Capítulo 13

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Desperté con un brazo de Sam envuelto en mi cintura y su cara metida en mi cuello, su respiración aún suave indicándome que aún no estaba despierto. Me dolía la espalda y el cuello, el hombre se había pegado a mí como una lapa y no había cambiado de posición en mucho tiempo.

Me moví, y él se acurrucó hacia el otro lado. Me levante e hice mis negocios en el baño, al salir él estaba sentado en la cama con su pecho desnudó, se estaba frotando los ojos, y con su pelo todo desgreñado lo hacía parecer un poco mas joven de lo que era, y por supuesto el hombre era hermoso.

—¿Porqué te levantas tan temprano? —pregunto y me encogí de hombros.

—Tengo algunas cosas que hacer.

—¿Justo ahora?

—Dentro de par de horas.

El suspiro y me hizo señas para que me acercara a él. Lo hice, y me abrió espacio entre sus piernas, pegando mi espalda a su pecho. Sus manos acariciando mi estómago mientras el susurraba algo en otro idioma.

—Tenemos que hablar. —dijo luego de unos segundos.

—Soy todo oídos. —murmuré disfrutando de lo que me hacían sentir sus manos sobre mi cuerpo. El se río entre dientes.

—Nena, no me estás prestando atención.

—Si lo estoy haciendo.

—Ujum, vamos, hablaremos en el desayuno.

Asentí, y él me levanto como si no pesara nada. Apoye mi cabeza en su pecho, la verdad podría acostumbrarme a esto.

Ya en la cocina Max estaba sentado en la mesa, sus píes diminutos se balanceaban de adelante hacia atrás. Una señora estaba cocinando lo que supuse era el desayuno.

—Buenos días. —salude mientras besaba la cabeza de mi sobrino hermoso.

—Tía Azul. —sonrío mostrándome todos sus dientes. Me sentí feliz, esa sonrisa lo era todo para mí. Quise comerlo ahí mismo. Sam tomó asiento en la mesa mientras revolvía el pelo del chico, —Tío Sam.

La comida fue servida y comimos en paz y armonía, de vez en cuando Sam agarraba mi mano y me daba una mirada que me atrevía a decir que tenía algo de afecto.

Cuando todos terminamos, se levanto y cuando volvió le entregó un iPad a Max, este rápidamente se levanto de la mesa y corrió hacia el sofá.

Levante una ceja hacia Sam, haciéndole una pregunta silenciosa.

—Es un regalo. —Asentí.

—Así es como compraste al chico. —sonrío.

—Si con eso te refieres a que compré, una bicicleta, unos patines, algunos otros juegos, y  ordene que llevaran al chico y a sus amigos a comer pizza en un día de juegos, pues entonces si, eso hice.

Ya nada me sorprendía.

—¿De qué querías hablarme?

La señora se acercó a recoger los platos, le agradecí y luego desapareció. Él se pasó la mano por el cabello despeinando un poco más.

—Mantén tu mente abierta cariño, por qué lo que te diré, si no mantienes la mete abierta, pues no entenderás nada y tal vez yo corra con la mala suerte de perderte y ahora es lo que menos quiero. ¿Entiendes?

Se extendió algo en el lado de mi corazón por lo que el dijo, así que lo mire por un momento y asentí.

—¿Sabes cómo empezaron mis negocios? —Negué. —Bien.

Casada con un mafiosoWhere stories live. Discover now