12. SONRIE Y MIENTE...OTRA VEZ

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Leyla no se movió, permaneció haciendo guardia frente a la puerta mientras Mika me sentaba. Me sirvió un vaso de agua, y tomando las armas de mis manos, lo empujó en mis dedos. Las dejó sobre la mesa de la cocina, y sintiendo la garganta llena de arena le di un sorbo. La sed me superó, y me lo bebí por completo.

Arrastró una silla a mi lado, y tomó asiento. Exhalando dejé el vaso con un golpe en la mesa.

-¿Qué pasó?-su voz cortó el silencio.

Abrí la boca, pero no sabía decir. Todo era demasiado...bizarro. Mi mente se rehusaba a admitir que algo de lo que había sucedido era real. Encogiéndome de hombros bajé la mirada al suelo.

Las botas de Mika me llamaron la atención. Llevaba unos caros jeans negros ajustados a su cuerpo trabajado a juego con el resto de su atuendo, pero lo extraño eran los raspones grises alrededor de la punta de sus lustrosas botas negras. Raro, siendo ella tan insistentemente cuidadosas con sus bebés.

Alcé la mirada a su rostro, y la preocupación arrugaba sus delicados rasgos idénticos a los de la estrella de cine Anita Ekberg.

Sin control, todo salió como vómito radiactivo. Omití varias partes como las conversaciones con mi alucinación y la extraña situación en el techo, sólo dejé lo normal dentro del marco anormal.

-¿Te siguió hasta tu casa y quiso forzar la puerta?-preguntó consternada. Asentí.-Van, hay que ir a la policía.-

-¿Qué? ¡No!- mi sobresaltada reacción la sorprendió. Sus ojos se abrieron grandes, y luego me miró como si me hubiera convertido en una loca, pero era lo último que quería hacer.

-Es peligroso.-

-No lo sabemos. No pienso involucrar a la policía.-dije con determinación.

-¡¿Por qué?! ¿Lo conoces? ¿Sabes quién es?- su mirada se volvió aguda y sospechosa.

Negué con la cabeza.- No, nada de eso.-

-Bien, no se habla más, vamos a la policía.- afirmó poniéndose de pie.

-No, Mika...-le sujeté de la muñeca deteniéndola. Sus ojos tristes descendieron a mí. -Por favor, no quiero empeorarlo más de lo que es.-

Volvió a sentarse, y tomó mi mano entre las suyas.

-No hacerlo es empeorarlo.- meneé la cabeza, y soltó un suspiro. Dándome una mirada dulce, dijo:- Van, no es tu culpa, es del desgraciado, no tuya, ¿entendido?- asentí. Lo sabía, y no era por eso que no quería ir, no quería responder a preguntas que no tenía respuestas, y mentir lo haría peor. Mucho. - Van, vayamos a la policía. No me perdonaría que te pasara algo, cuando podríamos haberlo evitado.- me rogó, y desearía no tener que ponerla en esta situación porque sabía que quería lo mejor para mí, pero no podía. Esa acción ampliaría el radar sobre todos alrededor mío. Era ser demasiado egoísta, protegerme cuando los estoy usando de muralla. Simplemente no lo haría.

-Mika, lo sé, yo también desearía que fuera así de sencillas las cosas, pero no lo son. Si ir a la policía resolviera todas las cosas, lo haría, pero no lo hará, y lo sabes.- abrió su boca para refutarme, pero seguí hablando.- No vi su rostro, tú tampoco, es más, no viste a nadie, podrán decir que es el cansancio actuando en mí porque he estado más cansada de lo habitual estos días. Y, aunque me creyeran, no tengo nada para identificarlo, no sé si era hombre o mujer, tengo la sensación de que se trataba de un hombre, pero eso no basta. Desde la distancia y con el susto que me pegué, pude haberme confundido. ¿Dime qué puede hacer la policía con eso? Además, no me hicieron nada, dirán que fue una broma para asustarme. No hay evidencia, motivo, nada, es como agarrarse al aire.- vi la impotencia en su rostro.

Tiempo y Existencia. Enterrada por el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora