XXXVIII. Verdades (segunda parte)

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Renee Belrie
Colonia 22


Después de unos minutos decidiendo, Renee terminó compartiendo habitación con Wivenn. Eliott y Kybett. Hazz y Priss. Aprell solo. La primera persona en su lista para compartir habitación era Eliott, sin embargo, él ni siquiera la miró mientras charlaban en equipo para ver quién dormía con quién. Además, fue el primero en decir que quería dormir con Kybett, después Hazz declaró que ella estaría con Priss —todos sabían que no quería perderla de vista— y por último Aprell dijo que quería dormir solo. Se veía bastante afectado por algo, así que Renee no se atrevió a insistirle para dormir con él en vez de Wivenn. Dedujo que si Wivenn hubiese querido matarla, lo habría hecho una de las tantas noches que pasaron en la isla, incluso la primera, donde también durmieron juntos por algunas horas antes de que Bemmy y Neffan los recibieran.

—Puedo pedirle permiso a Siura para dormir en su sala, si quieres —sugirió Wivenn.

Renee se encontraba de pie a un lado de la cama. Ya se había quitado el calzado y Siura les había ofrecido ropa mucho más cómoda que un vestido. Durante todo el tiempo que Renee estuvo en el baño dentro de la habitación se mantuvo en silencio mientras se retiraba el maquillaje del rostro y cambiaba su vestuario. Wivenn tampoco había comentado nada hasta Renee salió del baño y se quedó inmóvil sin meterse a la cama.

—No es... necesario —murmuró Renee en respuesta.

Wivenn estaba sentado en la cama, recargado en la cabecera. Renee detalló su rostro, intentando relacionar su rostro con el de un asesino. No pudo. Aquellas mejillas regordetas, similares a las de un niño, no podían pertenecerle a un asesino. Aquellos labios finos que siempre dibujaban una sonrisa traviesa no podían pertenecerle a un asesino. Aquellos pequeños ojos castaños, pero que demostraban tanta empatía y bondad, no podían pertenecerle a un asesino.

Wivenn no podía ser un asesino.

—¿Entonces no te incomoda dormir conmigo después de saber que fui parte de los Nadie? —inquirió él con un ligero tono divertido.

Renee se encontraba totalmente incómoda con la idea de dormir en la misma cama que él. La cama era grande, claro, pero no lo suficiente como para que ella se sintiera segura. Aunque tampoco deseaba echarlo de la habitación. Renee no quería comportarse de mala manera con él, no entendía su propia razón porque no aún no terminaba de creer que Wivenn fuera quien decía ser.

—De acuerdo. —Wivenn suspiró ante el silencio de Renee. —Puedo contarte a qué se refería Siura con mi relación a los Nadie, si te parece. Quizá te sientas más tranquila. —Wivenn se inclinó un poco hacia Renee, provocando que ella diera un paso atrás. —Eres mi amiga, Ren, no me gusta que me temas. Yo soy el mismo Wivenn de hace una hora, el mismo de hace una semana y el mismo que te ayudó con tu hombro dislocado el día después que llegaste.

Una gran parte de Renee le creía, porque sabía que nadie era tan buen actor como para fingir buena voluntad por tantos días. Sin embargo, nunca antes había conocido un asesino, así que quizás había asesinos con buenos corazones. Nada parecía tener lógica ya.

Ante la nula respuesta de Renee, Wivenn prosiguió:

—¿Puedes... sentarte? —pidió amablemente. Renee tardó unos segundos en aceptar. Se sentó a la esquina contraria de Wivenn, manteniendo su distancia. —Escucha, sé que esto de los Nadie puede parecer algo malo, pero yo no formé parte de los Nadie de la forma tradicional. No soy un asesino, lo prometo. —Renee frunció el ceño. No sabía de ningún miembro de los Nadie que no fuese asesino. —Mi trabajo en la organización viene desde un par de generaciones atrás. Es casi herencia familiar. Yo fui el primero en romperla. Soy médico, Ren, hice un juramento. Mi deber es salvar vidas, no arrebatarlas cada vez que el gobierno me lo ordene. Así que eso era lo que hacía en los Nadie: trabajar como médico.

Expediente 512 (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora