La Vida Continua

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Katniss llevaba tres horas en el distrito siete, seguramente ahora esta junto a Johanna, me hubiera encantado ver su cara al recibir una visita sorpresa. Aunque se que ninguna de las dos es amigable a primera vista se que tienen mejor relacion desde que entrenaron en el distrito trece. A veces cuando Johanna habla de Katniss es como si hablara de ella misma, las dos son guerreras, tienen un exterior duro pero son humanas  a pesar que muchos parecen olvidarlo por la fortaleza que emanan involuntariamente. Las dos estaran bien, espero que Katniss pueda convencer a Johanna que abandone esa vida de hermitaña que parece estar llevando, o tal vez sea Johanna quien convenza a Katniss de encerrarse nuevamente. Pensar que tendre que lidiar con dos testarudas en mi regreso hace que no pueda borrar la sonrisa en mi rostro. 

Las horas pasan y la ansiedad que sentía por Katniss encontrándose sola en un distrito desconocido con la mitad de la población amándola y la otra mitad queriendo que este muerta empieza a disiparse, mientras la ansiedad por la falta de respuestas que recibiré del Dr. Aurelius se incrementa. Desde que me despedí de Katniss siento como si el compartimiento empezara a hacerse mas pequeño a encerrarme hasta aplastarme. Esta sensación de claustrofobia no se limita a el espacio físico sino también a mi mente. Temo que el veneno de rastravispulas invada mi cerebro y me deje encerrado en algún recóndito escondite del cual nunca podre escapar. Ahora que siento que puedo tenerlo todo, realmente todo con completa seguridad, el miedo por quedarme sin nada me paraliza. 

-Próxima parada. Estación central, capital- me despierta de un ligero sueño la grabación de una voz femenina anunciando la llegada a mi destino.

Ahora entiendo lo que Effie dijo, el Capitolio ha dejado de existir. Al bajar del tren el ambiente no es de lujosas excentricidades, ya no existen los brillos y colores llamativos, la capital es como cualquier otro distrito. Todavía es mas poblado que otros lugares, y a pesar que los colores se apagaron aun se nota que los habitantes de esta zona quieren marcar tendencia con la moda. Afortunadamente, debido a la cantidad de personas en la estación y en las calles, mi presencia no es el centro de atención, solo unos cuantos ojos me examinan con cuidado, intentando de descifrar si realmente soy yo o tal vez si explotare y me volveré loco frente a ellos. Los edificios de la zona también han cambiado de fachada, no se ven tan lujosos, pero esas reformas seguramente fueron implementadas para reconstruir el desastre de la invasión de los rebeldes para tomar la mansión presidencial. Al recorrer las calles hasta llegar al hospital de alta tecnología, siento como si estuviera en un lugar completamente diferente, como si esta fuera mi primera visita.

Subo al séptimo piso, según los carteles con indicaciones sobre la distribución de los departamentos de salud, el ala psiquiátrica y de neurología se encuentra allí. En la recepción una mujer de avanzada edad tomando notas me recibe sin siquiera levantar la mirada

-Buenos días, esta es el ala psiquiátrica ¿En que puedo asistirle?

-Necesito hablar con el Dr Aurelius 

-¿Tiene cita? El doctor es la cabeza del departamento, tiene su agenda completa hasta dentro de cinco meses...

-Creo que él puede hacer un espacio para mi- contesto y mi respuesta es lo suficientemente interesante que por primera vez la recepcionista levanta su mirada

-Oh... En este momento esta en una reunión, aunque le envié un mensaje no contestara. En quince minutos tendremos novedades, Sr Mellark...- contesta algo nerviosa

-Esta bien, esperare- respondo indicando las sillas en la zona de espera que en el momento solo tiene dos personas esperando

-Peeta- dice una voz grave e inestable a mis espaldas

Secuelas: La Vida después de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora