❂ CAPÍTULO XXI ❂ Día de tormento

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Esas personas la habían dejado en la misma habitación donde la mujer desconocida la torturaba, tan solo de pie. La máscara la hacía obedecer de manera óptima, eran varios nombres los que había escuchado... Drugkhar, Alyx, Luxfieph, Kallum. Aunque quisiera moverse no podía, le habían dicho que esperase allí, recién recuperaba el conocimiento para cuando le dieron la orden. Se encontraba en el piso en posición fetal, las constantes descargas eléctricas le estaban afectando, su cabeza dolía muchísimo y se sobresaltó al escuchar la puerta abrirse. Los pasos se escucharon a través de ésa habitación que apestaba a humedad.

—Vaya, parece que te estás acostumbrando a obedecer —escuchó la risa maliciosa de esa mujer desconocida—. Tu presencia hace del fuerte Fourtnier, un lugar maravilloso donde puedo pasar mi tiempo.

Aunque Darkmolet quisiera hablar, mientras no hubiese una orden que lo permitiera, cualquier acto imprudente que cometiera, ocasionaba que la máscara la electrocutara. Escuchó los tacones más cerca de ella.

—Vamos habla y dime que piensas ¿no te gusta ser mi esclava? —preguntó la mujer.

—No... —respondió de mala gana.

—Eres una persona de pocas palabras Darkmolet Grathener. ¿No hay nada que quieras saber? —preguntó de nuevo acariciando su mejilla con el dedo.

—¿Quién eres y por qué me haces esto? —preguntó con voz desanimada.

—¿Quién soy? Oh, parece que no te lo he dicho. Soy Skarmilyong —le sostuvo el mentón alzándola con ayuda de la fuerza invisible hasta sentarla—. Te hago esto porque te necesito para un experimento, tu sangre es muy valiosa Darkmolet, al igual que la de tus amigas, pero la tuya en particular es una de las más importantes. Tu poder, aunque no se ha desarrollado por completo, está presente en tu sangre. Sin embargo a la vez, quiero romperte por completo y que estés por completo a mi merced —dicho esto le mordió el cuello y Darkmolet gimió del dolor, porque los colmillos de Skarmilyong atravesaron su piel.

—¡Déjame! —gritó Darkmolet convocando las manos de sombras y aunque un atisbo de ellas se materializaron, la fuerte descarga eléctrica que recibió la hizo perder el control al punto que su elemento desapareció.

Darkmolet gruñía de impotencia, no le gustaba sentir el toque lascivo de Skarmilyong en su cuerpo, así que le agarró el cabello sintiendo la corriente en su cabeza, pero antes de poder tirar de él, la risa maliciosa de esa mujer llenó sus oídos y recibió una bofetada tan fuerte que chocó la cabeza contra el piso. Darkmolet no pudo evitar gritar de la rabia.

—Debes aprender a obedecer Darkmolet Grathener, no eres más que mi juguete sexual y un peón que puedo utilizar para desatar las sombras en los reinos humanos —Skarmilyong la despojó de su ropa dejando completamente expuesta su desnudez.

—¡Déjame! —gritó Darkmolet, pero fue callada cuando el hierro caliente fue presionado cerca de su ingle.

Soltó un alarido, las lágrimas se deslizaron a través de la máscara metálica. La quemadura ardía como el demonio, detestaba esa situación. —Maldita sea ¿por qué no me matan de una vez? —luego Skarmilyong le inyectó un líquido extraño en el cuello que la hizo gemir del dolor.

—Me gusta cuando te quedas quieta mi pequeña sombrita. Tu sangre es deliciosa Darkmolet, hace que me sienta vigorizada —le mordió el labio como un amante lo haría.

Darkmolet se sentía extraña con eso que le inyectaron, estaba privada de su fuerza para no caer bajo el control completo de la máscara, intentaba moverse, pero la fatiga podía más que ella. Las lágrimas continuaron salieron mientras sentía las mordidas de Skarmilyong más el movimiento tortuoso en su interior.

La Caída De Absalón Station ©Where stories live. Discover now