PARTE XVIII: ERRORES

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Tomo el auto de mi papá con la intención de hacer de mi ida a la discoteca una visita muy breve. Mi plan es sencillo: llegar, hablar con Arón, ver a Samuel y salir a buscar a Christopher. Parqueo en una de las calles laterales un poco alejada de la entrada principal porque no quiero pasar tiempo esperando por un lugar. En la puerta me entregan un brazalete morado porque Samuel me ha puesto en la lista preferencial, lo que significa que tengo acceso al área privada donde están los artistas que se presentarán esta noche.

Entro con el corazón acelerado porque hoy será la primera vez que Arón verá a la verdadera Beta. Estoy en el segundo nivel desde donde puedo observar como el lugar se va llenando con rapidez. En el área VIP hay poca gente pues como tiene un acceso privado se puede llegar a cualquier hora y entrar sin perder tiempo haciendo fila.

Ya van tres veces que reviso mi celular sin saber qué es lo que busco. Salto de aplicación en aplicación nerviosa pensando en lo que podría pasar. De repente siento que me abrazan por la espalda y me encuentro a Samuel, tiene una sonrisa inmensa en su cara, se nota que está disfrutando cada segundo de su tan ansiado debut.

Hablamos un poco, lo felicito por lo genial que se ve la puesta en escena y aprovecho para contarle mi versión detrás del rompimiento con su amigo. Él sabe que yo no soy la bruja que Miguel, Oscar y Polo pintan, pero tiene claro que los problemas de una pareja son de dos. Por supuesto acepto mi parte de la responsabilidad y él cree en mí porque me conoce. Pasan los minutos y Samuel se da cuenta de que estoy inquieta paseando mis ojos por todo el lugar.

—Esperas a Arón, ¿no es así?

—Si —le confieso mordiéndome las uñas sin querer.

—Deben estar por llegar —dice apretando mi hombro en señal de apoyo.

Me enseña la lista de las canciones que eligió para esta noche que incluyen temas suyos y algunos covers de sus canciones favoritas. Dando un vistazo a la primera hoja leo una frase y automáticamente la canción se reproduce en mi cabeza. Recuerdo que la escuché por primera vez cuando Arón me invitó a conocer a sus amigos. Yo estaba nerviosa y él pretendía estar calmado, fue allí cuando Samuel me adoptó en aquel grupo que parecía rechazar todo lo que soy.

Aquellas experiencias parecen tan lejanas hoy después de todo el cariño y tantas peleas. Darle un buen final es lo menos que merece esta relación, porque fue importante y porque me despertó en muchos sentidos. Samuel no puede quedarse más porque lo llaman a probar unos equipos, así que me deja sentada en la barra y va a reunirse con su banda. Sobrepasada por la espera decido pedir algo. Sé que no puedo beber cualquier cosa porque el Xanax no se lleva bien con el alcohol así que me decido por un inocente Shirley Temple. Un par de sorbos después puedo ver con la esquina de mi ojo a un tipo que se sienta junto a mí y que se mueve inquieto queriendo iniciar una conversación. Yo tengo demasiadas cosas en la cabeza como para embarcarme en un ida y vuelta con un extraño, así que evito cualquier tipo de contacto con él para no darle la oportunidad de dirigirse hacia mí. Me siento dándole la espalda al tipo del tatuaje en el cuello, pero cuando quiero volver a tomar mi bebida veo que está casi en frente de él. No recuerdo haberla dejado allí, pero por lo nerviosa que me siento, continúo bebiéndola restándole importancia a mi observación.

Moviendo los hielos en el fondo del vaso escucho la voz desagradable de Polo cada vez más cerca. Al fin entran en la discoteca, Miguel, Oscar y Polo acompañados por un grupo de chicas nuevas, pero del mismo estilo que buscan siempre. Un poco separado de ellos viene Arón, envuelto aún en el humo del cigarrillo electrónico que no sabía que fumaba. Es aún más sorpresivo para mí que camine con su brazo recargado sobre el cuello de la rubia espectacular que me señaló donde estaba el baño el día que tuve el ataque en casa de Oscar

A FUEGO (Última cita)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz