Capítulo IV [Traición] (1)

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Parte 1


«Mami te quería mucho...»

¡Paf!

Resonó el golpe en la mejilla de la pequeña niña. La chica se frotaba con dolor y lágrimas en su rostro. La fría mujer la observaba sin mirarle a los ojos. Aquella a quien reconocía como su madre y la única persona con la cual comparte su habitación actualmente. Antes había más, pero después de cierto tiempo dejaron de moverse y fueron llevadas al exterior para nunca volver.

—Te he dicho mil veces que no te pongas a llorar. ¿Tienes hambre? Pues vete a comer esas sobras —dijo con tono molesto y sin disculparse en absoluto mientras señalaba con el dedo un plato mohoso con trozos putrefactos del pescado del día anterior. Las moscas revoloteaban sobre la comida y las heces cercanas a ella, disfrutando de su propio festín.

Este era un día común y tranquilo. El golpe fue más suave que otras veces, por lo que la pequeña se encontraba de un mejor humor. Aquella mujer, la que muchas veces le ignoraba completamente, le estaba prestando algo de atención. Aunque claro, hubiese preferido que no la golpeara, pero ya era habitual viviendo durante cinco años con la misma persona.

«Me pregunto si alguna vez me quisiste también.»

Por las noches, a veces la pequeña, entre sueños, sentía una mano temblorosa acercarse a su cabeza. Pero siempre antes de posarse sobre ella se detenía abruptamente.

Medio dormida no comprendía bien las palabras que se le decían, pero una vez captó un fragmento de frase «...no, definitivamente no puedo amarte...», lo que le provocó un inmenso dolor en el pecho, sintiendo como la angustia pasaba por su garganta. Sin embargo, al despertar, seguía estando en la misma habitación, con la misma persona acompañándola. No comprendía las razones, pero se sentía inmensamente feliz de no ser dejada sola en la oscuridad.

Durante cierto día, el chirrido de los barrotes moviéndose sonó estruendosamente. Nunca le gustó ese sonido, pues siempre indicaban la llegada de «él».

«Él» a veces llegaba solo y otras acompañado. Su cuerpo era robusto y su pelo azul oscuro. Su sonrisa no era amable en absoluto y sus ojos le causaban terror. Prefería ser mirada con la indiferencia de su madre que con el desprecio de esa persona. Ese día vino con un hombre cuyo rostro estaba deformado, con ojos muy grandes y una sonrisa babosa.

— ¡No! ¡Suéltenme! —gritó la mujer. Esa era otra razón por la cual no le gustaba «él». Su madre siempre sufría cuando aparecía.

—Je, esta puta aún se resiste —comentó esa persona mientras desvestía a su compañera de habitación forzosamente—. Pensé que sería más dócil cuando le di una hija...

Una vez terminaba, pronunció una orden y los grilletes de su madre se iluminaron fuertemente, impidiéndole moverse. Luego él se desvistió también y le hizo daño con movimientos bruscos.

—Malditos traidores... —respondió, desafiante, su madre, con ojos llenos de desprecio.

— ¿Ah? ¿Todavía te quedan fuerzas para decir eso? —replicó ese hombre mientras intensificaba sus movimientos—. Agradece que el imperio te perdonó la vida, no como a... ¿Cómo se llamaba tu novio?

Las últimas palabras nunca antes las había escuchado. «¿Qué es un novio?» se preguntó la pequeña. Quizás era una persona muy importante, porque su madre comenzó a llorar con una gran tristeza después de mencionar esa palabra. Nunca había visto ese rostro, lo que la llevó a actuar.

— ¡Dejen a mi mami tranquila! —gritó, lanzando las espinas de uno de los pescados que no se atrevió a comer porque olía muy mal. Las sobras de comida impactaron en el rostro de ese hombre, lo que detuvo sus acciones por unos instantes.

Exhekar Tales I: La Reina Esclava & El Príncipe Sin Reino (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora