Capítulo 15: La presa y el depredador

Zacznij od początku
                                    

Noté su sorpresa, mis palabras impactándolo. Se veía cómodo conmigo a cuestas, como si yo pesara menos que una pluma. Con mis brazos sobre sus hombros, me sentí más cercana a él que nunca.

—Juliette —gruñó, apretujando mis muslos, intentando contenerse—. No creo que sea buena idea.

—¿Por qué no? —pregunté con un mohín.

—Tus hermanos están por llegar.

—Acaban de irse —señalé.

—Sí, pero...

—¿No quieres?

Me miró con una mueca de obviedad, como si mi pregunta lo hubiera ofendido.

—Por supuesto que quiero morderte, Juliette. Desde que te conozco, siempre tengo hambre de ti. Nunca he sido un vampiro avaricioso, pero a veces temo que te comería entera si bajas la guardia.

—Pues mi guardia está baja —pronuncié lentamente, con coquetería.

—Juliette —su voz se puso ronca, sus barreras comenzando a caer lentamente.

—Solo hazlo —supliqué.

No logró resistirse. Sentí con gran claridad como su boca se apoderó de mí cuello. Sus labios primero jugaron con la suave carne, repartiendo besos, logrando que mi piel se erizara ante su toque. Dejó un pequeño lengüetazo, justo antes de clavar sus colmillos con fuerza.

Solté un gemido doloroso, justo antes de sentir como mi cuerpo comenzaba a arder. La lengua de Donovan se encargaba de limpiar y beber cada gota de sangre, sediento. Sus manos se crisparon, su cuerpo se estremeció. Todo en mí colapsó cuando me mordió, cuando el placer me embargó y me entregué a él.

Lo tomé con mis manos del cabello, sosteniendo su cabeza junto a mi cuello, en una muda petición de no parar.

—Donovan —gemí.

—Calla —gruñó, sin despegar sus labios—. Calla, Juliette.

—Pero —intenté decir.

Me dio una pequeña nalgada. Más que provocarme dolor, me dejó con ganas de más.

—Silencio.

Era imposible. No podía obedecerle incluso si quería. Estaba consciente de cada centímetro de mi cuerpo que entraba en contacto con Donovan. Su calor me enloqueció, mientras que sus suaves besos en mi cuello encendían algo que no sabía que me pertenecía.

Ya no sangraba. No sabía cómo estaba tan segura, pero algo me decía que Donovan apenas llegó a morderme, preparándome lentamente para dejarme con los recuerdos.

Porque a diferencia de las veces anteriores, yo estaba muy consciente de lo que sucedía.

Como si estuviera embriagada, pero lo suficientemente despierta como para querer más.

Sin embargo, si no tenía cuidado, podría terminar follándolo en medio de la sala, ignorando cuando mis hermanos volverían a casa.

—El recuerdo... —murmuré.

—Fue apenas un mordisco —explicó lo que ya sabía—. No puedo dejarte afectada cuando tus hermanos ya están por llegar. Además, tantas mordidas en poco tiempo podrían afectar tu salud.

—Oh.

Pese a sus palabras, no me soltó. Se quedó junto a mí hasta que el efecto de su mordida fue pasando, poco a poco. Su mirada sobre mí era casi... Tierna. Como si le resultara adorable el hecho de que lo deseara.

Todo mi cuerpo lo reclamaba como suyo. Y por más que quisiera negarme, parecía que mi cuerpo actuaba solo.

Tomé su rostro entre mis manos, permitiéndome detallarlo a gusto. Sus iris rojizas ya no me sorprendían. Tenía grandes pestañas, cejas pobladas y rasgos finos. Nunca antes había pensado que un hombre podía ser hermoso, pero justo frente a mí se encontraba él, haciéndome cambiar de parecer.

Donovan Black (En edición)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz