Capítulo 9

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Narra Emma...

Hace un frío de los mil demonios que incluso puedo ver mi propio aliento.

−Hace frío Martín, ya cambiaste de decisión. – Lo presiono un poco.

−Eres débil y por tu culpa tendré que regresar a casa. – Sus ojos me recriminan como si yo fuese la muchacha malcriada −. Vamos a casa, pero con una condición.

− ¿Cuál? – Pregunto incrédula.

<< ¿Qué puede pedir un niño? >>

−Se mi novia cuando sea grande.

¡Boom!

Eso no lo vi venir.

−¡Qué! Martín, tú eres un niño, hay niñas mejores que yo. Niñas.

−¡No!

−¿Qué te parece ir a la cascada de la residencia cuando termine tu castigo? – Trato de llegar a un acuerdo.

−Ya he ido con mi hermano.

−Pero no conmigo, ¿qué dices?

Martín es muy inteligente, así que no me queda más que jugar su juego, pero con mis propias reglas.

– Piénsalo, será como una cita. Bueno más o menos como una.

Se encuentra un poco pensativo.

−Está bien, pero solo tú. De eso se trata una cita. ¿No?

Por Dios, que este niño no aparente lo que debe ser.

−También hay citas de tres personas, que sugiero; son mejores que la de dos. Además, debes saber que Chris no me dejará ni un minuto sola.

−Entonces no hay trato. – Dictamina y se pone de brazos cruzados.

<<¡Ah! ¡Demonios! >>

− Solo seriamos tú, yo y Chris. Como comodín le podemos hacemos bromas.

−¿Bromas? – medita un momento –. Está bien vamos.

<<Por fin>>

−Gracias Martín, ya estaba muriendo de frío. Bajare primero.

−Yo te alumbró. – Saca una linterna de su gran mochila.

Al intentar bajar un escaló se rompe por suerte me sostengo de otro y evito caer.

−Cuidado.

−Tranquilo estoy bien. Martín, no sé cómo subí antes...n-no me parecía tan....alto.

−Lo es, mide cinco metros. – Anuncia contando en sus dedos.

−¡Cinco metros! ¿Quién hace una casa a esa altura? – Chillo.

− Mi hermano, yo y mi padre.

−No hacía falta que me respondieras solo divagaba. Bi...bien... solo recuerda que debes arreglar ese escalón.

Una sensación fría recorre mi cuerpo. Tengo un poco de miedo seguir bajando, cada escalón implica un reto para no caer. Respiro muy hondo y sigo.

–Ahí voy uno más, que divertido.

Aquel que sigue está bien, pero el siguiente se rompe y con el que me sujetaba también.

<<¡Rayos!>>

−¡Emma! − Grita Martín.

Lo veo e intento estirar mi brazo, pero me es imposible alcanzarlo.

¿Y por qué lo haría? Si tan solo lo hubiese alcanzado los dos resultaríamos heridos. Poco a poco me voy alejando hasta que mi espalda choca con el suelo. Es doloroso. Lo último que escuchó es la voz de Martín pronunciando mi nombre.

***

Narra Martín...

−¡Emma! ¡Emma! – Grito.

Ya no falta mucho para llegar al suelo así que salto. Mi corazón late muy fuerte y mis manos tiemblan.

– E-emma levántate por favor... ¡Emma! – No puedo contener más el llanto.

Unos galopes se escuchan, decido correr hacia ellos sin antes dejar la linterna con la luz hacia arriba.

−¡Mamá! ¡Papá! – Me deshago del nudo en la garganta para que puedan escucharme y grito todo lo que puedo.

Narra Chris......

Se escucha una voz, un tanto quebrada. Empiezo a buscar, debido a la oscuridad y la poca iluminación decido bajar del caballo.

−¿Martín?

−¿Papá? – Sale de entre los arbustos.

−Martín, ¿estás bien? − Me pongo a su altura.

−Señor Chris. Yo estoy bien, pero....Emma se cayó del árbol y no quiere despertar.

−¡Martín! – Llegan sus padres y lo abrazan.

Me importa poco que lo abracen, a pesar de que es un alivio que el niño este bien.

−¿Dónde está Emma? – Pregunto desesperado.

−A-aquí. Presente.

De la misma forma en que apareció Martín, lo hace ella. Se tambalea un poco, con suerte a conseguido una rama como apoyo, también está un poco despeinada y tiene un tanto de tierra en su rostro.

Sin más un impulso fuerte hace que corra hacia ella y la abrase.

−Emma. – Musito una y otra vez.

<<Jamás había sentido esa sensación desesperante de no verla.>>

−¡Auch! Duele. Creo que me gané un mes más de castigo. – Lanza una sonrisa.

−¡Tonta! ¿Por qué no tienes cuidado?

−Lo siento, no podía dejar que Martín este solo.

−No digas más. Vamos al hospital y no permitiré una negación.

Ella solo asiente. Se que no sabe expresar dolor mientras esta con alguien y también sé que lo está aguantando.

Al volver a casa de los Slim, lo primero que hacen sus padres es castigarlo. A su vez piden disculpas por no estar siempre con él.

−Mamá, papá, no es necesario que se disculpen. Lo que hacen es por el bien de mis hermanos y el mío. – Lo dice y acepta el castigo.

Salimos de la casa, nos despedimos, entramos al auto y nos vamos en dirección al hospital. En medio camino frenó de golpe.

−¡Hay por dios Chris que sucede! ¿El auto se quedó sin gasolina?

− No.

−¿Se daño una llanta...?

− No.

-¿Se apagó el motor...?

−No.

− ¿Entonces qué es?

− Tú ......

−¿Yo? – Pregunta incrédula, como su supiera lo que acaba de hacer −. Lo siento Chris, te juro que no intentaba escapar. Cuando iba a llamarte me percaté que no tenía mi teléfono tampoco podía ir y ...... – La interrumpo.

−Me rindo. Esta vez yo soy el que se rinde. Me asuste tanto como tú lo habías dicho.

−¡¿Qué?! – Exclamo desconcertada.

No pensé que llegaría tan rápido a este punto, pero asumo que las cosas deben ser así. 

Matrimonio PredestinadoWhere stories live. Discover now