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Haewon POV 

Llegué a casa tan cansada que, nada más atravesar la puerta, arrojé mi cuerpo a la butaca

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Llegué a casa tan cansada que, nada más atravesar la puerta, arrojé mi cuerpo a la butaca.

¿Por qué la última hora tenía que ser de gimnasia?

Mis brazos estaban entumidos y me dolían las articulaciones. Por no mencionar que estaba toda cubierta de sudor. Debía ir a tomar un baño, pero el peso de mi cuerpo no me permitía levantarme, al menos por un buen rato.

Escuché la puerta abriéndose, seguido de un Jimin risueño entrando por ella. Adiós a la tranquilidad.

– ¿Qué? ¿Tan poca resistencia tienes, que no puedes aguantar ocho vueltas a la pista? – me preguntó en tono burlón.

– Para ti es fácil decirlo, idiota. Tú eres deportista.

– Por cierto, hablando de eso, tu chico se unió a nuestro equipo hoy. Es realmente bueno, debo decir.

– ¿Qué chico? – pregunté con una ceja alzada.

– ¿Cuál va a ser? El que te tiene babeando como una tonta desde que llegó.

– No seas idiota. ¿Quién te dijo que Jungkook me tiene babeando? – pregunté poniéndome a la defensiva.

– Ah, pero bien sabías que me refería a él – dijo con una sonrisa maliciosa.

– Ugh. Eres un...

Mis palabras quedaron flotando en el aire, ya que justo cuando me levanté, él salió corriendo y se encerró en su cuarto.

Aunque algo de razón tenía. Puede que sea un tonto, pero no era ciego. Ese chico me tenía babeando desde la primera vez que lo vi, y cualquiera que me conociera bien podía darse cuenta.

Suspiré.

Ahora que ya me había levantado cogí mi mochila del sofá. Fui a mi cuarto y busqué rápido mi ropa para entrar al baño antes que Jimin. Él siempre tardaba más de tres horas ahí dentro haciendo yo qué sé, y yo necesitaba darme una ducha con urgencia.

***

Estaba sentada en mi escritorio terminando mis tareas cuando escuché que alguien llamaba a mi puerta.

– Adelante – dije y cuando la sentí abrirse me volteé – Ah, eres tú. ¿Qué quieres?

– ¿No sabes si mamá dejó la cena preparada? – me preguntó mi hermano, aun sosteniendo la perilla.

– ¿Aun no ha regresado? – le pregunté y miré mi reloj. Eran casi las 9 de la noche.

– No, y muero de hambre.

– La voy a llamar.

Tomé mi celular, que lo tenía a un lado de mis cuadernos, y marqué su número. Me llevó directo al buzón de voz.

Golden Boy [JJK]Where stories live. Discover now