UN SABOR INDESCRIPTIBLE

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Mi padre me ha mandado a llamar por medio de una carta, tenía que estar hoy a las nueve de la mañana en su oficina.

Toqué y al escuchar la voz de mi padre diciéndome que pasara, abrí la puerta.

—Julietta, que bueno que llegaste.

No me dijo Julie...

—Te quiero presentar a  Dukag Kira— el hombre se puso de pie y se volvió hacia mi— es el tío de Damnatio.

Tragué saliva y me adelante hacia su persona.

—Es un placer conocerlo, señor Kira.

—El gusto es mío— extendió su mano para estrecharla con la mía

—Tu abuela hablo con Dukag sobre tu posible compromiso— habló mi padre.

El señor Kira me vio de pies a cabeza.

—Debo admitir que Minerva no se equivocó al decir que su nieta era una belleza de mujer— dijo divertido— por el momento mi sobrino Damnatio no tiene ningún compromiso, pero, tampoco sé si desea uno.

—Esperamos que no ofenda nuestra propuesta a Damnatio Kun— río mi padre

—Por supuesto que no, aunque debo advertirte pequeña que mi sobrino es una persona bastante rígida y fría.

—Lo sé— hablé cortante

El señor Kira me vio de soslayo.

—Pareces una mujer con carácter— miró a mi padre— supongo que no lo sacó de ti— le dijo a mi padre

—No, es igual a su madre— río nervioso

—Si, supongo que esa sangre sucia tiene efectos por más que lleves sangre de noble— se acercó a mi y tomó mi mentón— gracias al cielo la sangre real es fuerte, hará que los genes de tu madre se pierdan.

Jalé sutilmente mi mentón.

—Bueno, aunque eso no importa — se giró hacia mi padre—  has destacado muchísimo este último año como Capitana, ¿qué mejor para alguien que trabaja en el concilio mágico que tener una esposa que batalla?, ambos viendo por el bien de su Reino— río gustoso— platicaré con mi cuñada sobre esto, y después con mi sobrino, en dado caso de ser si la respuesta...

Me miró sobre su hombro. Y yo sentí cómo la sangre me comenzaba a hervir.

—Espero que seas una buena esposa.

***

Después de que Dukag Kira se fuera me quedé un momento con mi padre.

—Creí que tu apariencia física era un secreto— alce mi ceja derecha

—Lo es— sonrió— le pedí discreción

—Espero y no hable de más— suspiré—... No puedo creer que mi abuela tomara cartas en el asunto tan pronto— me crucé de brazos—¿no crees que es muy pronto?

—Si, más para lo que viene...

—¿Qué?

Río nervioso.

—¿Cómo te fue ayer en tu misión por la zona lejana?

—Bien, no encontré pistas que me indicaran de posibles ataques.

—Que alivio, también mandé a Nozel por esa zona— dijo ordenando unos papeles— le dije que tu estabas al otro lado de la de él.

—¿Por qué el sabía eso y yo no?

—Porque lo cite después que a ti— me miró— aún así no se toparon, ¿cierto?

—Si, si me lo topé— suspiré y después hice una mueca disgustada

LA DESCENDENCIA DEL ÁNGEL| NOZEL/ FUEGOLEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora