40. LA PRUEBA DE FUEGO

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-Ohh...nosotros...-

-Sí, acabamos de casarnos.-dijo de repente Damrik, y mis ojos se abrieron tan grandes que casi se saltaron.- De hecho, nos escapamos y esta es nuestra luna de miel.-

-Ayyy...¿No es eso hermoso, Adam?-dijo con voz dulce a su marido, pero yo no podía despegar mi cara estupefacta de la de Damrik, quien me miraba muy angelicalmente.- Tienen que volver para su próximo aniversario. ¿No sería agradable? Estás de dos meses, ¿verdad?-dijo nuevamente de la nada, haciendo que arrancara mis ojos de Damrik. El anciano nos señaló con su mano el cuaderno, y en trance tomé la birome. -Todavía tengo ojo para eso.-

-¿Có-cómo?-balbuceé.

-La pancita.- se aclaró girándose y tomando una llave de la pared a su derecha que dividía con el salón comedor. Depositándola junto al libro, continuó. -¿O...estás de tres?-

-No, no es así...-empecé, pero cuando sentí un brazo curvarse en mi cintura me callé abruptamente, y le miré. Su rostro sonriente, falso o no, estaba pegado al mío.

-Oh, cariño, no vale la pena ocultarlo. Eventualmente se notará.- apreté los dientes, y su sonrisa se agrandó aún más divertido conmigo.

-Oh, yo también estaba de mal humor la primera vez que me embaracé. Hay que comprender. Es difícil para una mujer joven perder su figura tan temprano y rápido. Luego, lo aceptas, después del segundo y cuando llegan los demás, ya no te importa.-dijo mientras yo me debatía en correr el riesgo de dormir en la calle por darle un codazo a mi falso prometido.

-Son dos por ambos.-dijo el anciano, y me quedé mirándolo en silencio. La anciana sonrió, y dijo:

-$2000 por el cuarto, pero con el bebé en camino, dejémoslo en $1000- Todavía no había salido de mi estupor de estar casada con Damrik, y ahora teníamos descuento Bebé.

Damrik terminó de registrarse y le tendió dos billetes naranjas a la señora. Cielos, realmente te hace preguntar de dónde sacó tanto efectivo.

-Arriba subiendo la escalera, al final del pasillo es su habitación. Disfrútenla.-nos despidió la anciana.

Yo todavía estaba sin habla. Debería haber detenido esta charada, pero...no lo hice...No lo hice.

Estábamos a mitad de la escalinata cuando habló cerca de mi oído: - Con cuidado - le miré extrañada, y se me sonreía de tal manera que hizo aletear mi corazón. -...o, lastimarás al bebé.- llamas salieron de mis ojos, y sus labios se estiraron en una sonrisa satisfecha.

-Ten cuidado, o rodarás por las escaleras, ¿entendido? -mastiqué las palabras, pero sólo sirvió para que se riera de nuevo. Apretando los dientes, aceleré mi paso.

-Espérame, cariño.-se burló, y con rápidas zancadas me detuve en la puerta de roble con la chapa dorada con el número 4, a unos metros de la escalera. Le di un manotazo al picaporte, pero no se abrió, tenía que esperar por él. -No es mi culpa.-espetó deteniéndose a mi lado. Con lentitud introdujo la llave en la cerradura.

Mi pie golpeteaba nerviosamente mientras esperaba, y el segundo que se destrabó me lancé a dentro de golpe.

Una enorme cama dosel café tamaño King con una gruesa manta sedosa morada, ocupaba casi la mitad del cuarto. Una pequeña mesa redonda se encontraba en modo decorativo en medio del salón. Un sillón grande oliváceo se encontraba contra la pared del otro lado. Me moví por el lugar observando embelesada. Frente al pequeño saloncito, se abría un pequeño pasillo de dos metros que daba al baño.

Me volví, y cuando mis ojos se posaron de nuevo en el muy sonriente Damrik, el enojo se reavivó.

- ¿Qué?-espetó.

Tiempo y Existencia. Enterrada por el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora