¡Venga ya, Haewon! ¿A su cuarto? ¿En serio? Además, recuerda a lo que vienes. Tienes un trabajo que hacer y ese chico es tu compañero. Así que no seas gallina y adelante.

Toqué el timbre y unos segundos después escuché que alguien manipulaba el cerrojo adentro. La puerta se abrió y me encontré cara a cara con un ángel caído. Jungkook estaba parado junto al marco, con su habitual expresión seria y tenía el cabello mojado, tal vez se había acabado de bañar. Vestía un sencillo pullover blanco que le cubría todo el abdomen, pero dejaba ver unos musculosos brazos, y un short negro que le llegaba por las rodillas, además de unas chanclas negras.

Me sorprendía mucho su forma de vestir, la verdad. Para ser millonario, si porque este sitio era prácticamente un palacio, no usaba ropa de marca, aunque si se veía un poco cara. No vestía como la mayoría de los niños ricos de la ciudad.

No me di cuenta de que me quedé viéndole fijamente hasta que él carraspeó y yo desvié al mirada, ruborizada.

– Hola – le dije. Mi voz tembló un poco.

– Pasa – me dijo y se aprató para dejarme entrar.

Entré y él cerró la puerta. Si la casa por fuera era impresionante, por dentro lo era aun más. Los muebles eran los más elegantes que había visto. El suelo era de mármol blanco y puedo jurar que podía ver mi reflejo en él, y las paredes, pintadas en su mayoría de blanco, le daban un toque de elegancia impresionante. No había muchos adornos, pero los pocos que había eran muy finos y, seguramente, valiosos. Esto definitivamente era un palacio.

– Siéntate – me dijo Jungkook – ¿Te gustaría tomar algo? O...

– Estoy bien, gracias –  dije sentándome en el sofá.

Corrección. En uno de los sofás que había en la sala. Eran dos, y bastante cómodos, por cierto. Él se sentó en el contiguo sin apartar la vista de mi y yo intentaba evitar el contacto visual porque sabía que lo miraba me sonrojaría, aunque en algún momento tendré que mirarlo.

– Bien. Hablemos de lo que nos interesa – comenzó él – Te pedí que vinieras para poder conversar en un lugar tranquilo ponernos de acuerdo en lo que vamos a hacer.

La verdad es que me alegro de que no haya querido ir a mi casa porque aquello hubiese sido un desastre. Aunque estar en su casa aun me incomodaba un poco. Sus padres al parecer no estaban, por suerte.

– ¿Cómo lo vamos a hacer? – le pregunté volteando la mirada hacia él.

– Bueno, tú conoces la ciudad, ¿no? – asentí – Me dices los mejores lugares que hay y entre los dos elegimos cuál vamos a describir. ¿Sabes inglés? – volví a asentir.

¡Estúpida! ¿No puedes pronunciar ni un si? Eres. Una. Imbécil. ¿Por qué no le hablas como una persona normal? Menuda primera impresión estás dando. Tú nunca has sido tímida. ¿Qué está pasando?

¿Por qué era así con él? Nunca se me había hecho difícil hablar con un chico. ¿Por qué con él era diferente?

– Bueno, ¿tienes algo en mente? – me preguntó mirándome a los ojos. Joder, eso me ponía nerviosa.

– Eh... – comencé con la voz temblorosa – Si. Tengo varias opciones.

– Espera aquí – me dijo y se levantó.

Se dirigió a las escaleras y comenzó a subir, dejándome sola en la sala. Volví a echar un vistazo a mi alrededor, esta vez con más detenimiento. La sala no era muy amplia, pero podía llegar a resultar acogedora. Claro que yo aun no me sentía cómoda aquí.

Entonces me percaté de algo. No había empleados en la casa. ¡Qué raro! En una casa de ricos siempre hay gente que cocina, que hace la limpieza, que sirve las mesas. Pero en esta casa no había de esos. ¿Será que no tenían empleados? ¡Qué extraño! Si tenían dinero suficiente para comprar este lugar, debían tener más que suficiente para contratar personas que se encarguen de las labores del hogar. Y otra vez me estaba metiendo en asuntos que no me incumben.

El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos y me hizo estremecer. Me puse de pie. Una mujer, que debía de tener unos 40 años, más o menos, entró y al verme se sorprendió.

– Hola. ¿Quién eres tú? – me preguntó acercándose a mi.

– Eh... Me llamo Haewon – le dije un poco nerviosa.

– ¿Eres amiga de Jungkook?

Justo cuando iba a responder él apareció en las escaleras.

– Es una compañera de clase. Tenemos que hacer un trabajo en parejas – dijo bajándo y acercándose a mi con una laptop en sus manos.

– Ah. Mucho gusto – me dijo extendiéndome su mano con una sonrisa y yo la estreché – Soy Hyora, la madre de Jungkook – Tragué en seco. Intenté lucir tranquila – Ponte cómoda cariño. ¿Le ofreciste algo? – le preguntó al pelinegro.

– Estoy bien. Gracias – le dije sonriendo, intentando sonar calmada.

– Bueno, si necesitan algo me dicen. Voy a preparar la cena – dijo y se marchó a la cocina, supuse.

Así que ella misma era quien cocinaba. ¿Será que también hace la limpieza y por eso no tienen personal? Ugh. Para de indagar Haewon.

La verdad es que a veces no podía controlarme. Era demasiado curiosa y cuando algo llamaba mi atención era imposible despegar mi mente de ello.

– Entonces, ¿en qué estábamos? – me preguntó Jungkook sentándose en un sofá y yo hice lo mismo.

– Iba a decirte los posibles lugares que podemos escoger.

– De acuerdo – encendió la laptop y se movió de lugar para sentarse a mi lado.

Mi pulso se aceleró y el calor empezó a acumularse en mis mejillas.

– Comienza a decirme – dijo abriendo una página de Internet.

Comencé a mencionarle varios lugares y, a medida que los nombraba, él los buscaba en Internet. Les echó un vistazo a todos pero uno en particular captó su atención.

– Creo que el Río Han es perfecto.

– Deberías verlo de noche. Es realmente hermoso.

– Ya está entonces. Nos quedamos con el Río Han.

En ese momento salió su madre de la cocina.

– Tú padre llegará en cualquier momento. ¿Te gustaría quedarte a cenar cariño? – me preguntó.

– Oh – miré mi reloj – Lo siento pero ya se me ha hecho tarde. Debo irme.

El tiempo pasó más rápido de lo que pensé. Ya llevaba casi una hora y media en casa de Jungkook, y le dije a mi madre que volvería para la cena.

– Está bien. Pero puedes volver cuando quieras – me dijo con una sonrisa.

– Gracias – tomé mi bolsa del sofá y me dirigí hacia la puerta. Jungkook me abrió y yo salí.

– ¿Estás libre mañana? – me preguntó.

– Si. ¿Por qué?

En realidad tenía planes con Junhee, pero su pregunta me tomó por sorpresa y en ese momento no pensé en eso.

– Se supone que debemos ir al lugar que vamos que describir, para decir nuestras impresiones.

– Ah. Claro – sonreí un poco avergonzada. ¿Cómo no lo pensé? – Si, mañana estoy libre.

– Te recojo a las 6 entonces – me dijo y cerró la puerta.

No supe cómo reaccionar. Mi mente se había quedado en blanco. Aquello no era una cita, ¿cierto?

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Golden Boy [JJK]Where stories live. Discover now