• dos •

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—Toma esto, te sentirás mejor.— Jungkook dejó sobre la mesa del comedor un vaso con jugo de naranja y una par de analgésicos.

Jimin tenía una ligera resaca, y aunque le había dicho a Jungkook que estaba bien, que no se preocupara, este había hecho caso omiso. El mayor acarició los rubios mechones de su pareja y se sentó a su lado, con su propio vaso de jugo, dio un sorbo antes de dejarlo en la mesa también.

El liviano dolor de cabeza que tenía Jimin no era más que una pequeña punzada, no obstante, tomó los analgésicos con un buen trago de jugo, suspiró ante la fresca sensación del agridulce líquido inundar su boca. Estaba muy sabroso.

—Gracias, Kookie.— sonrió y dejó el vaso para limpiarse la barbilla con el dorso de la mano.

Conversaron algunas banalidades, tareas que Jimin tenía pendientes y asuntos del trabajo que Jungkook debía atender durante la semana.

Eran una linda pareja, comunicativa, cariñosa, había bastante confianza entre ellos, se apoyaban mutuamente, eran buenas personas.

Sin embargo, los últimos meses se habían distanciado un poco, Jimin había estado muy atareado en la universidad y Jungkook en el trabajo, habían caído un poco en la rutina y comenzaban a opacarse, ninguno de los dos quería eso, así pues, fue como a Jungkook se le ocurrió la gran idea de pedirle a Nam que hablara con Jin para que les prestara su casa de campo por un fin de semana.

Su aniversario estaba cerca y qué mejor que pasarlo con su amado, lejos de todos y de todo. Solo ellos dos. Amándose.

A Jimin le pareció una gran idea, a decir verdad, se emocionó bastante. Comenzó a planear en voz alta lo que haría para no dejar cabos sueltos antes del fin de semana próximo.

Entre pequeños besos y coquetas caricias, ambos prepararon el desayuno. Decidieron tomarlo en la cama, teniendo así un pequeño picnic en su habitación.

Se alimentaron el uno al otro, y jugaron un poco con el chocolate que llevaban los panqueques, al final hicieron la bandeja a un lado y se recostaron en la cama, Jimin sobre el pecho de su novio, con la oreja pegada a este, escuchando atentamente los suaves latidos de su corazón.

Cerró los ojos, Jungkook pasaba sus manos por la espalda del menor, repartiendo suaves caricias casi hasta llegar a su cadera. Jimin se removió y levantó la mirada, sonriendo ante la imagen, su novio tenía un poco de chocolate en la barbilla.

—No te muevas...— murmuró, entonces se incorporó con ligereza y dejó un corto beso en la boca de Jungkook.

Descendió un poco y rozó con la punta de su lengua, el sabor dulzón del chocolate se mezcló con el de su novio, sonrió contra su piel y terminó de quitar la pequeña mancha entre pequeñas lamidas. A Jungkook le cosquilleó el cuerpo, así que no se resistió.

Tomó a Jimin por la cintura y giró sobre la cama, dejando al menor debajo de su cuerpo, Jimin sonrió y dejó salir una aguda risita que se convirtió en un jadeo cuando Jungkook mordisqueó su cuello.

Jimin cerró los ojitos con fuerza y entreabrió la boca, el mayor aprovechó para tomar posesión de aquellos labios, dónde lamió el belfo inferior antes de comenzar a mover su boca sobre la contraria, movimientos lentos y prolongados, provocando repetidos gemidos en su pareja.

Las manos del rubio recorrieron la espalda de su novio, deslizándose a través de sus brazos, y yendo directo a su culo, donde apretó de manera juguetona y sonrió. Jungkook mezcló un suspiro con una risita antes de negar ligeramente.

—Eres un pequeño travieso.

—¿vas a castigarme por ser travieso?— Jimin relamió sus labios y volvió a apretar el trasero del mayor.

—Ah, por supuesto que lo haré, pero no ahora, tengo algo mucho mejor pensado para el fin de semana.— sonrió y dejó un besito en la nariz de su chico.

Jimin se sintió confundido, entre emocionado y triste.

No obstante, aquello no impidió que la pareja se pasara el resto del día entre besitos y caricias, risas y chistes malos de los que Jimin se reía para no hacer sentir mal a su novio.

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