CAP. 4 - RECONOCIMIENTOS.

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CAP. 4 – RECONOCIMIENTOS.

Abbas

Con la nueva ley educativa que había emprendido el gobierno, nos tocó a los máximos representantes de cada raza acudir al instituto de forma representativa. Además, mis guerreros y yo mismo, nos ofrecimos a seguir ejerciendo como profesores de las clases de lucha, el único problema es que ahora también tendríamos que enseñarles a los adolescentes de las otras razas y no sabíamos como eso resultaría.

Cuando llegué al instituto junto a Damaris, nos situamos en la entrada del instituto para contralar la llegada de todos los estudiantes. Como siempre, los miembros de la manada no vinieron a saludar, los vampiros nos miraban con desconfianza y recelo y los seres mágicos se agrupaban y nos ignoraban, como si no tuviésemos la mayor relevancia. Solo faltaban parte de los hubi, que por lo que me habían comentado vendría un autobús de Zel y el resto de hubi mejor situados en el escalafón social iban llegando y agrupándose, estos eran los hubi que tenían suficiente dinero e influencia que sus papis disponían de chóferes. No llegaba a entender como una raza tan minoritaria se perjudicaba tanto entre ellos mismos. En vez de permanecer juntos se segregaban en castas según su influencia y no se unían para ser una raza fuerte.

Mientras estaba en mi cabeza haciendo mis cavilaciones, sentí como la atmosfera cambiaba y los guardas de seguridad del instituto se tensaban, parecía que se preparaban para un ataque. Damaris me dio un golpe para que dirigiese la mirada a la carretera, por donde un autobús negro se aproximaba. En cuanto paró, empezaron a bajar estudiantes, que per el olor que me llegó, los identifique como hubis. Todos iban vestidos como guerreros y sus caras eran para nada amigables.

A medida que los iba observando, me iba dando cuenta que muchos de ellos todavía no alcanzaban la mayoría de edad, pero el halo que los envolvía parecía que habían permanecido en la tierra durante siglos. Sus gestos eran duros, solo los más pequeños tenían aun rastros de su niñez.

        –Cualquiera de esos niños, le da mil vueltas a los nuestros. –Dijo Damaris muy serio–. ¿Crees que nacieron niños o directamente adultos?

Por lo que revelaban las expresiones de muchos de ellos, no creía que hubiesen sido nunca niños.

        –Hay gente que tiene que crecer antes que otros. –Dije observándolos.

Mientras los observaba un olor a vainilla y chocolate llegó a mis fosas nasales paralizándome todo el cuerpo. El corazón se me paró 2 segundos, dio un latido fuerte y sonoro, y empezó a galopar. No me lo podía creer… mi pareja eterna estaba entre aquella multitud de gente. Cerré los ojos y me deje llevar, cuando los abrí los posé encima de una de las estudiantes de Zel.

Era alta (no tanto como yo), no debía pesar más de 65kg, las palmas de mis manos le podrían rodear la cintura abarcándola toda, tenía el cabello azabache como las noches más cerradas, lo llevaba suelto y liso, enmarcaba su cara y le escondía los ojos de mi curiosidad. Iba vestida con una camiseta blanca que dejaba ver su hombro y unos tejanos pitillos negros rotos que le llegaba hasta un poco más arriba de los tobillos, seguido de estos, dejando solo ver un franja muy pequeña de sus piernas llevaba unas botas estilo Dr Martens de un color granate muy oscuro. Iba vestida para dar guerra.

A su lado había dos niños pequeños, uno de los cuales se aferraba a su mano. Ella y otra chica los miraban con cariño, había otro chico que estaba a su lado con la confianza suficiente para tocarle el brazo y sonreírle. Los celos y las ganas de arrancarle la mano al niñato-con-tantas-confianzas me ahogaban.

De repente ella levanto la mirada y se conecto con la mía. Mi lobo interno solo me gritaba: “hazla nuestra”. Tenía los ojos tan azules como el agua de las playas del Caribe. Eran unos ojos de bruja, ojos que hipnotizaban hasta caer a sus pies…

        –La tendré que atar en corto para que ningún macho se le acerque. –Dije en un susurro presa del embrujo de encontrar a tu pareja eterna.

        –Abbas, ¿estás bien? ¿Eso que siento por el vínculo de la manada es lo que creo? –Preguntó Damaris con una mezcla de emoción y curiosidad.

Yo solo pude gruñir. Y pensar que tenía que ser mía.

Mientras la observaba vi como el reconocimiento cruzaba sus ojos y gritaba una maldición. En un segundo se giró arrastrando a su amiga y huyó de mí con su amiga mirándola con cara de preocupación. No puede hacer otra cosa que seguirla. ¡Era mía! No se podría escapar ahora que la había encontrado.

La encontré en un pasillo hablando con su amiga y maldiciendo. Entonces reconocí aquella voz… ¡Era la loca del teléfono! La que nos trajo a Anaïs de vuelta, la que me estuvo vacilando por teléfono y me llamo atolondrado… ¡La loca era mi pareja eterna! La observé dando vueltas y cuando se paró me coloqué a su espalda.

        –Mira por donde… ¡El “cuando te encuentre” es hoy! –Le dije un poco cabreado, ¿Cómo podía ser que mi pareja eterna fuese una niña insolente que no sabía tratar a un alfa/rey de la manada?

AgaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora