capítulo 44

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Neron:

Me duele mucho el corazón,  más que las horas que llevo caminando,  no tengo dinero para pagar el bus que sale a la siguiente ciudad.  No tengo nada de valor más que éste anillo que no venderé.  El perro me sigue y me abrigo por el frío,  estoy temblando abrazandome a mi mismo.  Los labios secos y con mucha sed. 

La garganta se me está secando y tengo el estómago vacío.  Sé que he avanzado un poco,  pero esto es grande,  no es tan pequeño como creía.  No podré caminar el país entero,  creo que moriré antes.  Tengo que buscar la forma de llegar. 

Me detengo fuera de un restaurante y miro las personas comiendo y tomando agua,  mi estómago ruge.  Ya es de noche y no sé donde dormiré.  No tengo a donde ir. 

Me siento en un escalón junto al perro abrazandome con la túnica,  esto no me protege.  Tengo mucho frío.  Las personas me cruzan por el lado y algunos murmuran cosas  feas sobre mi.  Oculto mi rostro entre mis brazos que se apoyan a mis rodillas y alguien me lanza unas monedas frente a mis ojos,  cae en la nieve.  Levanto la mirada y veo un hombre abrigado y cubriendo parte de su rostro con el abrigo.  Sigue de largo hasta el local. 

Esto me ofende,  pero lo tomaré porque necesito dinero. 

Guardo las monedas y sigo sentado,  evito mantener contacto visual con los demás porque no me siento bien que las personas me tengan lástima y me lancen monedas,  cuál vagabundo fuera. 

Parece que la táctica de estar sentado y haciendo nada funciona,  pues tres personas más me lanzan más monedas y un billete de cinco dólares.  Estaba a punto de irme a otro lugar para no molestar a los dueños del local pero alguien se detuvo ante mi.  Era una joven con un abrigo grueso color rosado y usaba un gorro. 

—Disculpas,  le he comprado algo de cenar,  y pues en mi auto tengo un abrigo y par de guantes.  Morirá de frío. 

Como si no lo supiera.

No digo nada y tampoco sé que hacer,  me hace sentir mal tener que aceptar éstas cosas pero sobrevivo por amor o muero por pendejo. 

—Gracias —dije y ella sonrió dándome la bolsa con la comida.  El perro ladró enseguida con la lengua fuera. 

—También le compré agua y soda —dice y asiento sin querer hablar mucho,  estoy avergonzado. Enseguida reacciona—. Iré a buscar el abrigo. 

Sale apurada a su carro que está justo al frente  y saca el abrigo y algo más. Regresa nuevamente y me quedo en el mismo lugar. 

—Mire,  espero que le proteja del frío.  Supongo que no tiene donde dormir.

—No,  pero gracias,  buscaré un lugar. 

Ella me mira con pena y tomo el abrigo y los guantes. 

—Entiendo,  que Dios le bendiga. Me tengo que ir. 

Asiento mirando como se marcha torpemente. 

—Que agradable mujer —murmuro sentándome y abriendo el paquete de comida. 

Esto se ve rico.  Me ha traído una carne Roja, creo que de res,  papas fritas y ensalada.  Además del agua y la soda. 

Ésta vez corrí con la suerte de comer algo y tomar agua,  pero algo me dice que no siempre será así.

Y como lo predije,  después de cenar el dueño del local me sacó del lugar a patadas y aunque quería golpearlo no tenías fuerzas.  Me puse el abrigo y los guantes y tuve que seguir caminando. 

La Bruja Y El Guerrero De Hielo (Terminada)Where stories live. Discover now