XL. Verdades (cuarta parte)

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Hazz Soreil
Colonia 22


Hazz se encontraba en el baño de la habitación, intentando cambiar su propia venda del abdomen. Wivenn había hecho un trabajo mediocre, algo lo había mantenido distraído, así que Hazz lo estaba haciendo por él.

Antes de llegar a la Aurora, Hazz jamás había escuchado de Siura Pevyreil. Hasta cierto punto comprendía cómo había obtenido información de Hazz, ya que podía deberse en gran parte a Istenia, su cuñada, y a Limunest, su hermano. Sin embargo, algo había dejado de tener sentido cuando Siura mencionó que Limunest tenía una hija. El problema consistía en que Hazz nunca vio a Istenia embarazada. No convivían mucho gracias al constante desprecio de Hazz hacia aquella mujer que no hacía más que arruinar su vida, pero Hazz suponía que su hermano le habría dicho en caso de tener un bebé. Vaya mierda. Hazz no podía creerle a Siura. No había manera de que eso fuera cierto.

—¿Y lo dijo así? —preguntó Hazz a Priss, quien se encontraba sentada en el borde de la bañera.

—Sí. No recuerdo la palabras exactas, solo que empezó a decir cosas privadas sobre todos nosotros. Así como contigo y Aprell. —Priss se encogió de hombros.

Desde que se habían encerrado en la habitación, Hazz le había ordenado a Priss que la pusiera al corriente de lo que habían hecho con Siura.

—¿Qué dijo sobre ti?

Priss bajó la mirada. Hazz no la observó por mucho ya que seguía batallando consigo misma por vendarse. Al ser una herida en el abdomen, cualquier movimiento tenía repercusiones. La simple acción de levantar los brazos le provocaba dolor.

—Dijo algo sobre mi pasado, que no podía huir de él. —Se encogió de hombros. —Pensé que diría algo más, no fue muy clara.

—No mencionó nada de nuestro trato, ¿cierto? —Hazz le echó una mirada significativa.

Priss negó.

—Nada —aseguró—. Aunque creo que ya lo sabe. Parece saber todo sobre nosotros.

Hazz gruñó. Se rindió momentáneamente, bajando los brazos y posando sus manos en el borde del lavabo. Estaba exhausta, había sido un día muy duro. No estaba acostumbrada a tener tantas sorpresas en menos de veinticuatro horas.

—¿Eliott? —continuó Hazz, sin moverse.

—Siura le dijo algo sobre pedir perdón, creo. Le había hecho daño a una familia, o algo así.

Hazz se alivió. Si Siura no había dicho que Eliott era un príncipe a pesar de ya saberlo, era buena señal. Quizás no estaba revelando todos los secretos, sino solo algunos sin mucho sentido. O quizás no conocía tanto como parecía y Hazz se estaba volviendo paranoica.

—¿Wivenn?

—Que fue parte de los Nadie. O es parte. No entendí muy bien.

—Fue —corrigió Hazz. Desde que había hecho su primera investigación de Wivenn ella ya estaba al tanto de eso. —No es un asesino, fue médico en los Nadie. Su familia es importante para la organización de asesinos del gobierno y mi mamá es del gobierno. Por eso lo conocí.

Priss asintió, comprendiendo. Hazz decidió aplicarse algo de pomada antes de reanudar su tarea. Siura les había dado todos los suplementos médicos que Wivenn le había pedido. Hazz no sabía si podía confiar en ella, sin embargo, era la única opción que tenía al momento. Supuestamente, con ayuda de la pomada, su herida cicatrizaría al cabo de dos días. Amaba la medicina moderna.

Expediente 512 (I)Where stories live. Discover now