Capítulo 36

4K 198 1
                                    

Los nervios recorren mi cuerpo como si me hubiera caído en un charco de agua fría. Tan cerca de la salida, pero tan lejos de salir ilesa. Poco después el dueño del circo de gorilas con gafas salió.


–¿Qué sucede aquí? – cuestionó Celina, por detrás -. Tío, tenemos que irnos diles a tus guardias que se aparten.

Los guardias se hacen a un lado dejándonos el camino libre... ¿enserio seria así de fácil?

–Que desconsideración...– anunció el tío/asesino –... de su parte por dejar que esta noche muriera mucha gente. – esas palabras son suficientes para dejarnos frías, inmóviles, nerviosas –. No sé cómo mi hermana reaccione cuando se entere que Celina, y otros familiares murieron.

*****

En el punto de operaciones.

Narra Chris...

Estoy contando cada minuto que pasa y cada uno de ellos es un infierno. Estar sentado pegado a una radio no es lo mío, me impacienta, me hace sentir mucha desesperación, pero todo eso se borra cuando el rostro de Masao se torna pálido.

–¿Qué acaba de decir? – preguntó Masao, confundido y a la vez tragando una bocana de aire.

–Señor Masao, – interrumpió un policía con la misma expresión que él cargaba – nuestros agentes han encontrado explosivos en algunas columnas de la casa.

–¡Qué dices! – abruptamente gritó Masao, poniéndose de pie.

Eso nos pone en alerta.

¿Explosivos en la casa?

¿En la misma casa donde está Emma?

–Y no solo eso, los explosivos son categoría T6 los mismo que provocaron la explosión del local de esa noche. – todos abrimos los ojos como platillos, pero esa no era la única información que nos harían llegar. Aquel policía se llena de pavor por lo que está a punto de decir –. Es cuestión de minutos para que esa casa desaparezca entre las llamas.

Empecé a apretar mis puños con tanta fuerza que parecía que los atravesé.

–Alisten al escuadrón de antibombas. – ordenó Masao –. Evacuen a toda la gente en una radio de 100 metros y... tráeme un helicóptero.

–Masao, voy contigo. – exigí con la misma tonalidad que él ordenó.

–No. Si te pasa algo Emma, no me lo perdonará.

Solté un suspiro tan pesado, llegué a mi límite de tolerancia. No me quedaría ni un minuto más sentado, esperando que una voz distorsionada nos comunicara la situación. Por Dios, mi esposa estaba ahí.

–¡NO ENTIENDES QUE ME LLEVES CONTIGO! – la ira que me invadía hizo que arrinconara a Masao, contra la pared.

–Señor, lo inmovilizamos – preguntó un par de policías apuntándome con sus pistolas de electrochoque.

–¡Todos cálmense de una buena vez!

La voz femenina que se asemejaba a la de un león, logró quitar ese ambiente pesado. De quien más podía provenir esa voz que de la tía de Emma, quien entraba con dos personas totalmente armadas y perfectamente equipadas.

–¡Directora Ava!

Todos tomaron una posición erguida y saludaron con la mano en la frente formando perfectamente en cuestión de segundos una entrada triunfal. Era como si estuvieran saludando a la mismísima reina de Inglaterra.

–Chris, si quieres ir necesito que te calmes o yo mismo... – comenzó a elevar su voz hasta el punto de gritar – ¡TE DEJARE ENCERADO HASTA QUE TODO ESTO TERMINE! No tenemos mucho tiempo y tenemos alrededor de 86 personas en peligro de morir calcinadas.

Matrimonio PredestinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora