13. EL DIABLO BAILA A NUESTRO ALREDEDOR

Start from the beginning
                                    

Estaba terminando de limpiar los utensilios. Era el final de la jornada, el cartel de cerrado estaba puesto, y el movimiento como abejas, de las chicas poniendo todo en orden, barriendo, limpiando las mesas y platos era un fondo a mi espalda. Sentí un golpecito sobre mi hombro y sobresaltada me giré de golpe salpicando agua jabonosa.

-¡Ay!-gritó la voz femenina sorprendida.

-Mika...-dije sin aliento. Por lo visto todavía estaba un poco perturbada por Casper.- me asustaste de muerte.- tomé una profunda respiración con el corazón en la boca.

-¿Yo?-dijo incrédula. Limpió las gotas de agua de su blusa terracota sin hombros. Su pantaloncillo corto negro suelto también tenía nubes de espuma blanca cayendo a sus largas piernas bronceadas.- ¿y tú, qué? Mírame.-

-Lo siento tanto, Mika.-dije, y con un repasador seco la limpié. Por suerte sus sandalias griegas negras con aro dorado estaban intactas, o me castigaría por siempre.-Lo lamento de verdad.-

-Van, Van.-susurró sujetándome de la muñeca haciendo detenerme. -Van, está bien, no pasa nada. De verdad.-

Tragando saliva, me aparté de ella. Arrojé el repasador al cesto para ponerlos a lavar, y volví con los utensilios.

-Van, ¿qué pasa? ¿Sucedió algo de nuevo? No volvió, ¿verdad?- la preocupación impregnaba su voz, pero no quería hablar, mi voz me delataría. De nuevo, su mano con un brazalete de piedras cuarzo café y crema nacaradas me detuvo del brazo, volteándome a ella. Buscó mis ojos, pero mantuve mi mirada en los hilos dorados de su escote "hippies".-Van...-

Me sacudió del brazo, y negué con la cabeza, soltándome de su mano.

-No, no lo hizo.-

-¿Entonces, por qué estás así?-preguntó viéndome regresar a mi trabajo.

-Por nada. Sólo por la situación en sí.- sequé los utensilios con el repasador.

-Bueno...-dijo lentamente.- apúrate que nos tenemos que ir.-

-¿Qué?-espeté mirándola, y sus cejas se alzaron.

-La peluquería, ¿recuerdas?-dijo, pero mi mente estaba en blanco. Se rió.- Si fue idea tuya.-

Escarbé en mi cabeza, y recordé. Nuestra cita. Frotándome la frente, dije:-Sí, sí...cierto, vamos.- Cerré la canilla, y terminé de acomodar lo último.

Por suerte, en el descanso del almuerzo me había tomado una pastilla para el dolor de mi tobillo ayudándome a resistir de pie todo el día sin llamar la atención de nadie, sobre todo de Mika.

Con la tienda cerrada, me dirigí a mi coche. -Vamos en el mío.-dijo tomándome del brazo. Sin replicar, la seguí.

Estábamos sentadas con las piernas cruzadas en los sillones con el enorme barbijo cubriendo nuestros cuerpos, ya nos habían recortado las puntas, yo parecía una loca con el cabello separado con abroches, Mika se había hecho retoques de la permanente. Siendo su natural cabello lacio no le agarraba con facilidad, y fue toda una pelea para la peluquera.

Ahora se encontraba con una revista sobre su regazo, un casco de calor laser en su cabeza, proyectando una luz naranja como un fósforo prendido, hablando sobre la vestimenta que debía usar para mi cita con Catriel.

-Tienes, no, no, debes ir sexy, sin aparentar que te esforzaste pero, a la vez, debe quedar con la lengua afuera.-dijo.

La chica que me atendía, regresó llevando en sus manos un bowl pequeño negro con un pincel dentro con tintura. Se colocó detrás mío, y comenzó a pintar mis raíces.

Tiempo y Existencia. Enterrada por el pasadoWhere stories live. Discover now