❂ CAPÍTULO X ❂ Ataque sorpresa

25 9 21
                                    

Darkmolet jamás se había sentido tan vulnerable en toda su vida, su cabeza daba vueltas como si estuviera navegando en Shadow Queen, se sostuvo de los apoyabrazos al creer que podría estar cayendo. «¿Qué es este calor? ¿Contenía algo más que vino?», pensó sacudiendo su cabeza y luego de que Valeska terminara la que tal vez sería su quinta copa, se encontraba besando a Kaito. «¿Estoy viendo cosas?», sus ojos se deslizaron hacia Lecryfhia que estaba a su lado, dormida; y Zelsfrith acudió a su ayuda.

—Darkmolet ¿te sientes bien? —preguntó preocupado, pero la voz la escuchaba algo lejos y parpadeó fuerte sacudiendo su cabeza para tratar de recuperarse.

—Tenemos habitaciones para ustedes, no es necesario que se vayan en esas condiciones. No pensé que tuvieran poco aguante con el licor —Razkiel parecía estar hablando con Zelsfrith.

En el mareo Darkmolet se puso de pie apoyando las manos en la mesa y tomó por sorpresa a ambos, su lucha se enfocaba en mantenerse lo más sobria posible hasta llegar a la habitación donde dormiría. No sabía a qué se debía ese calor infernal que sentía en su cuerpo, sin duda eso tenía algo más que vino y le enojaba tener que confiar en Zelsfrith.

—¿Cuántas... habitaciones —tropezó con las palabras tratando de mantener la compostura—. ¿Cuántas habitaciones podemos ocupar? —se las arregló para hablar de manera coherente.

Razkiel pareció responder, pero no pudo escuchar, su cabeza daba muchas vueltas. Zelsfrith cargó en brazos a Lecryfhia y le indicó a Darkmolet que se sostuviera de su brazo.

De esa manera, se dirigieron a los dormitorios y cuando llegaron, Zelsfrith dejó a Darkmolet apoyada en la pared, antes de entrar a la habitación donde dejaría a Lecryfhia. A ella le pareció escuchar que esperara y Zelsfrith se fue. El mareo se hacía era más fuerte de tal manera que sus piernas amenazaban con fallarle, así que se puso en cuclillas ocultando su rostro con los brazos que tenía apoyados en sus rodillas. «¿Acaso le puso afrodisíaco?», pensó y al poco rato Zelsfrith estaba hablándole, pero no entendía nada, su voz se escuchaba muy lejos para ella.

—Darkmolet falta poco, ponte de pie para llevarte a la habitación —dijo Zelsfrith preocupado observándola tan descompensada. No se parecía en nada a esa chica que se valía por sí misma y que sería la que los llevaría a casa. Debía cuidar al boleto de salida por todos los medios—. Darkmolet voy a ayudarte para que te levantes ¿vale? —Zelsfrith la ayudó a levantarse y ella sacudió la cabeza.

—Ese maldito vino... —aunque parecía que diría algo más simplemente no salió.

En ese momento, Lynk se dirigió hacia donde ellos estaban a grandes zancadas y Zelsfrith volteó a verlo, pudo notar que estaba bastante recuperado a comparación de cómo estaba hace un momento. Por otro lado, Darkmolet le obligaron a beber y la cantidad que ingirió fue mucho más, por lo que estaba lejos de recuperarse.

—Oye Lynk ayúdame a abrir esa puerta —Zelsfrith sostuvo a Darkmolet para que no se cayera.

—Está bien —respondió con voz suave mientras caminaba hacia ellos y abrió la puerta de la habitación que le indicó Zelsfrith.

Darkmolet volvió a sacudir la cabeza para recuperar la compostura, odiaba estar así, lo detestaba por completo, por eso no le gustaba beber en reuniones extranjeras, Zelsfrith la ayudó a llegar al interior de la habitación, el cual era bastante sencilla; disponía de una mesita de noche con un compartimiento de gabinetes y la cama, finalmente la puerta se cerró. Sintió un sentimiento de tranquilidad mientras se frotaba los ojos, también había una ventana ovalada cubierta por una persiana por la que pudo ver la luna a través de los pequeños orificios.

La Caída De Absalón Station ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora