IX. Libro (segunda parte)

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Hazz Soreil
Colonia 3



Hazz estaba hirviendo de furia. No dudó ni un instante en arremeter contra los Agentes a través de disparos. Necesitaba descargar su emoción negativa y poder resistir las ganas de gritarle a Renee en cuanto llegaran a la nave. Aprell seguramente le reprocharía tanto su actitud como su comportamiento e iría a consolar a Renee, y eso era lo que menos quería Hazz. Mientras más alejado se mantuviera de ella, mejor para su ingenuo pensar.

Lograron perder a los Agentes dentro de la biblioteca. Apenas habían pasado un minuto corriendo, pero Renee ya se encontraba tosiendo detrás de Hazz. En todo el camino la castaña no le había soltado la mano a la única chica en el planeta que se le ocurría ir por un libro en un momento tan crítico, ya que sabía que Renee se detendría. La piernas de Hazz ya estaban algo cansadas: haber corrido hasta la sala de control, de ahí al hangar y luego hasta la biblioteca no era un ejercicio que cualquiera podía soportar, pero eso no le impedía dar la última carrera antes de llegar nuevamente al hangar.

Hazz estaba siendo bastante cruel con las piernas y pulmones de Renee. No iba a permitirle descansar hasta que llegaran a su destino. Pretendió no escuchar las quejas que Renee proclamaba acerca de su mala condición, impulsándola a no detenerse. Si Hazz se era sincera, sabía que también estaba torturando un poco a Renee de manera intencional para que aprendiera la lección de no volverse a escapar ni desobedecer órdenes de Hazz. Al final era un ganar-ganar.

No tardaron en encontrarse con más Agentes de La Residencia. Hazz disparaba hacia ellos calculando los lugares menos importantes del cuerpo. Ellos seguían siendo los Agentes que se habían encargado de la seguridad de su hogar durante años, no iba a matarlos. Además, el hecho de que utilizaran el traje blanco que representaba a los Agentes de su colonia, idéntico al que solía portar Aprell la mayoría del tiempo, no ayudaba a que se insensibilizara.

Hazz entró de imprevisto a la primera puerta que tuvo cerca para dejar descansar a Renee y despistar a los Agentes. Su arma necesitaba ser recargada, por lo que trabó la puerta justo antes de presionar el botón para que la energía corriera por el motor de su pistola. Había decidido utilizar aquella arma para no herir mucho a quien se la disparara, ya que esa solamente servía para causar dolor, pero no tenía la potencia suficiente para romper algún hueso o atravesar de lleno a alguien.

Si eso no era tener corazón, entonces nada podía serlo. Se consideró alguien bastante piadosa.

En la esquina de la sala de reuniones a la que habían entrado se encontraba una máquina expendedora de esferas de agua. Renee se dirigió hacia ella, acompañada de su ya irritante tos. No habían corrido ni diez minutos y ella ya estaba más cansada que una anciana. Hazz tendría que trabajar con su resistencia física para la próxima ocasión con tal apuro.

La líder decidió que tomaría agua hasta que llegaran a su nave. Ahí podría descansar en paz y reclamarle a todas las integrantes femeninas por su comportamiento de aquel día. Pensó que iba a encontrar a Priss con Renee, pero solamente localizó una cabeza rubia, por lo que supuso que se habían separado o Priss ya estaba de vuelta en la nave.

Kybett le dijo a Hazz que vio a ambas chicas salir hacia La Residencia a través de un video de las cámaras de seguridad externas de la nave. Al escuchar la noticias, Eliott de inmediato se interpuso entre ambas para que Hazz no se abalanzara contra Kybett salvajemente por la ira.

—¿Cuánto falta? —Renee preguntó apenas con un hilo de voz, después de haberse tomado al menos siete esferas de agua.

Hazz se encogió de hombros con su oreja junto a la puerta para percibir cualquier ruido que delatara la presencia de algún agente.

Expediente 512 (I)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ