Capítulo 2

47.7K 4.2K 889
                                    

                 
SKYLAR

Me senté apresuradamente en la silla de mi escritorio, antes de escuchar el pitido del teléfono anunciando que mi jefe me solicitaba en su oficina. ¡Joder! Me levanté del asiento, dejando mi bolso encima del escritorio y alcanzando el botón de encendido del Mac, antes de salir de mi oficina y tocar la puerta de mi jefe.

—Pasa.

Abrí la puerta, como siempre, con bastante esfuerzo, para luego dejar que se cierre detrás de mí. El señor Collins hizo un gesto con la mano para que me sentara, y así lo hice. Estaba exhausta y cansada, normalmente cuando me estoy en casa con Max, funciona para relajarme, pero ayer en la noche había sido diferente, sólo había que hacer una ecuación:

Trabajo + Max despierto = A una Skylar cansada y con ojeras.

—¿Sabes por qué te he llamado? —los ojos verdes de mi jefe se posaron en mí, mirándome fijamente, lo que hizo que me sintiera incómoda bajo esa mirada.

—No. —respondí.

Él tomó una mejor postura en la silla: reclinándose en ella y poniendo su codo en el reposa brazo, dejando su barbilla descansar en su mano. Una posición bastante inapropiada de Sam Collins.

Él se volvió a mover antes de sacar una carpeta con unos documentos de debajo de su escritorio, para luego dejarla enfrente de mí.

—Ábrela.

Tomé la carpeta con manos firmes y la abrí. Mi mandíbula casi se cae al suelo al ver lo que contenía la carpeta, hubiese deseado no haberla abierto. Cerré los ojos con fuerza antes de volver abrirlos y ver que sí, era todo real.

—No puede ser. —fue lo único que salió de mi boca antes de poder detenerlo. Sentí la sangre drenar de mi rostro y volver a subir, y volver a drenarse de nuevo. — ¿Cómo obtuvo esto? Ésta-Ésta información no existe.

O eso pensaba.

—Investigo a mis empleados. —se explicó con simpleza.

Lo miré a los ojos, desafiándolo.

Maldita sea, ya estaba todo perdido, y tendría suerte si salía ilesa de esta.

—Esto es invasión a mi privacidad. —mascullé, con los dientes apretados.

—Como yo lo veo, es un delito sin pagar.

No, no podía ser posible...

Jack me había prometido que nadie se daría cuenta, y mi hermano estaba demasiado equivocado, porque Sam Collins ya sabía quién había matado a mi padre.

— Cuéntame ¿Qué hace tu hermano en una camilla de hospital, vagueando?

—Está en coma. —mascullé de nuevo.

—Vagueando, es como yo lo veo.

—¿Usted ve muchas cosas, verdad? —él me ofreció una sonrisa atrevida.

—Sí, soy muy observador.

—Si tan observado es ¿Por qué no lo mira usted mismo?

—No vas a cooperar ¿Verdad?

—Si va a despedirme ¿Por qué no lo hace ya y nos ahorra todo esto? —Él cambió de postura y apoyó sus brazos en el escritorio.

—Necesito que hagas algo.

—No puedo ayudarlo.

—Lo vas hacer si no quieres que esa información llegue a una estación de policía. —Me tensé en mi asiento y sé que él lo notó, pero aun así no quise darme por vencida, esa no era mi forma.

—¿Sam Collins amenazando? —bufé.

—Te conviene mantener la boca cerrada, es sólo una advertencia.

¿Cómo había llegado a esto? ¡Jesús! Tenía ganas de lanzarme contra él y matarlo, tenía ganas de patalear como una niña chiquita en el suelo, tenía ganas de lanzar cosas contra la pared, pero a pesar de todo,  me quedé callada mientras sus labios lucían una sonrisa triunfante.

—Vas a convertirte en mi esposa.

—¿Está jugando, cierto? —pregunté rápidamente.

—No. —respondió tajante. —Vas a convertirte en mi esposa. Y esto,  y tu secreto, quedarán entre nosotros.

—No debo confiar en una persona que me chantajea para conseguir lo que quiere. —me crucé de brazos.

—No tienes opción, Skylar.

Y como lo veía, claro que no tenía opción. Era eso, o dejar  a mi sobrino sin padres; porque Key también había ayudado en... ese asesinato.

—¿Está seguro de que quiere una asesina como esposa? —Él me miro de arriba abajo antes de responder.

—No podrás hacer nada, eso tenlo por seguro. Además, no fuiste tú quien mató a tu padre. —Él hizo una pausa, pensando en algo antes de volver a hablar. —Tu hermano debió de contratar personas que estuvieran dispuestas a guardar silencio sobre toda costa. —no dije nada y empecé a hundirme en la desesperación.

Maldita sea.

—¿Por qué yo?

—Eres mi asistente. Además de mi madre, tú eres la que más me conoce.

—No lo conozco. —Él hizo una mueca.

—No lo necesitas. —dijo negando con la cabeza antes de volver a mirarme.—Vas a manejar algunos de mis negocios y estarás a mi lado en algunos eventos donde sea de interés tu presencia, mi estatus de matrimonio me hará algunos negocios más fáciles, es simple, nada que tu cerebro no pueda procesar.

—¿Qué gano yo con esto?

—La factura del hospital donde se encuentra tu hermano paga, trasladarlo a una clínica de estatus privado, una mejor vida para tu familia. ¿No es eso bastante?

Y ahí estaba yo, acorralada como un gato en un callejón con perros rabiosos, deseosos por lastimarme; en éste caso, estaba acorralada por mi jefe, sin ninguna salida a mi disposición.

—¿Qué le dirá a la prensa? Nadie creerá ésta mentira.

—De eso me encargo yo. —sacó unos papeles de donde había sacado los primeros y los dejó enfrente de mí. Ésta vez se levantó de su silla y se posicionó detrás de mí, sentí el sudor correr por mi espalda a pesar de estar debajo de un aire acondicionado, un escalofrío recorrió mi cuerpo sin piedad, haciéndome jadear. —Firma. —dijo, tendiéndome una pluma. La miré con desconfianza. —No tienes opción, Skylar.  —Mi nombre en sus labios había sonado algo escalofriante.

Tomé la pluma y miré el papel.

Vamos, Skylar, tú puedes hacerlo, piensa en Max.

Max. No podría vivir sabiendo que lo llevarían a una casa de acogida.

Maldita sea.

Firmé el maldito papel rápidamente y sin mucho miramientos antes de cerrar la carpeta de cuero negra y dejar la pluma encima de ésta.

—¿Cuándo es el divorcio?

—No nos hemos casado y ¿Ya estás pensando en eso?

—Velo por mis intereses, señor Collins. —Lo sentí moverse detrás de mí, unas manos frías y fuertes se posaron en mis hombros para luego tener su boca susurrando las peores palabras que podía haber escuchado.

—Señora Collins, esto es hasta que la muerte nos separe. Amén.

Casada con un mafiosoWhere stories live. Discover now