Cansancio

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Los recuerdos de las torturas vividas en el capitolio me acosaban y visitaban todas las noches durante las pocas horas de sueño que podía conseguir. Estaba mentalmente y físicamente agotado; los gritos, sangre, fuego, agua y agujas estaban constantemente agobiando mi mente e impidiendo darle un descanso a mi cuerpo.  Peor que revivir las torturas era soñar con Katniss sufriendo, siendo apartada de mi, torturada y envuelta nuevamente en otros juegos del hambre. No había mucho que pudiera hacer para librarme de esa situación, sabia cual era la cura a todos mis malos sueños pero no podía acudir a ella. Las pesadillas aumentaron día a día, y mi fuerte determinación y voluntad  a mantenerme alejado de Katniss durante las horas de sueño empezaba a resquebrajarse. Me sentía cansado y malhumorado la mayor parte del tiempo que pasaba a solas, no podía cambiar mi humor inclusive durante la hora del desayuno.

“No importa” pensaba una y otra vez, Katniss siempre ha sido una persona de pocas palabras, y probablemente al intentar forzar conversaciones la irritaba. Mi malhumor cedía mientras estuviera en su presencia, pero el cansancio siempre estaba presente. Muchas veces parecía que el sueño  me vencería mientras ella dormía plácidamente sobre mi pecho cada tarde, pero no lo permití, el miedo al muto siempre alertaba mis sentidos.

El verano estaba cerca y el calor era insoportable, nos seguíamos confinando en el interior de la Aldea de los vencedores para evitar las miradas de los vecinos. Katniss nunca mencionó alguna molestia a causa de ello pero por alguna razón ella evitaba dar paseos por la nueva ciudad que emergía rápidamente de las cenizas.  Estar encerrados sin cruzar palabras con alguien mas tenía sus beneficios y desventajas, pero últimamente mi malhumor requería que Katniss fuera mas sociable y se alejara de mi por mas tiempo. Una tarde especialmente calurosa después de su siesta diaria ambos decidimos preparar algo para comer y matar el tiempo. Durante todo el día había notado una extraña expresión en su rostro como si luchara consigo misma.

—¿Pasa algo malo?— pregunte sintiéndome obligado a hacerlo, aun me sentía cansado y frustrado por la falta de sueño

—No, no es nada— respondió Katniss cortante sin quitar sus ojos de la limonada que revolvía lentamente. Su tono de voz me inquieto aun mas, algo estaba sucediendo y ella estaba negándolo o al menos pretendía ocultarlo sin buenos resultados

—Has hablado con Aurelius últimamente?— pregunte de manera disimulada como recordatorio que no solo debía hablar conmigo de sus problemas sino que también estaba nuestro doctor esperando siempre una llamada de ella.  Katniss abandonó su tare de manera repentina, la cuchara con la cual mezclaba la limonada se detuvo ruidosamente en la jarra y al mirarla con detenimiento pude ver que estaba ofendida

“¿Qué fue lo que hice mal?” Pensé a la defensiva

—Si, hablé con Aurelius, como lo estuve haciendo estos últimos meses desde que llegaste— me responde ella con voz medida pero aun así puedo sentir una especie de rencor residual— Por cierto, él me ha comentado que no te has comunicado desde hace mas de tres semanas

—No estoy de ánimos de hablar con alguien mas que contigo— respondo de mala gana a su reproche ¿Acaso no se da cuenta que a veces me siento como el pequeño experimento de Aurelius? Lo fui durante un tiempo en el distrito trece, y si ella supiera acerca de mis pesadillas no me culparía por evadirlo.

—El punto es que ya ni siquiera hablas conmigo— afirma Katniss suavizando el reproche en su mirada, sonando algo herida, pero mi malhumor no me permite dejarle pasar este pequeño momento de egoísmo que esta teniendo conmigo

—Se supone que solo debo hablar contigo cuando tu estés de ánimos? Por favor, hazme saber cuando tengas ganas de hacerlo para ponerme a tu merced— le contesto cerrando los puños para evitar gritarle todos los reproches que tengo guardados desde que me encerraron en una habitación en el distrito trece.

Secuelas: La Vida después de la GuerraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt