cuarenta y cinco

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Harry apoya la barbilla sobre mi hombro y siento su aliento caer contra mi cuello. Estamos sentados en el suelo; él con la espalda apoyada contra un árbol, mientras que la mía está apoyada contra su pecho. Es la hora libre después de comer, así que hemos aprovechado este rato para estar juntos, ya que esta mañana no hemos compartido ninguna actividad.

Encajado como lo estoy entre sus piernas, alzo la mano y le acaricio la mejilla sin necesidad de girarme para mirarlo. Puedo sentir cómo estira los músculos de su cara al sonreír.

—No me gusta no estar en ninguna actividad contigo en todo el día —me dice Harry.

—Durante los primeros días de campamento no habrías dicho lo mismo.

Harry se ríe por lo bajo y tarda unos segundos en responder.

—Cielo, ya te dije que me gustaste incluso cuando yo hacía creer que te odiaba. Que estuvieras conmigo en prácticamente todas las actividades era lo mejor que me había pasado, aunque pareciera que no.

Muevo unos centímetros la cabeza para poder mirarlo y le doy un corto beso en los labios antes de volver a ponerme como antes.

—Yo sí que te odiaba —digo como si nada.

—¿De verdad? —Siento cómo Harry se encoge un poco detrás de mí.

—Vos mismo me dijiste que ibas a hacer un infierno de mi verano —contesto, recordando las veces que Harry me aseguró que había empezado la guerra entre nosotros—. ¡Claro que te odiaba!

—Pues que sepas que yo también te odiaba —añade él rápidamente, como si no hubiera pensando mucho sus palabras.

Suelto tal carcajada que en seguida me tengo que tapar la boca para que nadie nos oiga. Al fin y al cabo, no estamos tan lejos de la zona de las cabañas. Dejo caer la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el hombro de Harry, que me mira desde arriba.

—Acabas de admitir que fingías odiarme, cielo —digo con los ojos cerrados. El ligero tono burlón lo hago a propósito—. Así que no me creo lo que acabas de decir.

—Es la verdad —se defiende él.

Abro los ojos y me incorporo, de modo que puedo girar mi cuerpo para quedar casi de cara a él.

—¿Me odiabas a la vez que sentías algo por mí?

—Te odiaba porque sentía algo por ti. —Harry me mira. Me fijo en sus pupilas, que no paran quietas en su proceso de de analizar cada centímetro de piel de mi rostro. Finalmente, se detienen sobre las mías y, como siempre, mi mundo se detiene cuando me mira de esta manera—. ¿Sabes? Tiempo atrás pensaba que sabía cuál era mi mayor debilidad. Creía conocerme. Pero resulta que no estaba siquiera cerca de tener razón, porque mi mayor debilidad, Louis, sos vos.

Todo mi interior se derrite en el acto. Todavía a veces me cuesta creer que alguien me esté dedicando esas palabras, sobre todo que ese alguien sea Harry Styles. Pero es real, las palabras han salido de su boca y cada una de ellas lleva mi nombre escrito, demostrando que son completa y únicamente para mí.

Sin demorarme mucho más, subo mis manos a su cuello, donde las dejo descansar mientras acerco mi rostro al suyo. Nuestras narices se rozan a la vez que atrapo su labio superior entre los míos sin ninguna fuerza. Ninguno de los dos hace presión para empezar el beso; nos quedamos quietos, casi sin respirar y, por lo menos yo, con el corazón encogido en un puño. Entonces Harry abre la boca y me besa, y mi corazón vuelve a latir con normalidad, o quizá no tanta normalidad, pues nada se puede definir como normal cuando se trata de Harry.

—¿Cuál... cuál era tu mayor debilidad antes de conocerme? —pregunto con voz entrecortada cuando nos separamos, nuestras frentes pegadas.

Harry, que todavía tiene los ojos cerrados por el beso, me acaricia la mejilla con dos dedos. Cuando retira la cabeza y me mira, su expresión se ha vuelto seria y sus ojos se han tornado un tono más oscuro.

this is our summer | larry stylinsonOnde as histórias ganham vida. Descobre agora