PARTE VII: MAL PLAN

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Bajando las escaleras suelto un suspiro, «ahora vuelvo, voy por mi celular y el cargador». Chris se encoge de hombros y yo subo nuevamente a mi habitación. Es la primera vez en mucho tiempo que reparo en lo mal que luce mi espacio personal, es el fiel reflejo del lío que hay dentro de mi cabeza.

Antes, cuando todo me importaba, era más cuidadosa. Pero desde hace meses que no le encuentro el sentido a tener un espacio ordenado, eso sería comportarme como los demás esperan que lo haga y me cansé de ser predecible.

Llego al comedor y lo encuentro sentado esperándome para empezar a comer. Se levanta hasta que yo me siente y así nos encontramos otra vez uno frente al otro. Quiero enfocarme otra vez en el plan, aunque la primera parte haya sido un rotundo fracaso.

Los siguientes minutos me cuido de no comenzar o seguir ninguna conversación. Pronto lo único que se escucha es el sonido de los cubiertos rozando los platos. Aplicando la táctica de la indiferencia que vi a Maga repetir una y otra vez, consigo tenerlo al pendiente de lo que hago.

Tomo mi teléfono y empiezo a revisar los mensajes. Sonrío mientras los leo, no porque sean divertidos sino porque puedo notar a Christopher frunciendo el ceño porque ya no tiene mi total atención. Se le escapa un quejido en plan, si no tengo tu atención te provoco para que me notes, pero yo mantengo el personaje. Chris no puede soportarlo más, entonces pone su mano grande y masculina con dedos largos y huesudos sobre la pantalla de mi celular para hacer que lo mire.

—Perdón, voy a tratar de ser menos pesado, —dice sosteniendo un gesto de seriedad.

Tuerzo los ojos y hago una mueca porque sé que es mentira.

—¿No me crees? —pregunta manteniendo la compostura. —Pues yo tampoco dice dejando escapar su risa inconfundible.

Ese sonido explosivo solo se interrumpe cuando saboreamos las deliciosas empanadas de plátano verde y queso que Isa preparó.

—No me enojo si me invitas a comer cada vez que venga a Quito. —Me mira con ternura—. ¿Por qué no te relajas un poco con ellas?, solo te están haciendo su trabajo.

—Eso dices porque no las tienes veinticuatro siete respirando sobre tu nuca.

—Seguramente es así, pero la gente que te cuida siempre intenta estar cerca de cualquier manera. Eso puede ser molesto lo sé, pero al final del día es bueno tener a alguien que se preocupe por ti.

Me mata que me haga replantearme las cosas: primero mi desorden y ahora ellas. Parece que poco a poco se va convirtiendo en mi punto débil y eso me asusta.

Mi celular se enciende sobre la mesa y Christopher alcanza a leer el nombre del contacto, limpia su boca con la servilleta y se levanta de la silla.

—Me voy para que puedas hablar con tu nuevo amigo, y lo que me hiciste hace un rato lo voy a dejar pasar solo porque la comida estuvo realmente buena. Rodea la mesa, se acerca hacia mí y pone un beso en mi frente. Se despide con una diminuta sonrisa moviendo su mano mientras se aleja caminando de espaldas hasta llegar a la puerta. Su reacción me desconcierta, no quiero que se vaya, aún no he comenzado con mi plan.

Ignoro la llamada porque ya no estoy de humor para hablar con nadie. Agacho mi cabeza sobre la mesa y la cubro con mis manos con la intención de mantener por más tiempo sobre mi piel la sensación que su beso me dejó. Cualquier insinuación suya me confunde, me provoca, se entromete en mi cabeza y se queda, él es un experto y yo solo una principiante con un mal plan.

Permanezco así algún tiempo hasta que las ideas que rondan por mi cabeza desahogando mi ansiedad me piden que las escriba. Desbloqueo mi celular y luego de tipear algunos versos abro las fotos buscando una imagen para hacer un post con ella y encuentro mi carrete lleno de fotos de Christopher.

A FUEGO (Última cita)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt