19. Tony Stark.

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Dándose la vuelta observó de pies a cabeza al rubio. Notando primero sus zapatos con tacón, sus pantalones ajustados de color negro, su camiseta cuello alto negra y su polera roja de lana esponjosa, y luego para finalizar traía consigo una mediana canasta de picnic…

El rubio al sentirse observado y analizado, decidió hacer lo mismo con el pelinegro, viendo sus pantalones cortos y camiseta negra junto a unas sandalias… muy simple, pensó para luego rápidamente mirar su ropa, viéndose bien. Volvió su mirada hacia el pelinegro y notó como este no lo veía a él, sino a la canasta en su mano.

-Era para traer los materiales y que no se rompieran -explicó el rubio, y era bastante cierto, ya que había intentado ponerlos en su mochila pero lo descartó rápidamente al ver que cuando la cargaba todo se juntaba dañando las cosas, así que lo más conveniente era su canasta.

-Entiendo… -murmuró el pelinegro. -Bueno, vamos -guió Jeon al rubio, pasando la pequeña entrada de su casa, mientras llegaban a la sala.

Park quien iba detrás de él vio como este avanzaba con las muletas, dejando caer su vista en su pie dañado, notando la extraña forma que el pelinegro había usado para vendarse, el recordaba haberlo dejado bien hace unas horas.

-Puedes sentarte -habló tranquilo el pelinegro, mientras salía de la sala hasta su cocina, dejando al rubio acomodándose.

Park había dejado la canasta a un lado de sobre la mesa del comedor y sacó una silla para sentarse, luego se sacó la mochila y la dejó sobre su regazo mientras esperaba que el pelinegro volviera.

Después de lo que pareció un minuto el pelinegro aún no venía, decidió sacar unas cosas de la canasta.

-¡Park! -escuchó el rubio como era llamado por el pelinegro, entre sorprendido y preocupado se levantó de su sitio y se dirigió por la puerta que el pelinegro había usado.

Encontrándolo a este parado frente a dos vasos de lo que parecía yogurt de fresa, con la mirada molesta.

El pelinegro sin duda lo estaba, había decidido hacer lo que sus padres le habían dicho que eran modales, invitar algo a la persona que venía a casa, así que decidió darle algo de beber al rubio, pero cuando iba a llevar los vasos notó como no podía porque debía también sostener las muletas, había intentado formas, de hecho antes de llamar al rubio pensó en llevar uno a uno, pero con los saltos que daba dudaba que la bebida no se cayera al segundo saltó, aunque también había pensando en desistir de darle algo al rubio, pero bueno, para cuando pensó eso su boca ya había gritado el apellido del rubio.

Y ahora tenía al rubio en su cocina, mirándolo confundido. Genial, pensó.

-¿Puedes ayudarme a llevarlos a la sala? -preguntó Jeon dignamente.

-Esta bien… -dijo el rubio confuso, para luego darse cuenta del por qué le pedía que él los llevara, y con una pequeña risilla salió de la cocina cargando los vasos, mientras se ganaba una punzante mirada en espalda, cortesía del pelinegro.

El rubio llegó a la sala y dejó los vasos sobre la mesa, luego jaló otra silla para el pelinegro. Sabía que no debía reírse de las desgracias ajenas, pero era raro que el pelinegro lo llamara para que lo ayudase, el rubio se atrevería a jurar que hace dos días este se hubiera mordido la lengua antes de hacerlo.

Segundos después el pelinegro aparecía en la sala, llevando una sola muleta y con una ligera expresión de disgusto en su rostro, no observó al rubio pero si la silla fuera de su lugar, mirando de reojo observó que estarían sentados lado a lado, pero aunque quisiera tomar otra silla sabía que o bien se caería al jalarla o demoraría una eternidad moviéndola poco a poco, y no quería que el rubio viera ninguna de las opciones.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinOnde histórias criam vida. Descubra agora