CAP. 6 - NOQUEO.

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CAP. 6 – NOQUEO.

Abbas

Cuando tuve sus labios fue el momento más mágico que puede imaginar. Mi cuerpo se encendió como una llama, sentía fuego correr por mis venas y solo tenía ganas de continuar el beso, profundizarlo, robarle el aliento, explorarla… ¡PERO ELLA ME NOQUEÓ CON UN RODILLAZO EN MIS PARTES! Suerte que salió corriendo sino le hubiese dado un buen escarmiento.

Ahora sí que estaba cabreado, tenía ganas de matar a alguien, o a algo.

Me dirigí hacia el gimnasio donde se impartirían las clases de lucha. Llegué hecho una furia y dando un portazo, lo que causó el silencio de la sala. Damaris se giró, me miró fijamente y me levanto una ceja, como si me preguntase que me pasaba. Ignoré la pregunta silenciosa y me situé a su lado para empezar la clase.

Estudiantes de todas las razas me miraban con temor, los pertenecientes a la manada porque me conocían lo suficiente como para saber que estaba muy cabreado y el resto, pues porque con la cara… pagaba.

        –¡Bien! Espero que mi segundo al mando os haya explicado de qué va esto y quienes de nosotros, pertenecientes a la manada, impartiremos la clase. –Dije bruscamente. El cabreo todavía no se me había pasado–. Iréis conociendo al resto de instructores a medida que pasen las clases. ¿Alguna pregunta?

Se hizo el silencio en el gimnasio. Los enfrenté uno a uno con la mirada, todos la bajaban con miedo a provocarme y les atacase. Cuando llegué al sector donde estaban los alumnos de Zel, crucé la mirada con el chico que tocó a mi pareja eterna. En vez de bajarla como el resto, me la aguantó con aires desafiantes. Ese niñato no me iba a desafiar delante del resto de alumnos.

        –¡Tú! ¿Cómo te llamas? –Le pregunté al niñato con agresividad.

        –Jesé, señor. –Dijo este sin rastro de miedo en su voz.

        –Pues… Darle las gracias a Jesé y empezar a correr. ¡50 vueltas al campo! ¡Venga todos fuera a correr!

Jesé me miró con desafío, se dio la vuelta y salió del gimnasio para empezar la tarea que les encomendé.

        –¿Estás bien, Abbas? Por tu carácter… deduzco que no te ha ido bien con la chica… –Él tan simpático como siempre.

        –Es insolente y mal educada, para nada dócil y sumisa. –Gruñí–. No me puedo creer que el destino, o quien sea, me haya dado una pareja eterna como ella…

        –Seguro que no es para tanto… –Me respondió Damaris en tono conciliador.

        –La he besado y me ha dado un rodillazo en los huevos. –Dije mirándolo fijamente–. ¿Crees que no es para tanto ahora?

        –Bueno… mira el lado positivo… Con esa furia y agresividad… ¡Seguro que es una diosa en la cama! –Dijo Damaris aguantándose la risa.

Me abalancé sobre él para arrancarle la cabeza.

        –¡No pienses en ella! ¡Y menos como es en la cama! –Dije con furia.

Damaris me sonrió y se aparto de mi camino, impidiéndome así que le hiciese el daño que tanto deseaba.

Meira

        –¿Qué vas a hacer si te encuentras con él? –Me preguntó Acantha, a la cual esta situación le parecía de lo más divertido.

        –¡Huir! ¿Tú qué crees? Fue todo tan raro… La forma en que me miró, me cogió y para colmo me besó… –Yo no podía salir de mi estupefacción.

        –¿Besa bien, al menos? –Acantha como siempre a lo suyo.

La miré con cara de circunstancia, pero la risa me ganó.

        –Sí… tiene unos labios muy suaves y se me removió todo por dentro. –Le susurré yo avergonzada de tenerle que contar mis intimidades, pero era mi mejor amiga, casi una hermana, no podía mentirle.

        –¡Pues que te quiten lo bailao! Tal vez si le pides perdón, no te matará y te volverá a besar y tendréis cachorritos y yo seré su madrina y… –Acantha se vio interrumpida.

        –¿Quién te va a besar y con quien vas a tener cachorritos? –Interrumpió Jesé con las cejas levantadas.

        –¡Nadie! ¿Cómo te han ido las clases? –Cambié rápido de tema.

        –Bien, lo peor fue Lucha. Creo que no le caigo bien a Abbas y según él por mi culpa tuvimos que correr 50 vueltas al campo todos.

        –¿Qué le hiciste?

        –Te juro que nada. Ya venía cabreado y no lo entiendo porque era primera hora, todavía no habíamos hecho nada… –Dijo mi hermano pensativo.

        –Tal vez se encontró con una chica, éste la besó y ella lo noqueó… ¿Os lo imagináis? –Miré a Acantha con censura para que se callase de un vez.

        –¿Desde cuándo fumas porros antes de venir a clase? –Dije yo para quitar hierro al asunto–. Venga vámonos que al final perderemos el autobús y no quiero ir hasta Zel andando, además también tenemos que recoger a Anwar.

Tras esto nos dirigimos todos hacia la salida. Yo, a medida que me iba acercando a las puertas, iba acelerando el paso. Una vez fuera, me detuve unos segundos para inspeccionar que Abbas no se encontraba por allí esperando para ejecutar mi sentencia de muerte. Por surte, el camino hacia el autobús estaba despejado, no había señales de él.

Hice el camino a paso ligero, pero en cuanto estuve enfrente del autocar, sentí una mirada que me perforaba la nuca. Me giré y puede observar a Abbas en la puerta del instituto mirándome. Su mirada volvía a estar teñida por un deje de posesión. Acantha me dio un leve empujón sacándome de mis cavilaciones y provocando que subiese al autobús. 

En cuanto estuve situada en mi asiento nuestras miradas se volvieron a encontrar a través de la ventana y puede leer como sus labios pronunciaban “ERES MÍA”. Para nada psicópata… 

AgaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora