Terremoto

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24━━━━━CAPÍTULO VEINTICUATRO. TERREMOTO.

Después de estar un rato hablando con los guardias sobre la información que sabíamos del Jefe de Magia, decidimos ir al instituto para idear el plan. Nada más entrar a Samalava, la expresión de mi cara cambió por completo.

—¡Sarah!—grité y ella corrió para abrazarme. Jon y Harry también estaban allí.

—Estamos aquí para investigar con vosotros—me dio ella.

—¿Qué tal en los ecosistemas?—preguntó Diego, que se había quedado a un lado.

—¡Muy bien!—exclamó Jon—Los terráneos son muy amables, he hecho muchos amigos, pero la investigación es dura y trabajosa. 

Los demás explicaron que ellos habían estado a gusto también en sus ecosistemas y hablamos sobre lo de Esther. A los demás tampoco les parecía normal.

—Chicos, venid—nos alertó uno de los guardias. Alguien al otro lado de la línea, estaba hablando por el walkie-talkie. No se escuchaba ninguna voz, solo moscas. Suspiramos hartos, ya que no podíamos hacer nada más. 

De pronto, se escuchó un ruido afuera. Diego y yo salimos a la entrada del insti y no podía dar crédito a lo que veía. Mi respiración comenzó a agitarse y me senté en el suelo. Era incapaz de pronunciar palabra. Diego  dio dos pasos hacía atrás y llamó a los demás, asustado. Me pasé las manos por la cara y por el pelo. Cuando los guardias salieron se dirigieron hacía delante, atemorizados. Sarah me ayudó a levantarme con los ojos como platos y Jon siguió a los guardias. Harry miraba hacía los lados y señaló al horizonte. 

—¡Allí!—gritó—He visto a alguien allí—sin pensármelo dos veces, comencé a correr. Crucé la calle y escuché unos pasos, seguí el ruido y a lo lejos me tope con una sombra. Cansada de correr, me paré a reponer aire y pensé en toda la situación. Era todo un cuadro. Continué yendo tras la sombra aún visible, y no pude evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos. Cuando pensaba que no podría cazar a la persona tras la que corría, llegué a un callejón, y allí se encontraba, apoyada en la fachada de una casa, Martha. 

Caminé hacía ella y la sujeté por las muñecas. Ella me dio una patada en la espinilla derecha y la empujé hacía detrás. Martha se golpeó con la pared, pero vino aún con más fuerza a pegarme un puñetazo en la barriga, el dolor me invadió y me quedé doblada.

Emma, tienes que hacer algo.

Emma, no puedes quedarte sin hacer nada.

Emma, ¡usa la magia! 

Me dictaba mi mente. En ese momento, no era fácil recordar ningún truco, de pronto, me estaba elevando. Pero con eso no conseguía nada, solo servía para asustar a la gente, y Martha ya sabía que era yo. Ella me agarró de las piernas y me intentó bajar del aire, pero no lo consiguió. Aproveché que no me podía hacer daño en ese instante para pensar. Martha seguía saltando y esta vez me sujetó de la cadera y me bajo al suelo, su puño se dirigía a mi cara, cuando yo me agaché. Justo después de haberme agachado, el suelo comenzó a temblar, como si se tratara de un terremoto. Martha huyó rápido pero los guardias la esperaban al final de la calle. El movimiento de la tierra cesó.La detuvieron y yo me mareé, no por la paliza, si no por lo ocurrido anteriormente, por lo del cuerpo.




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