PARTE XXII: LA MITAD DE UN CORAZÓN

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El tiempo pasa jugando a mi favor, la relación con mis padres sigue sanando y cada vez me siento más estable. No todo es perfecto, pero está muy lejos del caos que llegó a ser meses atrás. Hoy recibí una buena noticia. Pese a lo mal que comencé las clases, finalmente conseguí aprobar el semestre preparatorio y estoy lista para ingresar a la carrera de Lingüística y empezar a hacer lo que realmente me gusta.

Busco a Emilia en la cafetería de la universidad y le agradezco por haberme dado la oportunidad de escribir, ella me da una felicitación que siento muy sincera y las dos acordamos seguir trabajando juntas a distancia. Era importante para mí compartir este logro con ella, no somos confidentes ni mucho menos, pero, a su manera, ella vio luz en mí incluso en mis momentos más oscuros.

Continúo caminando por el patio central del lugar que consideré mi cárcel por mucho tiempo y no logro sentir nostalgia. Seguramente porque me encargué de nunca pertenecer a este ambiente tan ajeno a mis deseos. Al único que voy a echar de menos es a Arón y su sentido del humor tan retorcido, porque finalmente él fue la razón principal por la que terminé asistiendo regularmente a clase. Hablando del diablo... Veo a mi ex amor atravesar el pasillo acercándose lentamente hacia mí con su característica sonrisa inexistente, el cigarrillo en la mano y esa presencia insoportablemente sexy.

—Hola Beta —dice detrás de la cortina de humo que acaba de dejar salir de su boca.

—Pensé que habías dejado de fumar —respondo confundida.

—Lo intenté, pero ese no soy yo —responde mientras presiona la colilla sobre el platillo de metal que tiene el basurero.

Al fin ha llegado el momento de hablar de lo que pasó, nos sinceramos y de a poco el ambiente entre los dos se va haciendo ligero.

—Beta, discúlpame por haber actuado como un idiota.

—No te preocupes, no sabías que me habían drogado, yo tampoco lo sabía y el pobre Samuel terminó pagando por todo.

—Sí lo sé, ya me disculpé con él. Pero no me refiero solo a esa noche sino a mi actitud durante todo el tiempo que estuvimos juntos.

Me quedo callada porque eso no me lo esperaba.

—Mis amigos pueden ser...

—Como una patada en el estómago, eso lo sé —digo completando su frase.

—Sí —dice apretando la punta de su nariz viéndose nervioso—. Pero el verdadero problema es que yo permití que te molestaran y no te defendí.

—Acepto tus disculpas, yo sé que uno a veces se ciega con sus amigos, pero es bueno reconocer que ellos también se equivocan y no seguirles el juego.

Me abraza fuerte y al fin siento que yo también lo hago desde el lugar que me corresponde, siendo su amiga. Me da pena saber que no puse todo de mí en esa relación, tal vez la historia habría sido diferente si es que no crecía bajo la sombra de un tercero.

A medida que los minutos pasan la conversación va entrando en terrenos delicados.

—Cuéntame, ¿Christopher y tú ya están juntos?

Fijo la mirada en el piso porque se me hace raro topar ese tema con él.

—Ya veo que no. Espero que se decida pronto porque, aunque creo que es un buen tipo, si tengo una nueva oportunidad no la voy a desperdiciar.

Me sonrojo porque su coqueteo descarado me puede. Para recuperarme, desvío un poco el tema. —Y tú, ¿cómo sabes que es un buen tipo?

—Después del encontrón que tuvimos en tu casa cuando pasó lo de Samuel, al ver su reacción me di cuenta que solo quería que estés bien.

A FUEGO (Última cita)Kde žijí příběhy. Začni objevovat