James Potter me ha propuesto matrimonio.

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Lily:

-Dos años después de la graduación de Hogwarts-

Me encontraba en 'Las tres escobas' de nuevo. James había enviado una lechuza para decirme que quería verme en ese lugar. Últimamente ha estado actuando muy extraño, le da muchas vueltas a lo que dice y se mira las manos cada que se queda sin palabras.

Madame Rosmerta llega a atenderme y le pido una cerveza de mantequilla. 

Suspiro mientras veo a un grupo de chicos del colegio: debe de ser su primera excursión, pues traen un mapa. Sólo por distraerme en lo que James llega, decido escuchar su conversación.

Hablan a cerca de la casa de los gritos. Según sus investigaciones, no se han escuchados cosas perturbadoras desde hace mucho, y quieren ir a confirmarlo.

Sonrió de solo imaginarlo. Desde que James me contó todo lo que sus amigos habían hecho por ayudar a Remus, debo reconocer que me sorprendí.

Nunca llegué a pensar que era 'eso' a lo que se dedicaban cuando llegaba la luna llena, y ahora que estos niños han hablado, reviven los recuerdos de mi tiempo en el colegio.

Estaba tan distraída que no me percaté de que James había llegado. Rosmerta había dejado mi pedido en la barra y unas galletas también. Pero su voz fue lo que me sacó de mis pensamientos.

-¿Qué dijiste? -le pregunté mirando de reojo a mi novio. Llevaba una gabardina azul y pantalones negros, su sombrero descansaba sobre la barra y había tomado una galleta -. Esas son mías -exclamé atrayendo el plato hacia mí.

James simplemente sonrió. Algo le inquietaba, podía sentirlo.

-Estas nervioso -afirmé, mi novio se tensó y evitó mirarme -¿pasa algo?

Negó, pero no volvió su mirada. Eso me disgustaba, él me había citado aquí y ahora no me contaba lo que le ocurría.

Tomé su rostro en mis manos y lo obligué a verme. Parecía desconcertado un segundo, pero cuando nuestras miradas se encontraron, el brillo en sus ojos apareció.

-Es sólo que... el trabajado... es eso -me dijo por lo bajo.

-¿De nuevo te marginan por ser un Potter? -le pregunté. Era cierto que la familia Potter tenía una reputación muy admirable, pero que el mismo Ministerio de magia creyera que James no era capaz para su puesto me molestaba mucho.

James bajó la mirada y supe que había dado en el clavo. Por lo menos sabía que sucedía dentro.

Llevaba días tratando de infiltrarme en el Ministerio, pero Dumbledore me había pedido que no lo hiciera; mi novio aun no sabía de eso, por lo que hoy era necesario que le dijera.

-No quiero tu lastima Lily -afirmó James, era muy testarudo -sé que mi familia me apoya en lo que yo quiero, y puedo conseguir mis cosas por méritos propios.

-PERO NO ES JUSTO -exclamé un poco alto. Varios clientes del bar se voltearon a vernos, era un poco extraño, pues era la única pelirroja en el lugar y era más que obvio que llamáramos la atención.- Te la pasas siendo eficiente y esa persona que tienes por superior no lo ve. Espero que tu paga sea buena -le solté sin tacto.

De acuerdo, esta vez me había pasado tantito de la raya. Si mi novio no alardeaba de ser un Potter yo no podía jactarme de tener una fortuna inmensa, pues las oportunidades de trabajo me eran negadas por ser hija de muggles. Pero hacer comentarios sobre su sueldo, creo no era de muy buen gusto, a excepción que le estés pidiendo matrimonio o algo así.

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