PARTE XXIV: RASGUÑOS

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Es la primera vez que me sucede algo como esto. Lidiar con personas agresivas no es una habilidad que haya tenido que desarrollar en mi vida. Cuando se trata de discutir lo puedo hacer sin problemas, pero agarrarme a golpes con alguien, eso ya es otro nivel. Es más, la única vez que presencié un espectáculo tan bochornoso como ese fue cuando mi ex mejor amiga Oda, trapeó el piso del baño del colegio con una chica que le coqueteó a su novio de ese entonces. Ahora que le pongo cabeza al asunto me doy cuenta de tanta hipocresía, porque Oda podía tomar lo que no era suyo cuando quería, pero pobre de quién se atreviera a hacerle lo mismo.

No entiendo qué hice para enojar tanto a esa chica hasta el punto de que se lanzara así sobre mí: «¡Ni siquiera la conozco!». Viéndome perdida en mis propios pensamientos Maga me pregunta, —¿Beta, estás bien? —Tiene sus ojos color oliva abiertos de par en par y se muestra agitada. Creo que ni ella supo de dónde sacó el valor para evitar que me agredieran.

—Eso creo, pero si la cruzo de nuevo puede que no tenga la misma suerte —le respondo con mi corazón aun palpitando a mil—. Me voy Maga, no quiero arruinarte la noche.

—Pero no puedes irte sola, Beta.

—¿Por qué te vas? —dice Joel acercándose porque nos ha escuchado hablar mientras iba de camino a la barra.

—¿Quién se va? —pregunta Christopher parándose entre nosotras.

Dejo salir con fuerza el aire por mi boca antes de responder. —Yo, es que...

Maga me interrumpe porque sabe que voy a inventar algo extraordinario con tal de evitar problemas.

—La tipa esa, amiga de ustedes, quiso pegarle a Beta en el baño.

—¡Maga no! —digo clavándole los ojos esperando que se calle.

—¿Nela? —pregunta Joel con molestia.

—Si, está loca —sentencia Maga.

—Es amiga de Caro y quiere a toda costa que ella y Chris estén juntos. Cuando bebe hace cosas muy raras —explica Joel.

Christopher se enoja mucho y quiere salir a buscarla, pero yo lo detengo.

—Por favor déjalo así, si le das más atención vas a empeorar las cosas. Se ve que ha tomado demasiado, ni sus amigas pueden contralarla. Por mucho que le digas ella no va a entender razones.

—Está bien, no voy a hacer nada ahora, pero déjame llevarte a tu casa.

—No es necesario —digo y Joel interviene.

—Beta, deja que Chris te acompañe. Así nos quedamos todos más tranquilos.

—Ok —digo a regañadientes, convencida de que estar a solas con él es una mala idea.

Nos escabullimos por la puerta de atrás para no llamar la atención, Joel y Maga se encargan de contarles a los demás lo que pasó y, aunque la celebración continúa, el ambiente se siente cargado. Una vez en la calle protegidos por la oscuridad de la noche nos dirigimos hacia su auto y me sorprende al comentar: —No te despediste de Camilo.

—No nos despedimos de nadie, Christopher —respondo de mala gana y él se queda pensativo probablemente planeando su próximo movimiento.

Abre la puerta para mí como todo un caballero, camina hacia el otro lado y entra en el Subaru rojo. Se ve inquieto como si le urgiera decir algo. Se pone el cinturón de seguridad y al fin se decide a hablar: —¿entonces no tienes nada con él?

No tendría por qué responder a su repentina curiosidad, pero lo hago para dar por terminado el tema.
—Uno no puede equivocarse igual dos veces Christopher, porque la segunda vez ya no es un error sino una estupidez —digo en tono serio.

A FUEGO (Última cita)Where stories live. Discover now