un hermoso manto de estrellas blancas con formas sin igual.

Tres campanadas hicieron eco en lo más alto del cielo y una por una las pequeñas estrellas empezaron a teñirse de rojo fuego.

Las almas se inclinaron cuando las puertas de la mansión se abrieron, dejando ver a tres chicos: todos usando trajes de color negro. Hicieron una reverencia de saludo y continuaron su camino por el sendero trasparente. Cada paso que daban producían grandes llamas negras, quemando todo a su alrededor. Las almas gritaban y se retorcían en el fuego, pero ninguna podía cercarse a ellos sin antes quemarse en sus propios lamentos.
Al final del camino las estrellas bajaron y se enredaron con las ramas de los árboles secos, para formar una gran puerta frente a ellos. La puerta estaba adornada con esqueletos y cadenas; la encargada de mantenerlos encerrados toda la eternidad, a excepción de ese día, el único día en que tenían permitido salir a jugar.
Los gritos de las almas en pena se hacían más intensos a medida que suplicaban perdón, sin embargo, aquellos tres demonios no eran los encargados de decidir eso, por lo que simplemente se dignaban a reír de su sufrimiento.
Se detuvieron frente a la puerta. Las cadenas se dispersaron y las miles de cerraduras se abrieron. Los tres demonios dieron un último vistazo a los campos quemándose, esbozando una sonrisa satisfechos, antes de cruzar la puerta que los liberaba de su encierro.

Clap, clap, clap. Solo dieron tres pasos y las sombras se dispersaron.

Se detuvieron encontrándose en una calle. Kai miró a su derecha y divisó el río Han, fuera de eso, todo estaba muy solitario y normal.

— ¿A quién visitaré hoy? —Pregunto Chanyeol al aire, desganado, mientras cerraba los ojos pensando.

— ¿No buscaste a alguien antes de venir? —Le preguntó Kris con sorpresa.

— ¿Por qué lo haría? No es como si fuera a encontrar a alguien interesante.

Kai soltó una risita y después miró a Kris igual de sorprendido.

—Creí que iríamos a China por tus gustos, ¿por qué aquí?

—Mi sacrificio vino a Seúl —respondió arreglando su cabello— ¿Qué hay de ti?

—Yo encontré uno muy inocente —pasó una lengua por sus labios ansioso.

Chanyeol respiró hondo y abrió los ojos topándose con la luna. «Tienes un brillo poco usual…»

— ¡Tengo ganas de jugar!—dijo finalmente animado.

Los otros dos rieron por el repentino cambio de humor de su compañero, preguntándose qué tan cuerdo estaba, mientras las nubes ocultaban la luna y aquellos tres demonios se perdían en las calles solitarias.

Trick or Treat. -EXO (Yaoi/Lemon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora