Eliott alzó una ceja.

—¿A qué te refieres?

Renee sonrió con inocencia. Salió de la cama y se acercó a él para darle un beso en la mejilla.

—Es mi turno para la ducha —anunció, omitiendo la pregunta de Eliott.

Él no movió ni un músculo. A Renee se le hacía tierno verlo confundido, eran ocasiones únicas.

—Sí, ¿pero a qué te refieres? —insistió mientras Renee cerraba la puerta.

Se escuchó una carcajada de Renee y nada más.

Renee se encargó de lucir mucho mejor de lo que siempre hacía saliendo de la ducha. Era la primera boda a la que asistiría. Sabía que no sería una boda tradicional, ya que las circunstancias no eran tradicionales, pero quería presentarse a la boda tan elegante como podía.

Su cabello era exageradamente lacio y poco, así que fue fácil secarlo y peinarlo. Recordó algunas técnicas de Priss al peinar a Kybett para la fiesta, ella había sido la única en levantar el cabello en un moño, los demás había preferido algo menos laborioso. A Renee le llevó más tiempo de lo que esperaba, pero logró trenzar varios mechones de cabello y unirlos en una larga coleta que caía por su espalda. Su cabello era demasiado largo, debería cortarlo en cuanto tuviese la oportunidad.

No tenía maquillaje y tampoco quería utilizar el maquillaje casero de Priss. Las combinaciones de ingredientes exóticos causaban reacciones en la piel de Renee, así que no retocó nada de su rostro. Con llevar el cabello peinado ya hacía un gran cambio.

El vestido que había confeccionado era el mismo que había utilizado en la fiesta. No había querido desperdiciar la tela, así que lo reutilizó. Lo único distinto era la longitud. Tuvo que hacerle unos arreglos extras gracias a las quemaduras de las explosiones. En vez de llegar hasta sus pies, llegaba hasta sus rodillas. Además, había tenido que cambiar el cierre por botones, ya que una parte se había derretido por el calor del fuego.

Renee salió del baño con sus manos sosteniendo el vestido para que no cayera. Eliott estaba sentado al borde de la cama sin hacer nada, completamente vestido. Se le veía concentrado en algún pensamiento. Renee supuso que la estaba esperando o estaba evitando casar a su mejor amiga. Un poco de ambas quizás.

—¿Me ayudas con los botones? —pidió Renee, colocándose de espaldas a Eliott.

Los brazos de Renee eran demasiado cortos para alcanzar los botones más altos. No calculó muy bien cuando rediseñó esa parte.

Eliott se puso de pie en silencio, apartando el cabello de Renee para abotonar el vestido. Sus dedos se sintieron como una caricia. Renee generalmente era alguien paciente, sin embargo, Eliott se estaba tomando demasiado tiempo para hacerlo y aún tenían una boda a la que asistir.

Estaba por quejarse de que llegarían tarde a una boda de solo seis invitados, contando a quien la iba oficiar, cuando Eliott acercó su rostro al hombro de Renee en un movimiento tan rápido que ella soltó un respingo. Él se quedó ahí: a milímetros de tocar a Renee con más que sus dedos.

—Ya sé a lo que te referías —murmuró rozando sus labios contra la piel desnuda de Renee.

Ella rio al sentir cosquillas por la respiración de Eliott, su piel se erizó casi de inmediato. Dejó de tener el control sobre sí misma, cediéndoselo a Eliott.

—¿Tardaste todo este tiempo en averiguarlo? —cuestionó ella en burla.

Eliott no respondió. Depositó un beso lento, provocando que Renee olvidara dónde estaba o cómo habían llegado ahí. Era difícil hacerla olvidar y Eliott se las arregló para hacerlo con un solo gesto. Sintió que sus piernas flaquearían en cualquier momento, aunque sabía que Eliott estaría ahí para sostenerla.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora