Capítulo III [La calma antes de la tormenta] (2)

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Parte 2


— ¡¿Cómo me veo, señor Arnus?! ¡¿Me queda bien?! —pregunta Narea, luciendo una armadura ligera compuesta de un peto que le cubre el pecho, una pequeña falda que facilita el movimiento, telas que cubren las cicatrices causadas por látigos en su cuerpo y botas y brazaletes metálicos. En adición a esos detalles, trenzó su cabello y cambió el pinche que usaba. La imagen que mostraba era adorable y estaba muy lejos de representar a una guerrera asesina con alta experiencia de combate.

Arnus observa a la chica con satisfacción, levanta su pulgar en señal de aprobación, en conjunto con el hombre-cerdo que era el vendedor

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Arnus observa a la chica con satisfacción, levanta su pulgar en señal de aprobación, en conjunto con el hombre-cerdo que era el vendedor. (Quien de paso tenía una protuberancia en su cabeza luego de ser golpeado en reprimenda por el príncipe).

—Sí, te queda. Te ves muy linda, Narea.

—G-gracias... —Narea se sonroja de vergüenza ante las palabras de su compañero.

—Bien, ahora a buscar un lugar dónde pasar la noche, Tina, ven a... —Arnus fija su mirada en el lugar donde debería estar la chiquilla. Sólo ve un puesto vacío.

«¡¡No está!!»

—Vaya, ¿en dónde se habrá metido la señorita Tina? ¿Se habrá adelantado a nosotros?

—No, conociéndola está causando más problemas... —Arnus pareciera tener una gran jaqueca y se cubre la frente con su mano.

—Jaja, señor, veo que la conoce muy bien. ¿No ha considerado tomarla por esposa? Serían una buena pareja.

— ¿Lo dices enserio? ¡Es una niña! ¡Y yo soy un viejo Shezenvalery de más de doscientos años!

— ¡No hay edad para el amor, señor Arnus! ¡Aunque la diferencia sea abismal, en las leyendas cuentan historias de dioses que se enamoran de mortales!

—Esos son sólo mitos, Narea. Además yo... —Arnus hace una pausa, pensativo—. Ya no soy lo que era cuando joven, y no lo digo por la diferencia de edad. Podrías decir que es una maldición, mi organismo ya no funciona de manera normal.

— ¿Eh? ¿Qué quiere decir eso, majestad? ¿Sufre de impotencia? —comenta Narea, pero luego se tapa la boca y se poner roja como un tomate.

—Oye, no saques conclusiones erradas, mi pene funciona perfectamente. En vez de decir tonterías deberíamos buscar a Tina antes de que nos haga enemigos de la ciudad entera.

Dicho esto, continúan su camino en busca de la pequeña y peligrosa Talavalery. Pero el rostro de Narea indica que todavía quiere saber sobre las circunstancias de su señor, por lo que Arnus sigue con el tema anterior.

—Yo ya no soy un hombre mortal Narea. No envejezco ni necesito comer realmente, fui maldecido y bendecido a la vez. Podré velar siempre por mi especie, aunque considero que sería injusto ser un rey eterno, así que pienso dejarle el reino a las futuras generaciones en algún momento —dice mientras caminan por un callejón. Sin considerar la sorpresa de su acompañante.

Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora