➼ ocho

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Capítulo ocho:
Días de molestar.

Miré mal a Anubis, quién se burlaba de mis desgracias. Le tiré una almohada, causando que cayera de la cama, pero aún así continuó riéndose.

─Ya basta─ le pedí sin ocultar mi sonrisa.

─Es que eres como un libro, y cuando todo va bien algo llega para desordenarlo─ decía la rubia mientras se levantaba─. Pero aún así te envidio, tienes a Gilbert Blythe y a mi hermano. Las chicas dicen que son los más lindos, excepto yo porque Aaron es un bicho feo.

Rodé los ojos.

Mi madre apareció en mi habitación, con su barriga notable resaltando en su vestido. Miró cada rincón y luego a mi con una mirada de desaprobación. Mamá odiaba el desorden, y ahora que estaba embarazada lo odiaba mil veces más.

─El té esta listo, por si quieren bajar─ dijo─. Estaremos en el patio.

Nosotras asentimos. Cuando ella se fue nos miramos y soltamos una pequeña risa. Ya estábamos en la edad de reírnos de todo, o como mi padre le decía: la edad de los bobos.

Bajamos rápidamente y saludamos a los Barry. Era una merienda donde mis padres junto los de Diana hablarían de negocios, así que mientras tanto nos pusimos a charlar en una mesa apartada de los mayores.

─Anubis, ¿dónde estan tus hermanos?─ preguntó Diana.

─Están en casa─ dijo la rubia─. Miles y Michael están castigados por jugar en la cocina y romper algunos platos. Aaron está estudiando, como lo hace todos los domingos, y Cordelia está con Tillie.

Ellas continuaron hablando mientras yo comía el pastel de limón que tenía enfrente. No tenía ganas de unirme ya que el nuevo tema de conversación era Gilbert.

Creo que los días desde el veintiuno de noviembre se llamaban: "días de molestar a Pauline con la llegada de Blythe". No entendía cuál era la diversión de todo esto, cuando mi vida se estaba volviendo un desastre que no podía controlar.

─Pauline, ¿nos escuchas?─ oí a Diana.

─No, lo siento─ las miré─. ¿Qué decían?

─Hablamos sobre el musical de navidad─ dijo Anubis─. Y si ya hablaste con Cole sobre cómo iban a pintar.

─Oh, si─ asentí con un trozo de pastel en mi mano─. Ya tenemos las ideas concluidas, incluso hicimos un dibujo de guía.

Continuamos hablando de eso. Yo les daba pistas para que adivinaran y nos divertíamos así.

Al día siguiente, todos nos encontrábamos donde se realizaría el acto. La señora Lynde trataba de enseñar a los menores a cantar, pero estaba muy desafinado y causaban dolores de cabeza.

SOLO AMIGOS | g.b ✔Where stories live. Discover now