CAP. 23 - LE CIRQUE DU FREAK.

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CAP. 23 – LE CIRQUE DU FREAK.

Acantha

Asistir al reencuentro entre Meira y su abuela, había sido todo un espectáculo. Vampiros y lobos, colmillos y gruñidos. Y aquella misma noche se añadirían las hadas y brujos, halitas y pociones. Era la primera vez que asistía al Cirque du Freak y estaba disfrutando como una niña.

Y todavía faltaba lo mejor por venir, aquella noche había… ¡FIEEESTAAA!

¿Única pega? DAMARIS.

Meira me había dicho que acabaría antes cediendo y que disfrutaría más. Pero la caza también era divertida. Damaris era mi mitad, de eso ya no cabía duda. Mi cuerpo temblaba con solo verlo. Cuando me tocaba, me deshacía por dentro y cuando se adentraba en la habitación, su olor me rodeaba y embriagaba. Lo adoraba. Pero también adoraba la forma que tenía de perseguirme. Allí donde iba, él se encontraba esperándome, con los brazos abiertos.

Era una pena que estuviésemos enfadados… Pero el muy capullo me había tirado en cara a una ex-novia suya y yo como siempre, incapaz de hablar las cosas, le había atacado verbalmente, también tirándole en cara a mi ex-novio. Así que llevábamos dos días en pie de guerra y nos estábamos dando el trato del silencio. Él me seguía persiguiendo, pero en silencio, como mucho gruñía.

Damaris

Lo había decidido. Aquella misma noche secuestraría a Acantha. Cuando acabase la celebración, me la llevaría a mi casa y hablaríamos de todos los problemas que teníamos y nos rodeaban. Primero avisaría a Iris de mi plan, no quería que aquella dulce mujer me odiase. Viendo como era Iris, no entendía como le había salido una hija como Acantha. Donde Iris era tranquila y bondadosa, Acantha era una histérica egoísta que no me daba ningún amor. Solo me faltaba arrastrarme por ella y eso no lo haría. Era su pareja eterna, no su esclavo.

Meira

Al final la ceremonia de bienvenida se había convertido en un auténtico putiferio. Si veía alguna más acercarse a Abbas le arrancaría las uñas una a una para después cortarles las manos.

¿PERO QUE LES PASABA? ¿TODAS POSEÍAN DE UN GEN RECESIVO?

Acantha no estaba mucho mejor que yo. Nos encontrábamos las dos reclinadas en una de las paredes más alejadas, sacando humo por las orejas y fuego por los ojos. Si se le acercaba alguna mujer más a Damaris, Acantha mordería a alguien. Sus dientes cada vez estaban más apretados.

Por mi parte, nunca más volvería a proponer que se realizase un evento, de cualquier tipo. Esto debía ser una fiesta de unión, donde todos pudiésemos conocernos y crear vínculos, pero si seguían frotándose de aquella manera, más de una unión se iba a crear. Joder… yo solo quería que Carlo, Adrián y el resto de amigos de Zel viniesen, por supuestísimo, no quería que viniesen ninguna de aquellas idiotas (a cada cual más guarra).

Por un lado teníamos a las mujeres que pertenecían a la corte real de Fée, el reino de los seres mágicos cuyo rey era mi abuelo. Estas, eran mujeres de exquisita belleza y elegancia, sus caras de duendecillos y hadas increíblemente bonitas, llevaban a los hombres a la deriva, como las sirenas que aparecían en la Odisea. Además, había un rumor sobre el cántico de las hadas. Decían que con estos, las hadas más poderosas, podían subyugar a cualquiera que deseasen durante años.

        –No entiendo cómo se han podido ganar tan buena fama estas lagartas con halas. –Refunfuñó Acantha–. Se ve a quilómetros que son manipuladoras. ¡Pero si hasta tienen sonrisas diabólicas! –Exclamó muy enfadada–. ¡Todos los hombres son igual!

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