El Final

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Snape:

En ocasiones las decisiones que he tomado me han costado amistades.

Esta vez, me costó la vida de Lily.

Realmente no pensé que mis acciones trajeran en consecuencia la muerte del ser que más amaba.

Llevaba tiempo dándole vueltas al asunto desde que abrí mi bocota, y la única persona que podía ayudarme, era a quien menos le tenia aprecio.

 Afortunadamente mi cita con el director de Hogwarts logró concretarse y en mi llamada de auxilio pude compartirle lo que en realidad temía desde que la dichosa profecía había salido a la luz.

Pero el hecho de que lo Potter se escondieran y confiarán en la persona incorrecta, me hacía sentir más miserable.

Por esta razón mis días se habían vuelto grises, si es que se podía hacer aún más.

Dumbledore me propuso una alternativa.

En realidad no tenia más opción que acceder. Pero no estaba seguro de que sí era lo correcto.

¡¿Qué demonios?! Se lo debía a ella y a él por alguna vez salvarme la vida.

Esperaba con ansias la llegada del pequeño Potter al colegio. Recuerdo que en aquella ocasión, Dumbledore me comentó (para darle más peso al asunto) que él pequeño tenía los ojos de Lily. Y ahora quería comprobarlo.

-Tal vez sea bueno en pociones, como ella lo fue -susurré - O quizá sea un engreído como su padre.

-Eres demasiado predecible, Severus -respondió Dumbledore -recuerda que este acto de amor se lo debes a Lily.

Él no tenía remordimientos, de eso estaba seguro, porque de ser así, no estaría reprochando lo que una persona debe a otra.

Caminé por los pasillos para dirigirme a la ceremonia de bienvenida.

Había esperado una década por este momento.

Y aquí estaba el muchacho.

No podía no darle la razón a Dumbledore, porque, a pesar de que su parecido físico era el de James Potter; los ojos de Lily me miraron una vez más.

Como aquella vez que descubrí que era una bruja.

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