𝑬𝒍 𝒑𝒓𝒆𝒄𝒊𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒓𝒆𝒏𝒄𝒐𝒓 (𝑴𝒆𝒍𝒊𝒐𝒅𝒂𝒔𝒙𝑶𝒄)

Capítulo 7

Nuestras calmadas respiraciones es lo único que se puede escuchar, nos encontramos sentados en los taburetes de la barra, nuestros codos se rozan levemente cuando el lleva el tarro a sus labios para beber del líquido, enviando descargas eléctricas a todo mi cuerpo.

Sus ojos brillan y parecen focos en la oscuridad del lugar, toma aire y lo suelta, sé que está pensando como preguntarme para que de alguna manera no me enoje, pero el alcohol ha hecho que mi cuerpo y mi mente estén relajados.

-Nea, ¿quién era ese hombre?, el que apareció en la necrópolis- pregunta posando aquella verde e intensa mirada sobre mí, cierro mis ojos mientras tomo una bocanada de aire-no tienes por qué responder, no quiero que te sientas presionada a contarme-se apresura a hablar y yo niego con mi cabeza.

-es mi padre- respondo mientras miro el líquido que baila en el recipiente cuando lo muevo levemente-y sé que te preguntas sobre nuestra conversación-una mirada culposa aparece y se rasca el cuello.

-¿Quiénes eran las mujeres de las que hablaste?- su pregunta hace que un nudo se instale a mi garganta.

-Mi madre y mi hermana menor, fueron asesinadas y no pude hacer nada para evitarlo-mi corazón se oprime ante el recuerdo, pero me sorprendo cuando veo que toma mi mano y la aprieta en señal de apoyo, no sé porque este gesto hace que tenga muchas más ganas de llorar, ese gesto es extraño para mí, sus ojos están envueltos en un aura cálida.

-sabes, tú me recuerdas a alguien que conocí hace mucho tiempo-comienza-eres igual de terca, obstinada y orgullosa-sus ojos se posan en los míos y una media sonrisa triste aparece-lastimosamente, como tú, tampoco la pude proteger-su voz termina la última silaba de manera pastosa.

Tomo sus manos, cierro mis ojos y me concentro, la imagen de una hermosa peli rosa aparece en mi mente, está junto a Meliodas, están abrazados y luego el escenario cambia, está lloviendo y puedo distinguir entre la lluvia al rubio abrazando a la chica que se encuentra reposando sobre el suelo y su espalda recostada contra una columna en mal estado, pero ella está muy herida, parece que muere y esto provoca que el rubio sea rodeado por un aura oscura, destruyendo todo a su paso.

Abro mis ojos, su mirada triste esta sobre nuestras manos unidas, separo mi mano derecha levemente para dejarla caer en su hombro izquierdo.

-Era muy bonita, pero, ¿no se parece mucho físicamente a la princesa? - sus gemas jade denotan asombro, y su boca se abre levemente, pero nada sale de ella-he visto tus recuerdos-digo con voz neutra contestando su interrogante.

-¿puedes hacer eso?- pregunta y yo asiento- respecto al parecido con Elizabeth es algo complicado-por segunda vez asiento, no quiero presionarlo, él no lo hizo conmigo.

-te voy a mostrar algo-dicho esto tomo sus manos y nuestros ojos se encuentran antes de que los cierre.

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𝘋𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪𝘷𝘢 𝘦𝘭 𝘳𝘶𝘣𝘪𝘰 𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘺 𝘴𝘦 𝘥𝘢 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘵𝘢𝘣𝘦𝘳𝘯𝘢, 𝘦𝘭 𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘩𝘶́𝘮𝘦𝘥𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘶𝘴 𝘧𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘯𝘢𝘴𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘢𝘴 𝘨𝘰𝘵𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘭𝘶𝘷𝘪𝘢 𝘴𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘳𝘦𝘭𝘭𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘴𝘰𝘴 𝘮𝘦𝘵𝘢́𝘭𝘪𝘤𝘰𝘴 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘨𝘪𝘳𝘦 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰 𝘺 𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘧𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳 𝘷𝘦𝘴𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘢𝘳𝘮𝘢𝘥𝘶𝘳𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘦𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘢 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘦́𝘭, 𝘴𝘶𝘴 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘰𝘴𝘤𝘶𝘳𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦, 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘦𝘫𝘪𝘭𝘭𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘯 𝘭𝘦𝘷𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘰𝘴𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘧𝘳𝘪𝘰 𝘺 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘯 𝘮𝘢́𝘴 𝘣𝘳𝘪𝘭𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘳𝘦𝘭𝘭𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢𝘴 𝘭𝘢́𝘨𝘳𝘪𝘮𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘢 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘣𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘤𝘢𝘴, 𝘭𝘢 𝘴𝘪𝘭𝘶𝘦𝘵𝘢 𝘧𝘦𝘮𝘦𝘯𝘪𝘯𝘢 𝘭𝘰 𝘢𝘵𝘳𝘢𝘷𝘪𝘦𝘴𝘢 𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘰 𝘳𝘢́𝘱𝘪𝘥𝘰.