DEFENDIENDO KITEN

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Al día siguiente...

Desperté gracias a la voz de Nora detrás de la puerta, hice mi aseo personal y  me vestí. Después me puse solo un guante en la mano izquierda; no podía usar el otro guante por el anillo.

Tengo trabajo qué hacer, pero creo que lo pospondré, ya que no he podido ir a visitar a Fuegoleon.

—Saldré un momento, chicos— informe— iré a la base de los Leones Carmesí.

—¿Ira a ver al capitán Fuegoleon?— preguntó North

—Así es. No tardo— dije mientras cruzaba el portal.

Llegué a la orden y fui reciba por el vice capitán.

—Julietta Sama— dijo sorprendido

—Hola, ¿Randall, cierto?— pregunté

—Así es, ¿a qué debemos su visita?— preguntó

—Vine a ver a Fuegoleon— dije sonriendo

—Ah... si claro, sígame.

Me guió por los pasillo, hasta estar enfrente de una puerta color marrón.

—Aquí es— me indicó— si necesita algo, estaré por aquí— me dijo cerrando la puerta detrás de mi.

Volví mi vista al frente.

—Julietta San— era Leo, estaba sentado a lado de la cama de Fuegoleon

—Hola, Leo— saludé.

Me sonrió.

—Supongo...— se puso de pie— que vienes a ver a mi hermano— volteo a verlo— los dejare solos.

—Gracias, Leo— le dije.

Una vez que Leo salió de la habitación me dirigí a donde estaba Fuegoleon, me senté en la orilla.

Miré detenidamente a Fuegoleon, se ve tan tranquilo, relajado, sin preocupación.

—Hola— lo saludé—vine a verte— le hablaba aun sabiendo que tal vez no me escuche— he despertado, y ... me hubiera gustado que tu también....

Tomé su mano y la apreté ligeramente.

—Nuestra cita no pudo ser— me encogí de hombros y sonreí de lado— pero ya no importa ... lo que importa es que despiertes, y sé que cuando lo hagas, lo harás con mucho más poder, mucha más fuerza.

Acaricié ligeramente su mano.

—Te conozco desde años, aun que apenas hace cinco años que comenzó nuestra amistad y siempre has sido muy amable conmigo, nunca me discriminaste y me reconociste... Siempre lo valorare — recorrí cada parte de su rostro— Gracias.

Incliné mi cabeza mientras recordaba la primera vez que entablamos una conversación.

—Pero qué—dije volteándolo a ver— ¿Fuegoleon?—me había apretado ligeramente la mano.

¿Fue mi imaginación?

—¿Fuegoleon?— pregunté pero no hubo signos. Suspiré — Me tengo que  ir. Pero voy a volver — le acaricié nuevamente la mano— prometo encontrar al albino, prometo vengarte.

Solté su mano lentamente y salí de la habitación. Cerré la puerta y me recargue en ella mientras soltaba otro suspiro. No me gusta ver a Fuegoleon en ese estado.

—Bien, no puedo quedarme aquí— dije retirándome de la puerta.

Abrí un portal.

Varios días después...

LA DESCENDENCIA DEL ÁNGEL| NOZEL/ FUEGOLEONWhere stories live. Discover now