Capítulo 7

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Al llegar a casa.

−¿Cómo se llama el señor?- Pregunto.

−Ten, me dio esta tarjeta. − Al leer la dirección me resulta familiar- ¿Sabes quién es?

−No, pero la dirección si la conozco. Es un conjunto residencial enorme.

−¿Tienes un familiar en esa residencia? – Pregunta dudoso, y por la forma en que me observa es fácil saber que está pensado con sus celos, no con su cabeza.

−No exactamente. − Me dirijo a mi computador.

−¿Qué haces? – Se acerca.

−Parece que escuchado ese apellido antes.

−¡Espera! − Lo dice con sorpresa −. Ese es el sistema de clientes.

−Sí, ¿sorprendido? Padre me enseño. – Sigo buscando ese nombre −. ¿Señor y señora Slim dónde están? - Luego de unos minutos grito - ¡Bingo! Los encontré.

−Los Slim, dueños de las constructoras "Smith ".

−Yes, son buenos clientes. No sabía que vivían en esa residencia. Supongo que es el destino. – Murmuro esa última parte sin que ese tumulto de celos lo escuche.

***

Al día siguiente......

−Buen día señor. − Escucho que Tom, llega supongo que hoy pasare con él.

−Emma, estaré una hora antes para salir. Procura mantenerte lista.

−¡Bien! − Lo digo desde mi cuarto, no tardó mucho en salir con el cepillo en la boca.

−Buen día señorita. − Saluda Tom desde la cocina-. En un momento estará el desayuno.

−Buen día Tom, mmmmm.....huele de maravilla. No sabía que cocinabas. – Lanzo mis primeras palabras de la mañana.

−Es una de mis habilidades.

−Tu esposa debe ser muy afortunada.

−Soy soltero.

−No me sorprende, ya que pasas casi las 24 horas con Chris.

−Es mi trabajo, ¿usted sabe cocinar?

−No mucho, pero se hacer buenas pizzas.

−Un día tendrá que hacerlo para el señor ya que él ama las pizzas y las sandias.

−¿Enserio? Después de todo si es humano. – Menciono mientras refriego mis dientes.

El desayuno estuvo perfecto, Tom tiene buena sazón. Después me pongo a leer un libro "El evangelio del mal" un libro estupendo para aquellos que aman el misterio mezclado con policías y religión. Había momentos en el que hablaba con Tom hasta llegar al punto de apostar, la cual yo gane. Como penitencia le pedí que no volviera decirle señor a Chris y que mejor lo empezará a decir joven. Me inquieta mucho el escuchar señor, me hace pensar que ya estoy casada. Y eso es lo que trato de evitar.

Así pasa el tiempo hasta que Chris llamo diciendo que ya sale de la empresa. Sin más que esperar voy a mi habitación y tomo un baño. Escojo un jean azul oscuro con una blusa blanca de mangas largas, zapatos de taco bajo y, por último, un maquillaje ligero.

¡Perfecto estoy lista!

−Señorita el joven acaba de llegar.

Cuando salgo vea a Chris con un terno azul marino a cuadros.

– Te ves bien.

−Tú también. ¿Lista?

−Por supuesto.

Al salir detrás Chris, noto que su espalda es grande. No lo he visto sin camisa, pero debe ser lo suficientemente excitante para que cualquier mujer al verlo se sonroje. Solo de pensar eso y sin darme cuenta dibujo una pequeña sonrisa en mí.

− ¿Qué sucede? - pregunta Chris cuando me quedo viendo el auto.

−Extraño mi auto. – Mi alegría se desvanece.

−Espera unos días y lo tendrás.

– Hasta entonces te encargo el llevarme a todos lados.

Él solo sonríe y me abre la puerta del copiloto.

Después de un tiempo llegamos al conjunto residencial. Buscamos la casa, la cual no tardamos mucho ya que el guardia nos ha guiado. Al tocar el timbre las puertas se abren, tienen un enorme jardín y si mis oídos no me fallan escucho algunos caballos.

−Buena noche señores. – Sale un señor de una edad mayor vestido de negro -. El señor Slim los está esperando, por aquí por favor.

Mientras caminamos en la dirección del mayordomo, de una esquina sale Evans corriendo hacia mí.

−Hola señolita linda, el señol alto tambiel vino.

−Hola Evans, ¿cómo estás?

− Bien.

−Buena noche jovencitos. – Dice la madre de Evans –. Me agrada volver a verlos. Evans no aparado de contar las horas para verlos.

−Mami. – Dice otro niño, por su estatura tendrá 11 o 12 años -. ¿Puedo jugar contigo y papá?

−No, ahora no hijo. Hoy tenemos una cena con los invitados. Ven a saludarlos.

−¡Nuca tienes tiempo para mí solo para Evans! – Aquel niño lo dice en tono triste −. Hasta los invitados lo adoran...¡no quiero nada!

−Lo lamento, es mi segundo hijo, Martín. Debido a nuestro trabajo no nos mira con frecuencia.

Después de algunas largas conversas, y cuando digo largas me refiero a negocios y a sus referentes. Por suerte no han preguntado nada acerca de si somos algo.

Los señores Slim han sido muy bondadosos que incluso nos han invitado de vacaciones a su otra residencia en Rusia.

¡Rusia!

Me gustaría ir, ya que no conozco mucho ese país. De tanta conversa y de beber mucho líquido decido ir al baño.

−Disculpe, ¿dónde queda el baño? - Pregunto al mayordomo.

−Siga por este pasillo al fondo a la derecha en la tercera puerta.

A lo largo del pasillo me percate de una foto en la cual Martín salía junto con otro chico, tal vez sea su hermano mayor. No me detengo mucho y entro al baño. Es muy elegante me demoro un rato en observar los detalles de la pintura que esta sobre el inodoro, pero de repente escucho un ruido.

Es el pequeño Martín con una mochila un tanto grande, demasiado para su estatura; tal parece como si él se fuera de paseo, pero sería imposible en este momento. Sin que se dé cuenta lo sigo hasta el establo, se sube a un caballo con ayuda de una banca y sin más sale galopando.

No hay tiempo que perder porque una vez que pierda su rastro sería imposible encontrarlo, además la noche no ayuda mucho, y si espero hasta que llegue la policía quien sabe lo que puede suceder. 

Matrimonio PredestinadoWhere stories live. Discover now