CAP. 17 - ENCIERRO.

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CAP. 17 – ENCIERRO.

Meira

        –Y dime… ¿Es normal que me tengan que registrar para entrar en tu casa? –Dijo Acantha mientras entraba por la habitación.

        –Desde que estás en la lista de delincuentes reconocidos… es lo que toca. –Le contesté tumbada en la cama.

Abbas, desde mi huida, me había encerrado en la habitación y prohibió todas las visitas. Así que pasaba los días en la cama o con mis hermanos. Firas y Anwar se habían trasladado temporalmente a mi habitación, pasaban más tiempo conmigo que en cualquier otro lugar. Las horas de colegio eran lo peor. El médico había dicho que de momento no podía asistir, pero mis hermanos sí que iban, por lo tanto, pasaba unas ocho horas al día más sola que la una. La única que me daba conversación era Alicia, la ama de llaves de Abbas. Realmente, me daban conversación todos los guardaespaldas y niñeros que  Abbas me había puesto, pero, el solo hecho de verlos, me provocaba mal humor, así que pocas eran las veces que no les contestaba con gruñidos o monosílabos.

        –¿Ya te puedes desplazar por otras estancias de la casa? ¿O sigue el encierro en esta habitación? –Preguntó Acantha a la vez que se tiraba en la cama y me hacía votar.

        –NO –Gruñí.

        –Mmmm… ¡Pero de que buen humor estamos…! –Exclamó muy sarcástica ella.

        –Quiero salir de aquí… Ya no me duele nada. Llevo una semana encerrada… ¡UNA SEMANA! ¡Pero si al día siguiente ya estaba recuperada! –Dije enfadada.

Abbas me había encerrado como forma de castigo. Salir por la puerta no era una opción. La casa estaba repleta con sus guerreros. Y salir por la ventana era todavía peor. A los tres días de encierro, llegó la desesperación, así que decidí salir por la ventana. Recorrí un máximo de cien metros, en el metro ciento uno, un lobo grande y negro se cruzó en mi camino. Ante la imagen de Abbas, me di la vuelta y regresé a la casa, sin rechistar, con un Abbas muy enfadado pisándome los talones. Cuando llegué a la habitación, Abbas me gruñó y me dejó con sus hombres.

        –¿Tienes que pedirle permiso para ir a cagar? ¿Te acompaña de la mano? –Preguntó Acantha con una de sus cejas levantadas y una gran sonrisa en la cara.

        –Cállate imbécil… Si estás aquí es porque Damaris te quiere hacer marranadas. –Le dije entre carcajadas.

        –Ni me hables de él… ¿Tú te crees que ha sido él quien me ha registrado? –Refunfuñó con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados.

        –¿Eso que veo es un puchero? –Pregunté sonriendo.

-Es que me desespera… ¡No me deja hacer nada! Y siempre está donde menos me lo espero… -A Acantha se la veía realmente desesperada.

-¿Dónde te lo encuentras? –Pregunté curiosa.

        –En el instituto, de camino a casa y… ¡EN CASA! ¿Te lo puedes creer? Mamá está encantada con él. Lo invita a merendar, cenar y el otro día lo invitó a desayunar… Carlo está que echa humo, casi nunca está en casa… siempre está con Adrián. Y Damaris… él no se despega de mí. Estoy feliz, cabreada y super-agobiada. En resumen… CONFUNDIDA. –Dijo Acantha de carrerilla, como si hiciese días que lo llevaba dentro y lo quisiese sacar fuera.

En ese preciso momento, la puerta se abrió y un no muy contento Abbas entró por la puerta.

        –La hora de visitas ya ha acabado. –Dijo Abbas muy serio y borde.

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