- Cuanto te vi lo supe -Dijo en pelinegro sujetando el brazo del castaño.
- ¿Supiste que? -Preguntó al borde del llanto, dejando ver sus ojos cristalizados.
- Supe que conecte contigo -Soltó el chico con rubor en sus mejillas -Fué como si hubiera co...
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POV TAEHYUNG
—Hoy está nevando, el frio sin duda me envuelve por completo— Fue lo primero que paso por mi cabeza mientras me ponía aquel abrigo café que había comprado justo cuando empezaron las tormentas de nieve, tome mis llaves con el adorno de playa que me había dado mi mejor amigo, tenía tonos dorados con pequeños dibujos de conchas y estrellas de mar. También tome mi cartera y esperé por un taxi que había llamado unos 5 minutos antes, no tarde mucho en verlo doblar la esquina, y tampoco tarde mucho en volver a pensar. Era algo en mí que aún dolía inexplicablemente después de que vine a vivir en Seúl.
Cada mañana, tarde y noche era como si sintiera que algo me faltara y no tenía remota idea de que podía ser, pero era claramente la idea que siempre estaba metida en mí, dando vueltas como si de un pequeño roedor trapeando por las paredes se tratase. Se suponía que debía estar feliz de haber salido de un gran infierno como era en el que estaba viviendo hace apenas unos años, que tenía que estar feliz por ser lo que ahora soy, pero siempre sentía que me faltaba algo, siempre ese sentimiento de tristeza que me invadía por completo, esos pensamientos que me decían que mi vida es un total misterio, al menos las cosas que no recuerdo de esta misma, que basta un segundo de plenitud para llenar toda una existencia de áridas rutinas, la misma rutina de siempre, donde Taehyung se levanta, se lava los dientes, la cara y se da una relajante ducha para después vestirse e ir a su trabajo, donde desayuna, trabaja, come, trabaja, hace cuentas, cierra y regresa a casa, cena, se ducha y se vuelve a cepillar los dientes para irse a dormir y las pocas veces que lograba romper aquella rutina era cuando mi mejor amigo Jimin me sacaba a beber o pasarla bien en alguna fiesta.
Pude notar a aquellos niños corriendo debajo de ese cielo negro con tonos azules y aquellas manchas blancas cayendo de él, me gustaba pensar en que las estrellas se rompían en diminutos pedazos y se congelaban en el aire para convertirse en copos de nieve, pero mi imaginación es solo eso —Imaginación— Los niños extendían sus manos para poder tocar la nieve y esos otros pequeños sacando la lengua para poder comerla. La risa salió automáticamente de mis labios al verlos ser tan felices, parecían ositos de peluche, tan tiernos, pequeños y llenitos, y sus padres sonrientes a tan solo unos metros de ellos, filmando todo aquel fotograma.
Yo... relamente suelo envidiar esto a primera vista, muchas veces he soñado con casarme y formar una familia, pero nunca ha llegado una persona tan perfecta, he salido tanto con chicas como con chicos en lo que me resta de memoria, y suelo durar más tiempo con los chicos que con las chicas, igual siento que el género no importa en estas cosas de una relación, solo quiero sentirme amado y amar.
Pero... regresando a aquella imagen tan familiar, supongo que eso debe de ser el amor, verlos así de felices y con ese brillo en sus ojos... ¿O quizás es por la nieve que sus ojos brillan de aquella forma? Me pregunto si será por amor por lo que la nieve comienza a besar tan delicadamente a los árboles y el pavimento, cubriéndolos luego de una forma presurosa. Me gusta la nieve por que suele pesar poco, pesa menos que el aire límpido, el sol y la lluvia, la nieve es tan blanca y pura que si fuera por mi le pondría un nombre, cada vez que veo la nieve es como si quisiera decir un nombre, a veces lo siento tan distante y otras puedo saborearlo en la punta de la lengua, pero supongo que termina siendo algo tan limpio como la nieve y por eso tengo tantas ganas de poder decirlo.
