CAP. 24 - EROTIQUE.

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CAP. 24 – EROTIQUE.

Meira

        –¿Dónde quieres ir primero? ¿A Erotique o Shadow? –Le pregunté a Acantha.

       –Si vamos a Erotique nos encontraran antes… Allí también hay hombres lobos. –Contestó pensativa Acantha–. Vamos primero a Shadow, que está en Zel y no creo que nadie de los nuestros de el chivatazo y, después, vamos a Erotique.

        –Bien pensado… –Susurré entendiendo su plan a la perfección–. Así estarán más horas sin saber nada de nosotras y cuando nos vean en Erotique… –dije entre carcajadas malignas– Se retorcerán de los celos.

»Aunque primero nos tenemos que deshacer del coche. Estoy segura que estos trastos tienen GPS y Abbas y Damaris medios para rastrearnos. –Concluí.

Para no dejar rastro alguno y no levantar sospechas, entramos por el Sud de Zel, donde se encontraban los suburbios. Carlo se iba a enfadar mucho, su coche era un bien muy preciado para él y, además de haberle hecho un puenteado para encenderlo, lo habíamos dejado aparcado en la entrada de la casa de la vieja Tela.

La casa de aquella señora estaba a las afueras de Zel, colindante con el bosque. Era una zona un poco escalofriante, sacada de una película de terror. Años atrás había sido un cementerio… Sin duda, era el lugar perfecto para dejar el coche. Nadie lo buscaría allí. Además, la vieja Tela tampoco diría nada y era perfecto para entretener a los dos lobos mientras nosotras disfrutábamos de la noche.

Shadow era una de las discotecas más importantes de Agalia. Era la única a la que solo acudían Hubis. No tenía tanto prestigio o glamur para que seres sobrenaturales acudiesen y el ambiente tampoco era de su agrado. Erotique era todo lo contrario, aquella discoteca era el claro signo de unión entre seres sobrenaturales y Hubis. Esta última se encontraba en el centro de Agalia. Los Hubis acudían para experimentar nuevas sensaciones, como ser el alimento de un vampiro o tirarte a un druida. Los seres sobrenaturales iban exactamente por lo mismo, allí no se hacían distinciones, todo era valido…

Antes de acudir a Shadow, tuvimos que pasar por la casa de Acantha para cambiar de atuendos. Parecíamos dos flores de pitiminí con aquellos vestidos tan cursis. Acostumbradas a acudir a Shadow, sabíamos que llamaríamos una atención no deseada vestidas de aquella forma tan aburrida, estaríamos fuera de lugar. Así que nos arreglamos que era debido.

Acantha se enfundó en un vestido rojo y corto con muchas transparencias. El vestido era arrapado al cuerpo, como una segunda piel. El único detalle que lo hacía ver más fino, era el vuelo que tenía en la cintura, separando la falda de la parte superior. La espalda estaba cubierta con una tela negra y transparente, perfecta para no llevar sujetador, además el escote estaba cubierto por la misma tela y llegaba hasta el abdomen. Para finalizar el modelito, se calzó unos tacones negros y brillantes que le hacían las piernas quilométricas. Era un regalo para la imaginación masculina.

Yo iba vestida con un vestido también corto, mucho más simple, pero igual de seductor. La tela del vestido estaba cubierta por lentejuelas doradas de un tamaño mediano. Por delante era recatado, de cuello redondo y manga tres cuartos, pero por detrás tenía un escotazo. Toda la espalada estaba al descubierto, el escote llegaba hasta la cadera y dejaba a la vista mis tatuajes. Para completar el modelito, me calcé, también, unos tacones de vértigo, color negro.

Con el maquillaje tampoco nos habíamos quedado cortas. Ambas habíamos optado por unos smokey eyes y labios rojo sangre. Estábamos listas para la caza. ¿Y qué mejor aliado que una buena melena al viento?

Está mal decirlo, pero estábamos para quitar el hipo. Abbas y Damaris cuando nos vieran se iban a morir de los celos.

En Shadow captamos la mayoría de las miradas masculinas, pero los tonteos los íbamos a reservar para Erotique, cuando Abbas y Damaris estuviesen presentes. Ahora tocaba fiesta de chicas: beber y bailar hasta reventar.

Cuando llevábamos un par de horas dándolo todo, noté una presencia detrás de mí. Me giré lentamente, un poco afectada por las bebidas de coloritos guais (como les llamaba Acantha).

        –Tenéis un peligro juntas y cabreadas… –Dijo Adrián con una gran sonrisa en la cara.

Acantha se giró al escuchar su voz y se lanzó al cuello de Adrián, haciendo que este se tambalease y perdiese por unos segundos el equilibrio.

        –¡ADRIÁN! –Gritó emocionada Acantha–. Pero qué bueno es verte por aquí…

        –Si no os queréis enfrentar a vuestros perros os recomiendo que acabéis la fiesta en algún otro sitio… Están de camino. –Anunció Adrián muy serio.

        –¿Nos llevas a Erotique? –Pregunté emocionada–. ¡Todavía tenemos que dar la estocada final! –Exclamé aplaudiendo.

Adrián entre carcajadas por nuestro estado, asintió y nos escoltó hasta la salida de Shadow.

        –Carlo está muy enfadado. –Dijo Adrián como quien no quiere la cosa.

       –Es él el que se ha chivado, ¿no? –Preguntó Acantha sabiendo que la respuesta era afirmativa.

        –Le habéis robado el coche… ¿Qué esperabais? –Preguntó él.

        –Robado NO, tomado prestado. –Corregimos a la vez Acantha y yo.

El camino a Erotique se hizo corto. Adrián cuando nos dejó en la discoteca tenía cara de estrés. No sé si era por las canciones que habíamos vociferado o la diversión que sacábamos en meternos con él, el caso es que no esperó ni a que entrásemos en Erotique, se fue veloz y, juraría que derrapando.

Erotique era muy diferente de Shadow. Shadow era una vieja fábrica con el suelo de asfalto y con salas de diversos ambientes, era lo que se conoce como macro-discoteca. Mientras que Erotique era un pub en el centro de la ciudad con mucho glamur, donde los sujetos más importantes de la ciudad se reunían. Nosotras podíamos entrar siempre que quisiésemos desde que le hicimos un trabajito a la dueña del pub, Irina. Irina era una vampira de muchísimos años y de gran sensualidad. No era de extrañar que ella fuese la dueña, cumplía todos los estándares que se encontraban en Erotique.

En Erotique se podía respirar el desenfreno. Siempre se decía que en Erotique podías oler el sexo en el aire.

Cuando entramos, sabiendo que nuestro tiempo era limitado, nos dirigimos directamente al centro de la pista, mezclándonos con el resto de cuerpos que se movían al son de la música y el deseo.

Acantha y yo nos perdimos en la sensualidad música que sonaba. Movíamos las caderas de un lado a otro, como el vaivén de las cobras antes de atacar, hipnotizante.

Al entrar, había visto como varios hombres y mujeres nos miraban con interés y como uno de ellos realizaba una llamada. Por sus acciones, eran de la manada.

En diez minutos Damaris y Abbas se encontrarían allí…

Acantha ante mi señal empezó a bailar con un vampiro que no le quitaba el ojo de encima. Yo me giré y me desplacé unos pasos a la derecha para quedar en línea recta con la barra del bar. Sentado en uno de los taburetes estaba  Amadeus, mi pretendiente vampiro.

Con una sonrisa ladeada que prometía muchos pecados me acerqué a él. Amadeus en ningún momento me había quitado los ojos de encima. Mientras bailaba, noté su mirada voraz y al acercarme a él, siguió cada uno de mis pasos. En cuanto lo alcancé me senté a su lado, le toqué el brazo y lo besé en la mejilla, demorándome unos segundos.

        –Cuanto tiempo… –Susurré en su oído con mi mejor voz de terciopelo.  

Cuando me separé de él, miré hacía la entrada y me encontré con unos ojos negros, muy negros, llenos de furia y rozando la locura.

El juego ya había empezado…

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Capítulo prometido. Mañana seguramente lo editaré, hay cosas que no me han gustado mucho… pero bueno.

¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!! A mí solo me quedan unas horitas para empezar el 2015… Espero que vosotros lo empecéis con ganas y fuerza.

GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE ESTOY RECIBIENDO POR EL LIBRO. Es una pasada que lleve una semana en el puesto #1 en Hombre Lobo.

BESOOOS. 

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