VII. Pantallas

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Aprell Mocreil
Colonia 3


La cena estuvo tranquila, casi nadie habló. Eliott no tardó en levantarse de la mesa para ir al centro de control, donde probablemente se encontraría Hazz. Ni Kybett ni Aprell intentaron disimular sus miradas. Aprell sospechaba que su mejor amiga y Eliott eran más de lo que decían, pero temía preguntar por ello. Sabía que la respuesta no le agradaría.

En la sala común solamente quedaron Aprell, Renee, Kybett y Wivenn. Priss no había salido de su habitación desde que la habían llevado a ella. Charlaron un poco antes de que Wivenn mencionara que tenía que hacer un par de exámenes a Renee para verificar que estuviera bien de salud. No era de extrañarse. A Aprell le preocupó que Renee se ofendiera con aquel requerimiento, pero ella simplemente asintió y fueron a los laboratorios a tomar muestras de sangre.

Desde que Aprell había hablado con Wivenn por primera vez, le agradó. Era alguien muy noble. A pesar de provenir de una de las mejores y más ricas colonias, él siempre tenía intenciones de ayudar sin esperar nada a cambio. Sus servicios llamaron la atención de Hazz y lo reclutó. Un médico nunca iba de más en un equipo que se expondría a tantos riesgos en determinado momento.

Aprell sabía que todos servían para algo en aquella nave. Incluso Renee, quien no estaba contemplada en el equipo inicial. Él sabía pelear, no como Eliott. Sabía algo de tecnología, aunque no era ni de cerca lo que sabía Kybett. Aprobó su clase de primeros auxilios, no obstante, sus conocimientos de medicina no se acercaban a los de Wivenn. Quizás su memoria no era tan mala como la de Hazz —ella verdaderamente tenía pésima memoria—, sin embargo, no tenía comparación con la de Renee.

Lo único útil que sabía hacer era la comida. Todos cocinaban terrible en aquella nave. La mayoría estaban acostumbrados a recibir la comida, no a cocinarla. Casi era un milagro que Aprell supiera cocinar tan bien.

Cuando se levantaron de la mesa, cada cual fue a sus habitaciones. No eran el equipo más unido. Casi no sabían nada del otro. Apenas si hablaban en los momentos que estaban en la sala común. Aprell sabía que aquella falta de unión crearía problemas, pero Hazz insistía en que no, en que con la información que tenían sobre el otro era suficiente. Aunque, a los ojos de Aprell, aquella información no era nada.

Pasaron algunas horas más antes de que Hazz anunciara por los altavoces que estaban llegado a su destino. Para ese momento, cada quien estaba en su habitación preparando sus cosas para mudarse de nave al siguiente día. Aprell estaba ansioso por comenzar con la búsqueda, quería ayudar a todas las personas posibles. Hazz no había querido mencionarle mucho sobre el cómo había conseguido tanta información de la nada y Aprell había aprendido a no presionarla.

Sabía que aquel códice extraño que le había dado a Renee para memorizar era parte vital para esa búsqueda. Prácticamente Hazz lo había amenazado para que no tocara la versión original, hecha a papel. Ni siquiera a Eliott lo dejaba, y eso ya era decir mucho acerca de la importancia de aquel viejo y arrugado papel amarillento. Hasta la prueba de Renee, Aprell no había visto el códice en todo su esplendor. Tenía símbolos indescifrables y tal vez cientos de años de antiguedad, ¿por qué era tan importante?

Renee no era un nombre muy común. En realidad, Aprell quiso reírse cuando se lo dijo, pensó que era una broma, así como el nombre de Eliott. En aquel momento comprendió por qué Hazz siempre lo sermoneaba por no tomarse nada en serio.

Se le escapó una sonrisa al pensar en la rubia. Era verdaderamente tierna, al grado de llegar a verse vulnerable. Le había tomado afecto demasiado rápido. Era inevitable. Simplemente quería protegerla. Quizás ella no lo necesitaba, no obstante, Aprell tendía a preocuparse por los demás. Además, si hacía a un lado su mal olor y la suciedad en su piel, tenía un rostro muy bien cuidado a pesar de las condiciones en las que vivía. Al salir de la ducha, Aprell se sorprendió bastante al notar lo cambiada —y limpia— que se veía.

Expediente 512 (I)Where stories live. Discover now